Listen to the stereo [priv. Alayne Mist]

Después de la primera mañana Lilith conocía un poco mejor la academia, bueno, realmente no demasiado, las paredes aún le parecían extrañas, el mínimo ruido variaba su humor ya que no eran los habituales, como los coches a los que estaba acostumbrada, o los sonidos de la gaviota, ella tuvo un mal sueño, había soñado con Jack, primero era lo normal, cuándo por fin tomó su mano a través del largo camino. Podía verle tan claramente que no había tenido claro que soñaba, de hecho no era consciente de ello. Estaba demasiado centrada en Jack, su olor, su calor, su voz, creyó que iba a explotar y, entonces, nada. Su mano y la de él se soltaba, el camino se volvía un trecho insalvable, entonces un barranco los separaba, Jack caía, sólo, lejos, ella nunca alcanzaba a tocar su mano, no lo salvaba, el barranco se convertía en un río helado y, por mucho que lo intentase, ya no podía encontrarlo. 

Se había despertado en silencio, hacía años que no gritaba, había aprendido a despertarse en silencio sin reflejar la angustia o el terror, era otra forma de sufrir el martirio, sentir el constante crack crack de su corazón cuándo Jack desaparecía en tinieblas y ella pervivía eternamente joven y sola. Se despertó y lo primero fue irse a la ducha, arrastrando los pies por el piso, tan sólo le faltaban los grilletes para portarse como un alma en pena, Erick muchas veces le reprochaba aquello. 

¿No has pensado en tener citas con otros chicos? 

Ni siquiera se le pasó por la cabeza salir con alguien que no fuera él, era con quién iba a unir las manos, el amor de su vida, habrían pasado trescientos años desde la última vez que le vió y jamás pensaría en ningún otro, era como no ver las caras  de los otros, como ver un hermano pequeño, quizás un amigo, nada más, nunca era nada más porque ninguno de ellos era Jack. Después de lavarse se secó el cabello y comenzó a vestirse, primero con la dispareja ropa interior y después con la propia ropa, los raidos vaqueros, las all star desgastadas, la camiseta y la chaqueta, cepilló el cabello rojo oscuro hasta dejarlo liso y luego de recogerlo todo se quedó caminando por la habitación sin saber muy bien qué hacer, no quería estar encerrada todo el día, quería salir un poco y airearse, abrió la ventana y pasó la mano notando algunas corrientes de aire, sonrió y rebuscó entre sus cosas, sacó un poco el reproductor de música y salió por la ventana dejándose llevar por las corrientes hasta llegar a la azotea, se quedó allí  arriba flotando tranquilamente, no había gente así que estaba bien. 

Se colocó los cascos de color negro en las orejas y lo encendió seleccionando la primera canción, ah, los reproductores de música, uno de los grandes avances, mejor que los discos de vinilo aunque el sonido que provenía de ellos era más puro, oh, vaya, en cuánto a música era una purista quién lo iba a decir. 

Tarareó en silencio en la soledad de la azotea.

Alayne había decidido ver toda la academia, ya que llevaba poco tiempo en ella y no quería volver a perderse. Había buscado un mapa en la biblioteca y, aunque dicho mapa era muy antiguo y parecía que se iba a romper en cualquier momento, le había servido para orientarse, más o menos.

Aquella mañana se levantó dispuesta a intentar llegar a la azotea sin perderse. Con una bolsa de regalices en el bolsillo y algunas notas que había tomado de aquel mapa, se aventuró por los pasillos. No es como si tuviese algo mejor que hacer, excepto tal vez entrenar. Pasó largo rato subiendo escaleras, atravesando pasillos y equivocándose en un par de giros.

Finalmente, y tras pensar varias veces que en realidad el edificio estaba encantado y tenía pisos infinitos que ascendían hasta quién sabe dónde, alcanzó lo que parecía el final del camino. Por los resquicios de la puerta se filtraban finos rayos de luz. Ascendió el último tramo de escalones y tiró de la manilla, dejando entrar (al fin) la luz.

Salió al exterior mientras suspiraba, en parte por el cansancio del ascenso y en parte por el alivio de haber llegado hasta allí sola sin sufrir daños. Lanzó un gritito de felicidad mientras cerraba los ojos y daba un par de giros sobre sí misma, casi bailando, sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

Estaba concentrada en las notas de la música, escuchaba la voz cantar las letras mientras tarareaba en silencio, sólo articulando las palabras con los labios como si fuera un mantra. Cambió a otra canción y fue en ese instante dónde notó una nueva presencia, la presencia de una chica joven o tal vez no tan joven. Tal vez escondía más edad pese a su lozano aspecto, pero no era asunto de Lilith aunque ella era........curiosa y no podía evitar especular. Usó las corrientes de la azotea para moverse sobre la cabeza la desconocida  para observarla con detenimiento, a simple vista no podía decir mucho, le parecía una buena chica, esto era el mejor momento, el momento en el que dejaba su imaginación volar para las especulaciones, podía imaginar en pocos minutos un sin fin de posibilidades, desde la más cercana a la más remota, como decía Sherlock Holmes: Si eliminas todas las respuestas, la que queda, por improbable que sea, tiende a ser la correcta.  

La observó bailar un poco más antes de descender un poco y tocarle el hombro, no sabía si estaría bien, bueno, tenía que presentarse, ¿cierto? Seguramente Erick le hubiera dado el visto bueno para que dejara de sentirse extraña, ¿cómo podía saber que no existía gente como ella si no se paraba a hablar con ella? Quitó los auriculares de sus orejas. 

-Ah-estiró una larga y amable sonrisa-. Perdona, espero no molestarte, es que estaba aquí escuchando música y de golpe te vi entrar bailando y me preguntaba el motivo. 

Meditó sus palabras. La verdad es que no estaban sonando muy bien que se pueda decir, era como sonar cotilla, no era su asunto, ella podía quedarse pensando en ella como una fisgona y eso no estaba bien, debió ser más cordial. 

-Lo siento, no quería inmiscuirme-se disculpó agachando la cabeza-. No soy de esa clase de persona, pero admito que si soy muy curiosa, aunque eso no es excusa, en primer lugar debería presentarme correctamente. 

Bajó los pies al suelo abandonando las brisas, una lástima porque le gustaba la sensación de ingravidez que le entregaba el viento, pese a ser algo efímero y peligroso-algo que aprendió a lo largo de sus viajes-le gustaba. Hizo una suave reverencia haciendo que sus largos cabellos rojos oscilaron levemente a su alrededor ante el sutil movimiento. 

-Me llamo Lilith, soy nueva en este lugar-alzó la cabeza tras la reverencia-. ¿Puedo preguntar su nombre, joven señorita? 

Esperó pacientemente a que respondiera, quizás el día no había empezado bien pero todavía tenía la posibilidad de que fuera bien.

Tan concentrada estaba en su felicidad momentánea que no se percató de la presencia de la chica hasta que le tocó el hombro. Se detuvo, de pronto avergonzada por aquel numerito que había montado, y se fijó en su interlocutora. A primera vista no parecía más mayor que ella, y estaba... ¿flotando? Pero, ¿cómo...? Creía que se había acostumbrado a aquella academia, pero cada vez se encontraba con cosas más y más raras.

—Es que... He llegado hasta aquí sola y sin perderme mucho... —al decirlo en alto, se dio cuenta de lo idiota que sonaba todo aquello. Se sonrojó y se entristeció un poco. Aquello era una nimiedad, no debería haberse alegrado tanto por haber conseguido algo que cualquier otro habría hecho con mucho menos esfuerzo y más rápido que ella—. Lo siento, es una tontería...

Se quedó perpleja cuando la chica hizo una reverencia. ¿No era aquello un poco arcaico? La gente de aquella academia no dejaba de sorprenderla, pensó sonriendo.

—Yo soy Alayne, encantada de conocerte —dijo, esbozando una sonrisa cordial—. Y también soy nueva. Bueno, casi nueva, como puedes haber comprobado hace un momento... —añadió, riendo y rascándose la nuca con timidez.

Lilith escuchó atentamente y con mucha curiosidad a la joven, a ella no le parecía ninguna tontería, también sería porque su sentido de la orientación era más nulo que el de una brújula sin aguja, pero fuera como fuera, no le parecía en absoluto tonto, aún así no expresó nada de eso en voz alta y escuchó la presentación de la joven, estupendo, estaba agradecida de no haberse equivocado con ella, realmente parecía una buena chica, seguro que podía matar bien el tiempo con ella y olvidar las pesadillas de la noche anterior, unas pesadillas que parecían querer acosarla cada noche. 

-Un gusto conocerla, miss Mist-sonrío amablemente. 

Tratar por el apellido era una tradición, una forma de modales como decir padre y no el cariñoso papa,  no cuestionaba y simplemente se guiaba por las instrucciones, porque así es como tenía que ser, Erik le preguntaba a menudo por las viejas costumbres, las cosas del antes y quería saber si Lilith podía mostrárselas de alguna manera pero no podía, no podía mostrarle las imágenes retenidas en su cerebro, ¿qué pasó con la colonia perdida de Roanoke? Ella no podía decirlo, en primer lugar porque no vivió en la época dónde sucedió si no mucho más tarde, en segundo lugar porque no sabía que pasó en todo el mudo exactamente, estuvo en algunos lugares más no en todos, era fundamental entender eso. Borró esos pensamientos de su cabeza y volvió a mirar a la joven. 


-¿También nueva?-repitió meneando sutilmente la cabeza, al menos en ese aspecto no se sentía sola-. ¿Cuánto tiempo? ¿Unos días? 


Estaba ansiosa por preguntarle, parecía que las palabras iban a salir solas de su boca, pero se contenía, se moría por preguntarle. Qué eres y qué sabes hacer. ¡Realmente se moría por saber! Sin embargo, tenía que ser paciente y esperar. 


-Yo llegué apenas ayer, me dijeron cosas.........extraordinarias de este lugar-por decirlo de una forma suave, no quería sonar demasiado brusca y hacer especulaciones sin haber visto aún nada, probablemente ni siquiera debería haberse dedicado a flotar sin pensar si estaba bien que lo hiciera.

—Puedes llamarme Alayne, no me gustan mucho los formalismos... —dijo con timidez mientras sonreía— , y la verdad es que "Miss Mist" suena un tanto redundante, ¿no crees? —añadió, riendo.

Observó una vez más a la chica. Definitivamente, no parecía mayor que ella, pero con todos aquellos modales arcaicos... quizá fuese mucho mayor. Quién sabe, esta academia tiene de todo..., pensó. Pero, ¿quién era ella para juzgar? No parecía mala gente, y era bastante simpática en comparación con bastante gente de la academia con la que había hablado.

—Ehm... un par de semanas... Pero es que no había tenido tiempo de caminar por aquí, y ya me he perdido un par de veces... —añadió con una débil sonrisa. Como si tuviese algo mejor que hacer que perderme por los pasillos... Su sonrisa empezó a transformarse en una expresión más seria y una sombra de tristeza pasó por sus ojos, pero notó un cambio en el tono de voz de Lilith y cuando la miró, parecía... ¿emocionada?—. ¡Uf! Puedo decirte que lo que sea que te hayan dicho es, probablemente, cierto —explicó, volviendo a sonreír—. Es más, seguramente no te hayan contado ni la mitad de lo que podrías encontrarte aquí... Aunque bueno, tú puedes flotar, que ya es bastante —rió con suavidad—. Aún sigo sorprendiéndome con todo lo que puede haber en esta academia...

Sus mejillas se sonrojaron graciosamente a causa de la vergüenza, era como un leve picor en su cara, más que eso un acaloramiento y todo eso por la vergüenza, aunque era más fácil que pasar por el hormigueo que le provocaba el roce de Jack con su piel. Por conclusión la vergüenza era más sencilla que la timidez. Meneó sutilmente  la cabeza escuchando, entonces, ¿Erik la llevó al sitio correcto? Parecía ser, pero, ¿qué haría cuándo terminara allí dentro?  Volver al hogar era lo más lógico, ¿y si ya no tenía un hogar al que volver?

Se mordió un poco el carnoso labio inferior meditando acerca de ello antes de negar mentalmente, queriendo evitar cualquier movimiento que diera su sensación de inquietud, estaba iniciando una nueva conversación con un persona nueva, todavía muy pronto para intercambiar impresiones profundas. 

-Yo tampoco tengo una orientación demasiado buena-rió con una suave tonalidad musical-. Me pasa mucho en lugares como este, me doy mucho mejor en lugares amplios como los bosques y aldeas. 

Se rascó un poquito la mejilla, casi cerca de una de las pecas que estaba en su piel, elevó unos milímetros los pies del suelo casi como si fuera un juego. 

-No es nada extraordinario, tendrías que ver lo que hago con.....-cerró los labios mientras se repetía mentalmente, despacio. Despacio-. ¿Tú haces alguna así uh.......Alayne?-hizo un ademán culpable como pidiendo perdón con sus ojos grises como dos charcas heladas-. Lo siento, me cuesta un poco hablar de forma tan confiada, fui educada en otros parámetros pero conseguiré adaptarme. 

Pensar en este siglo como uno en el que no había que seguir todas llas tradiciones asignadas la tenía en un pequeño conflicto, si bien había visto como todo cambiaba a su alrededor no significa que ella también pudiera hacerlo, el estar apartada del resto del mundo le hacía muy difícil comprender exactamente como cambiaban las cosas, más todavía si no tenía a nadie con quién compartir el cambio, con Erik recién aprendió, en aquel lugar se suponía que aprendería mucho mejor, pero aún tenía algunas reservas, en principio Alayne parecía benevolente, pudiera ser tal vez una compañía de provecho.

Sonrió, escuchando a la joven. Parecía tan... llena de energía que daban ganas de bailar, de cantar, de reír con ella.

—Yo también me oriento mejor en la naturaleza. Hace años ya, solía vivir en un pueblecito y pasaba el rato en el bosque, hasta que... —se detuvo. No quería recordar aquel tema, no ahora. Habían pasado muchos años, pero el recuerdo seguía ahí. Titubeó un segundo antes de continuar la frase— …ocurrió algo, y tuve que ir a vivir a una ciudad — explicó sonriendo. No sabía por qué le contaba aquello, pero dudaba que aquella chica lo fuese a utilizar en su contra. Parecía alguien confiable.

—Ehm... —observó a la chica mientras se elevaba ligeramente—. No, yo no... tengo ninguna habilidad así... —dijo, con una expresión triste, apartando la mirada. El hecho de ser casi la única humana normal y corriente allí le hacía sentir fuera de lugar, una extraña. Era maravilloso que hubiese tanta gente así en aquel lugar. Demonios, vampiros, hadas, licántropos... Pero Alayne no podía evitar sentirse torpe frente a ellos. Al fin y al cabo, ¿qué podía hacer una humana como ella en medio de todo aquello? Había perdido ya la cuenta de las veces que había pensado en dejar la Academia y volver a casa con su padre y su abuela.

Miró con cierta curiosidad a la joven ante la feliz coincidencia. 

-¿En serio?-sonrió gracilmente-. Yo también crecí en una aldea, bueno, más bien a las fueras de una, estaba llena de árboles, bajaba cada día para...-su voz se fue apagando igual que su sonrisa al recordar a Jack. 

Sintió un nudo en su garganta, como si fuera difícil tragar o respirar, seguía sin encontrarle, había buscado por todos lados imaginables, se había negado a aceptar a Jack en una tumba porque simplemente eso la mataría aún si no fuera literalmente, pero no quería compartir esa pena con la señorita Alayne, recientemente se estaban tratando y ciertas cosas son mejores de retenerlas, algún día sabía que confiaría en ella y sería algo recíproco por lo que terminarían desvelando todas sus alegrías, sus pensamientos, sus anhelos y desvelos, pero aún debían fraguar toda esa confianza. 

Escuchó entonces que no tenía ninguna habilidad. 

-Qué envidia......-susurró apenas, qué no hubiera dado ella por ser una niña normal, vivir con el resto de la gente de la aldea y no sola con su padre, haber podido casarse con Jack y formar una familia-. ¿Sabes? Yo creo que es motivo de bendición nacer sin habilidades, te libras de que te quemen en la hoguera, yo me libré porque nadie conseguía verme ni oírme-sacudió la cabeza intentando borrar de su mente el olor a humo, carne quemada y gritos agónicos en medio de rezos-. Ah...da igual,  pienso en otros tiempos. 

Le tomó las manos con suavidad, se alzó un poco más y tiró con delicadeza de Alayne haciendo que se levantara ella también. 

-Así es parecido, Alayne-dijo dulcemente estirando más su sonrisa y volvió a ponerla despacio en el suelo -. Estoy contenta de encontrarme con una buena persona como tú, tan amable y buena. No estaba muy segura de este sitio....además no se me da demasiado bien estar mucho tiempo en un mismo lugar, bueno a excepción de si se vuelve mi casa, siento que tu tuvieras que dejar tu aldea, debía ser un lugar precioso.

Escuchó sonriente a Lilith mientras hablaba de su aldea, pero empezó a preocuparse cuando su voz se apagó comenzó a preocuparse.

—¿Estás bien? —preguntó suavemente mientras observaba la expresión de la pelirroja. Parecía estar pensando en algo, o quizás recordando, y no parecían pensamientos muy bonitos a juzgar por su expresión.

—¿Q... qué? —preguntó, con los ojos abiertos como platos ante el tema de la hoguera. ¿Cuántos años tendría Lilith en realidad para haber vivido la época de la Caza de Brujas? ¿Y había dicho que nadie podía verla ni oírla? Alayne miró con una curiosidad renovada a la chica, pensando que era una caja de sorpresas.

—Es... ¡es genial! —dijo felizmente cuando Lilith la alzó del suelo. Debía ser una bonita sensación el poder ir volando a todos lados. Ojalá yo pudiera volar... , pensó.

—Em... gracias —dijo, sonrojándose y sin saber cómo reaccionar a las palabras de Lilith. Se encogió de hombros cuando ella siguió hablando—. Te recomendaría tomarte las cosas con calma, este lugar es un caos, pero al final te acostumbras, ya lo verás —explicó, sonriente—. Pero si empiezas a estresarte aquí, me ofrezco a llevarte a tomar un café a la ciudad para alejarte de este jaleo que llaman academia—ofreció, riendo.

Spoiler:

Alayne era una chica simpática, podía considerarse afortunada de conocerla, tanto Shinji como ella eran gente buena y amable,  había tenido mucha más suerte de la que esperaba tener en ese lugar dado que normalmente la suerte le era esquiva, además de que estaba acostumbrada a la sobreprotección que le tenía Erick ya que como una chica que no  envejecía tenían que ser muy cuidadosos y no podía tener amistades duraderas algo que con el tiempo, y más después de tres siglos de soledad, le molestaba ya que quería poder conversar con más gente sin  tener que ocultarse como si fuera el coco.

-Eso me gustaría mucho, eres muy simpática, Alayne-dijo más alegre, olvidando los pensamientos oscuros que había tenido hacia un momento,  no era el momento de ponerse en las malas.

¿Qué le había dicho Shinji? Algo sobre que si no les gustaba  tenía que buscar a quién si y que estarían locos si no les gustaba, claro que Shinji la veía con unos candurosos ojos amables de hermano mayor, qué cielo, era como tener otra vez Erick para cuidarla, pero sus palabras eran muy acertadas,  ahí estaba Alayne como certera prueba.

-De todas formas prefería iniciar yo la invitación-dijo manteniendo la sonrisa alegre en su eterno rostro joven-. Un café y quizás unas donas de chocolate rellenas de crema-rió  algo avergonzada-. Lo siento, me encantan los dulces y sobre todo las donas, ¡son geniales!

Evitó babear, la comida de este siglo tenía unas ventajas innegables respecto a los tiempos más jóvenes, le habían despertado una pequeña adicción a los dulces y algunas comidas rápidas, las hamburguesas, las pizzas, ¡ñam!

-¿A ti te gustan los dulces?

Se sintió mejor al ver que podía dejar los formalismos de forma deliberada, había pensado que le costaría bastante más teniendo en cuenta su educación y al hecho de que con Erick tardó más de dos años en no hablarle sin tratarlo de usted, primero porque no podía evitarlo y después porque era divertido.

Spoiler: