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The red |Priv. Leone|
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The red |Priv. Leone|
Era un día como otro cualquiera, sin nada que destacar a mi parecer. Hacía varios días que me paseaba por la academia, sin tener un lugar a donde ir aunque físicamente sí lo tenía, pero no me apetecía de ninguna de las maneras aparecer por la habitación de Elliot. Me desesperaba, la verdad. ¿No sabe que lo único que me hace es más daño? Ignoro lo que pasa por su mente, pero necesitaba más atención y me sentía amenazado por la presencia de Daisuke. En serio, tengo que dejar de lamentarme por todo lo que está ocurriendo, esto no me lleva a nada bueno, sólo a que mi rencor crezca aún más y pierda el control de mis acciones un futuro no tan lejano a juzgar por el ritmo de los acontecimientos.
¿Por qué el amor duele tanto? Sí, en efecto, me había enamorado de ese idiota —con cariño—.
Y otra pregunta que me hago… ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ello? Quiero olvidarlo, me da igual los métodos que se usen, pero quiero centrarme en ser feliz y ya está, tengo amigos que me quieren y me apoyan en todo. Con eso debería ser feliz ya ¿no? Nunca había tenido amigos, debido a mi forma de ser todos se alejaban de mí. Yo tampoco es que los tratase de las mejores formas. Los llevaba a mi casa y jugaba con las drogas y los instrumentos médicos de mi padre. Era muy divertido aprovecharse de esos pobres ilusos que caían en mis manos y los sedaba.
—Me gustaría volverlo a hacer—pensé en voz alta, mostrando una sonrisa en mis labios adornados por ese color carmín, aunque ya prácticamente no tenía, no había pasado por la habitación a arreglarle, por lo que estaba algo desaliñado, pero nada que no pudiese arreglar.
Me acomodé la gorra y abotoné le uniforme hasta ocultar mi cuello, tal y como Zera quería que hiciéramos. Todavía no se me quitaban las costumbres de cuando estaba en el club, ni tampoco las quería olvidar, ya era parte de mí, parte de mi personalidad. Me sentía cómodo actuando de esa forma aunque pudiera traerme malos recuerdos, pero eso es lo de menos. Arreglé mis cabellos y ya está, ya no estaba tan mal como antes.
En fin, anduve por los pasillos de la academia, buscando algo con lo que entretenerme ya fuera una persona o un inocente animalillo, el caso es que necesitaba quitarme la frustración que no hacía más que crecer en mi interior. Me lo quería pasar bien de una vez. Andando pude encontrarme con unas escaleras que parecían subir a la azotea, allí seguro que habría algo con lo que poder descargar esa frustración como un gato callejero o algo así. Esbozando una sonrisa subí las escaleras esperando encontrarme con algo o alguien, pero cuando subí me di cuenta de que no había nadie, estaba completamente solo. La suave brisa que soplaba acarició mi piel, mis hombros decayeron y mi sonrisa se convirtió en una mueca de resignación.
—Bueno, me quedaré aquí un rato, tampoco me va a hacer daño—pensé de nuevo en voz alta, encogiéndome de hombros mientras daba un par de pasos hasta el centro de la azotea, acercándome más concretamente a la barandilla. De repente escuché el chillido de una rata—Vaya, tenemos aquí a una asquerosa rata.
Sonreí de forma siniestra, volviendo mi rostro lentamente para encarar al roedor que corría de un lado a otro, pero fui más rápido y lo atrapé por la cola, alzándolo. Con la mano que tenía libre saqué un par de agujas, de estas que se utilizan para clavar animales a las mesas cuando los vas a diseccionar. El caso es que saqué un par y las clavé en la piel del animal, y luego las incrusté en el suelo como pude. El animal emitió un chillido más ensordecedor, mas no iba a liberarla de ninguna de las maneras. Una sonrisa de maníaco apareció en mi rostro.
—A ver si consigues levantarte—dije en tono siniestro a la vez que me acuclillaba delante del animal, observando como se retorcía. Me traía sin cuidado que alguien viniera y me riñera, era feliz con eso.
¿Por qué el amor duele tanto? Sí, en efecto, me había enamorado de ese idiota —con cariño—.
Y otra pregunta que me hago… ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ello? Quiero olvidarlo, me da igual los métodos que se usen, pero quiero centrarme en ser feliz y ya está, tengo amigos que me quieren y me apoyan en todo. Con eso debería ser feliz ya ¿no? Nunca había tenido amigos, debido a mi forma de ser todos se alejaban de mí. Yo tampoco es que los tratase de las mejores formas. Los llevaba a mi casa y jugaba con las drogas y los instrumentos médicos de mi padre. Era muy divertido aprovecharse de esos pobres ilusos que caían en mis manos y los sedaba.
—Me gustaría volverlo a hacer—pensé en voz alta, mostrando una sonrisa en mis labios adornados por ese color carmín, aunque ya prácticamente no tenía, no había pasado por la habitación a arreglarle, por lo que estaba algo desaliñado, pero nada que no pudiese arreglar.
Me acomodé la gorra y abotoné le uniforme hasta ocultar mi cuello, tal y como Zera quería que hiciéramos. Todavía no se me quitaban las costumbres de cuando estaba en el club, ni tampoco las quería olvidar, ya era parte de mí, parte de mi personalidad. Me sentía cómodo actuando de esa forma aunque pudiera traerme malos recuerdos, pero eso es lo de menos. Arreglé mis cabellos y ya está, ya no estaba tan mal como antes.
En fin, anduve por los pasillos de la academia, buscando algo con lo que entretenerme ya fuera una persona o un inocente animalillo, el caso es que necesitaba quitarme la frustración que no hacía más que crecer en mi interior. Me lo quería pasar bien de una vez. Andando pude encontrarme con unas escaleras que parecían subir a la azotea, allí seguro que habría algo con lo que poder descargar esa frustración como un gato callejero o algo así. Esbozando una sonrisa subí las escaleras esperando encontrarme con algo o alguien, pero cuando subí me di cuenta de que no había nadie, estaba completamente solo. La suave brisa que soplaba acarició mi piel, mis hombros decayeron y mi sonrisa se convirtió en una mueca de resignación.
—Bueno, me quedaré aquí un rato, tampoco me va a hacer daño—pensé de nuevo en voz alta, encogiéndome de hombros mientras daba un par de pasos hasta el centro de la azotea, acercándome más concretamente a la barandilla. De repente escuché el chillido de una rata—Vaya, tenemos aquí a una asquerosa rata.
Sonreí de forma siniestra, volviendo mi rostro lentamente para encarar al roedor que corría de un lado a otro, pero fui más rápido y lo atrapé por la cola, alzándolo. Con la mano que tenía libre saqué un par de agujas, de estas que se utilizan para clavar animales a las mesas cuando los vas a diseccionar. El caso es que saqué un par y las clavé en la piel del animal, y luego las incrusté en el suelo como pude. El animal emitió un chillido más ensordecedor, mas no iba a liberarla de ninguna de las maneras. Una sonrisa de maníaco apareció en mi rostro.
—A ver si consigues levantarte—dije en tono siniestro a la vez que me acuclillaba delante del animal, observando como se retorcía. Me traía sin cuidado que alguien viniera y me riñera, era feliz con eso.
Invitado- Invitado
Re: The red |Priv. Leone|
Habían terminado sus clases, al menos las que le importaban a Leone ya que este solía no asistir a la que le tocaba ahora: acondicionamiento físico. Aún si estaba vestido para ir, era solo para despistar, puesto que ir y ejercitarse con el resto de su curso era impensado para el rubio. Esconderse era lo apropiado, como no podía deambular tras el edificio principal producto de la vigilancia en el sector, tendría que buscar un mejor sitio donde pasar el rato como el buen vago que resultó ser. De los sitios que vinieron a su mente, fué inevitable pensar en la azotea, donde hace algún tiempo conoció a aquel moreno. Klein.
Leone se ofuscó de la nada, maldiciendo su poco criterio y nada de entusiasmo ante la idea de regresar a ese lugar, ¿qué pasa si aparece aquel acosador?,tener ese tipo de roces con él era algo que no deseaba por el momento. Aún así, no se le ocurrió ningún otro lugar donde quedarse sin que le molestara algún profesor u otro alumno le viera. - Bastardo insensible... - masculló mientras caminaba con un paso bastante brusco, subiendo las escaleras y procurando no ser visto o eso trató al inicio de su caminata. - ojalá esté arriba... - deseando contradictoriamente que aquel hombre se encontrara durmiendo en la azotea. - podré darle una golpiza - susurra sonriendo contento, excitado incluso ante la idea de tenerlo entre sus manos y poder apretar su cuello o estampar sus puños a lo largo de su cuerpo. Sin duda será algo que Leone disfrute demasiado.
Estaba ya en el último tramo, pocos escalones hacia la puerta que daba salida a la azotea, los ánimos de Leone aumentaban y rápido fué a abrir aquella para salir finalmente. El cambio de ambiente le hizo entrecerrar sus ojos, acostumbrándose en breve a la luz, buscando con afán al dueño de esos intensos ojos rojos. Avanzó unos cuantos pasos y no sintió la presencia de Klein, ni su aroma,tampoco esa sed tan extraña que sentía emanar constantemente de su ser.
- ¿Se habrá ido antes? - sin considerar que tal vez, nunca estuvo allí y solo fue un deseo retorcido de su parte el encontrarle y tener la excusa para echarle del lugar. Poco le costó notar que un individuo estaba en la zona,la mirada de Leone se quedó fija en aquella persona de cabello oscuro. - espera...- susurró ¿No era Klein?, estaba de espaldas y agachado, podía pasar sin problemas por aquel sujeto pero algo no estaba bien. El aroma. Presuroso avanzó hacia aquel, le importó nada lo que estuviera haciendo,no lo veía de todas formas. - ¡¿Qué se supone que haces tu aquí?! ¡¿Te gusta ser golpeado acaso?! - gritó creyendo aún que era otra persona, pero sus palabras cesaron cuando vió el jueguito que tenía aquel ser.
- ¿Rata? - miró al pobre animalejo, buscandoun mejor ángulo y nota finalmente que aquel no era quien pensaba. - Tú... ¿quién eres tú? - creyendo que esta podría ser una jugarreta hacías u persona, torpemente. Frunció el ceño, como si el otro tuviese la culpa de esto. Miró de nuevo a la rata aquella, sin sentir pena por esta mas estando algo curioso en el porqué de su sufrimiento. - ¿diseccionas o que carajo? - queriendo no estar molesto, tratando de no irritarse solo, pero le era imposible no molestarse con su propio error. Comprendió tarde que esto no era algo normal entre el alumnado, menos en este lugar, pero Leone tampoco vino a hacer algo muy apropiado tampoco. - Tsk...- alzó la diestra y se tapó parte de la cara, queriendo pensar calmo, no tenía caso amedrentar a un pobre infeliz que recién se venía a topar.
Invitado- Invitado
Re: The red |Priv. Leone|
El animal continuaba quejándose debido a los alfileres, emitiendo un desagradable chillido para cualquier oído, mas para mí, sólo era música. Unas irrefrenables ganas de comenzar con la disección aparecieron. Mi mano se dirigió automáticamente al bolsillo de mi chaqueta, con la firme intención de atrapar el bisturí, pero me detuve en seco. No. No empezaría con la diversión tan pronto, esperaría a disfrutar un poco más.
El animal no hacía más que retorcerse, haciendo que se clavase más las agujar, creando un surco en las incisiones. ¿Acaso había algo más entretenido que eso? Lo dudaba. Aunque no sabría decir si el sexo era mucho mejor que esto. Supongamos que ambos se encuentran en el mismo lugar. Ambos me agradan por igual. Continuaba acuclillado delante del animal, retiré la mano del bolsillo y la dirigí hacia la panza del animal, acariciando su vasto pelaje.
—No me gusta el pelo que tienes, es muy vasto—murmuré, sin dejar de acariciar el animal—No es hermoso.
No me di apenas cuenta de que alguien entró en la azotea, estaba demasiado absorto en mi tarea. Sin embargo, el grito masculino de alguien me sacó de mis ensoñaciones. Rápidamente volví la cabeza, observando al joven que se había acercado a mí. No entendí del todo mi reacción, pero fruncí el ceño cuando lo vi. Quizás no emitía un aura demasiado agradable para mí. No sé, algo me estaba diciendo que ese tipo no era trigo limpio. Y bueno, sus palabras también me lo habían dicho. Parecía ser que buscaba a alguien que le caía mal.
—Vaya manera más grosera de dirigirse a alguien—le dije, sin mostrarme intimidado por él. Desde luego no iba a mostrar debilidad ante él, de ninguna manera—No voy a decir mi nombre hasta que tú no me digas el tuyo, has venido molestando—¿tenía algún sentido lo que acababa de pronunciar? Me parece que no.
Por raro que pareciese, a pesar de que el hombre era bastante atractivo a la vista, no me abalancé sobre él como si lo conociese de toda la vida, ni tampoco me lancé a su entrepierna. Estaba pasando algo extraño, pero lo ignoraba. Ahora tenía que responder a su pregunta.
—Creo que es evidente lo que estoy haciendo—-contesté a su pregunta, encogiéndome de hombros con suavidad, mostrándome algo pasota ante el cabreo que traía el contrario encima—No tengo otro entretenimiento mejor, la verdad. Estar aquí es muy aburrido.
Me quejé, inclinando la cabeza hacia un lado y sujetando la gorra que me cubría ésta. Acto seguido, me volví hacia la rata que se encontraba en el suelo, cogiendo esta vez el bisturí de mi bolsillo.
—Y como es aburrido, pues…—coloqué la fría hoja sobre la panza del animal y la hundí poco a poco, provocando que la sangre saliera ligeramente. Una indescifrable sonrisa apareció en mi rostro, era una mezcla entre maníaco, sadismo y placer. ¿Cómo poder clasificarla?—…recurro a estos métodos. ¿No crees que es algo bastante entretenido?
El animal no hacía más que retorcerse, haciendo que se clavase más las agujar, creando un surco en las incisiones. ¿Acaso había algo más entretenido que eso? Lo dudaba. Aunque no sabría decir si el sexo era mucho mejor que esto. Supongamos que ambos se encuentran en el mismo lugar. Ambos me agradan por igual. Continuaba acuclillado delante del animal, retiré la mano del bolsillo y la dirigí hacia la panza del animal, acariciando su vasto pelaje.
—No me gusta el pelo que tienes, es muy vasto—murmuré, sin dejar de acariciar el animal—No es hermoso.
No me di apenas cuenta de que alguien entró en la azotea, estaba demasiado absorto en mi tarea. Sin embargo, el grito masculino de alguien me sacó de mis ensoñaciones. Rápidamente volví la cabeza, observando al joven que se había acercado a mí. No entendí del todo mi reacción, pero fruncí el ceño cuando lo vi. Quizás no emitía un aura demasiado agradable para mí. No sé, algo me estaba diciendo que ese tipo no era trigo limpio. Y bueno, sus palabras también me lo habían dicho. Parecía ser que buscaba a alguien que le caía mal.
—Vaya manera más grosera de dirigirse a alguien—le dije, sin mostrarme intimidado por él. Desde luego no iba a mostrar debilidad ante él, de ninguna manera—No voy a decir mi nombre hasta que tú no me digas el tuyo, has venido molestando—¿tenía algún sentido lo que acababa de pronunciar? Me parece que no.
Por raro que pareciese, a pesar de que el hombre era bastante atractivo a la vista, no me abalancé sobre él como si lo conociese de toda la vida, ni tampoco me lancé a su entrepierna. Estaba pasando algo extraño, pero lo ignoraba. Ahora tenía que responder a su pregunta.
—Creo que es evidente lo que estoy haciendo—-contesté a su pregunta, encogiéndome de hombros con suavidad, mostrándome algo pasota ante el cabreo que traía el contrario encima—No tengo otro entretenimiento mejor, la verdad. Estar aquí es muy aburrido.
Me quejé, inclinando la cabeza hacia un lado y sujetando la gorra que me cubría ésta. Acto seguido, me volví hacia la rata que se encontraba en el suelo, cogiendo esta vez el bisturí de mi bolsillo.
—Y como es aburrido, pues…—coloqué la fría hoja sobre la panza del animal y la hundí poco a poco, provocando que la sangre saliera ligeramente. Una indescifrable sonrisa apareció en mi rostro, era una mezcla entre maníaco, sadismo y placer. ¿Cómo poder clasificarla?—…recurro a estos métodos. ¿No crees que es algo bastante entretenido?
Invitado- Invitado
Re: The red |Priv. Leone|
A Leone no le interesaban los modales, no cuando estaba enojado, nada salvo desquitarse le importaba en momentos como ese.El comentario que aquel soltó, poco y nada afectó al rubio, pero dentro de ese poco que le llegó fue en su curiosidad. ¿Realmente aquel quería saber su nombre? ¿A caso Leone preguntó el ajeno?, no pudo pensar bien sobre eso, el malestar de no encontrarse con el estúpido de Klein era más que todo, más que su razonamiento.
Miró la desdichada rata, el cómo esta se retorció o exclamaba ante la tortura que ese hombre le provocaba, mentiría si dijera que no tenía cierta diversión, retorcida, pero diversión a fin de cuentas. Caminó más para acercarse bastante al tipo,dejando las manos a los costados del cuerpo y le responde, aún enfadado, pero ya no tan eufórico como en un inicio. - ¿No sería mejor buscar a alguien con quien practicar tales acciones? - se agacha un poco, curioso. - Si un vigilante o algún estúpido soplón se pasara por aquí, dudo que salgas bien de esto... chico.- observando con suma atención al animal y lo que el moreno le hizo. Terminó por ponerse en cuclillas, asintió a lo que le preguntó, notando el goce en el rostro ajeno - Quizás... aunque preferiría hacerlo en otros seres, los animales son muy sencillos ¿no lo crees? - buscando entre sus ropas una pequeña cajetilla, donde guardaba algunos cigarros y toma uno poniéndole entre los labios.
Mentiría si dijese que eso no le interesó, incluso olvidó por instantes que debía buscar a Klein. - ¿Fumas? - movió la cajetilla hacia aquel, esperando un tiempo prudente antes de volver a guardar el empaque y solo por una costumbre más que cortesía hacia el extraño. - o incluso, si aún insistes con animales... hay otras opciones mejores que una rata. - pensando al respecto, como si él fuese un practicante habitual de tamaño castigo a un indefenso animal. Aunque Leone, no cambiaría la expresión de dolor aún por una criatura más grande que un ser humano, nada podía compararse.
Tomó un encendedor pequeño, metálico y prendió el extremo de su cigarro, manteniendo el fuego un poco más para luego cerrar y guardar aquel aparato. - ah... oye... - recordando uno de los motivos por los cuales vino a la azotea - ¿Te has topado con alguien al venir aquí? - no quiso detallar más, no lo vió apropiado, esperando que aquel extraño tipo pudiese darle algún tipo de pista. Frunció el ceño por hábito más que enojo, aunque pocas veces no se encontraba molesto en la academia. Aspiró profundo, reteniendo momentos silenciosos hasta exhalar hacia un costado aquel humo, aroma un tanto fuerte a diferencia de lo que suele fumar. Volvió a mirar a sus alrededores, sin haber ceñas del otro, pensando en algún otro sitio donde poder encontrar a tal bastardo.
Pronto, una vena se alza en su frente, denotando la molestia casi instantánea que ganaba al pensar en Klein.- Un tipo con cara de estúpido, bromista y con una sonrisa insoportable ¿te suena? - arqueó una ceja e interrogó al otro, era importante, pero aquel hombre le causaba algo a su temple, algo que no pudo descifrar y quizás nunca lo logre hacer.
Miró la desdichada rata, el cómo esta se retorció o exclamaba ante la tortura que ese hombre le provocaba, mentiría si dijera que no tenía cierta diversión, retorcida, pero diversión a fin de cuentas. Caminó más para acercarse bastante al tipo,dejando las manos a los costados del cuerpo y le responde, aún enfadado, pero ya no tan eufórico como en un inicio. - ¿No sería mejor buscar a alguien con quien practicar tales acciones? - se agacha un poco, curioso. - Si un vigilante o algún estúpido soplón se pasara por aquí, dudo que salgas bien de esto... chico.- observando con suma atención al animal y lo que el moreno le hizo. Terminó por ponerse en cuclillas, asintió a lo que le preguntó, notando el goce en el rostro ajeno - Quizás... aunque preferiría hacerlo en otros seres, los animales son muy sencillos ¿no lo crees? - buscando entre sus ropas una pequeña cajetilla, donde guardaba algunos cigarros y toma uno poniéndole entre los labios.
Mentiría si dijese que eso no le interesó, incluso olvidó por instantes que debía buscar a Klein. - ¿Fumas? - movió la cajetilla hacia aquel, esperando un tiempo prudente antes de volver a guardar el empaque y solo por una costumbre más que cortesía hacia el extraño. - o incluso, si aún insistes con animales... hay otras opciones mejores que una rata. - pensando al respecto, como si él fuese un practicante habitual de tamaño castigo a un indefenso animal. Aunque Leone, no cambiaría la expresión de dolor aún por una criatura más grande que un ser humano, nada podía compararse.
Tomó un encendedor pequeño, metálico y prendió el extremo de su cigarro, manteniendo el fuego un poco más para luego cerrar y guardar aquel aparato. - ah... oye... - recordando uno de los motivos por los cuales vino a la azotea - ¿Te has topado con alguien al venir aquí? - no quiso detallar más, no lo vió apropiado, esperando que aquel extraño tipo pudiese darle algún tipo de pista. Frunció el ceño por hábito más que enojo, aunque pocas veces no se encontraba molesto en la academia. Aspiró profundo, reteniendo momentos silenciosos hasta exhalar hacia un costado aquel humo, aroma un tanto fuerte a diferencia de lo que suele fumar. Volvió a mirar a sus alrededores, sin haber ceñas del otro, pensando en algún otro sitio donde poder encontrar a tal bastardo.
Pronto, una vena se alza en su frente, denotando la molestia casi instantánea que ganaba al pensar en Klein.- Un tipo con cara de estúpido, bromista y con una sonrisa insoportable ¿te suena? - arqueó una ceja e interrogó al otro, era importante, pero aquel hombre le causaba algo a su temple, algo que no pudo descifrar y quizás nunca lo logre hacer.
Invitado- Invitado
Re: The red |Priv. Leone|
Observé como el contrario se acercó a mí, acuclillándose ami lado para captar mejor lo que estaba haciendo, al menos esa era mi percepción ante lo visto. Luego podría ser todo completamente distinto, pero bueno, daba igual, estaba entretenido haciendo sufrir a aquella rata, la cual chillaba tratando de escapar de las garras de un maníaco como yo. Eso según las palabras de los demás, las cuales ignoraba por completo.
— Es cierto que es mejor buscar a alguien con quien practicar, pero prefiero hacerlo en privado —una casi indescifrable sonrisa apareció en mi rostro, casi se podría calificar como de perversión—, así es todo mucho más íntimo —la sonrisa no desapareció de mi rostro, era posible que me calificara de tétrico o similar, pero me daba lo mismo, era feliz así—. No sé porqué dices eso, es sólo una asquerosa rata que pasaba por aquí, no es ningún alumno ni nada parecido. Además, estoy haciendo un gran favor, estos animales son una plaga —me encogí de hombros, continuando con mi goce y disfrute viendo sangrar a la rata, la cual poco a poco iba perdiendo la vida debido a la falta de sangre—. Sí, tienes razón, pero es lo que he encontrado y necesitaba descargar mi frustración en algo.
Bien parecía que todo me importaba un bledo, y prácticamente era así. Vale que la culpa recaía gran parte sobre mí, pero también en Elliot. Estaba a cargo de él, por lo que debía preocuparse por mantenerme casi constantemente vigilado. No sabía con quien estaba tratando, era completamente ajeno a todo. No mostraba mi verdadero carácter delante de él. En presencia de su persona era aún más sumiso y servicial.
Alcé una ceja extrañado cuando me ofreció cigarrillos. Ciertamente no había fumado nunca, mas no me agradaba el olor, y si eso no lo lo hacía, tampoco creo que me agradara su sabor, por lo que rechacé su oferta con una negación de mi cabeza. La rata murió, cosa evidente a decir verdad. Miré con decepción al animal y suspiré apenado. Solté el bisturí y retiré los alfileres que mantenían al animal anclado al suelo.
— Jo... No ha durado nada... —mencioné con tristeza, mirando el corte que le hecho al roedor. Estaba para tirarlo, pero mejor lo dejaba un tiempo ahí o... ¿lo guardo y se lo regalo a Dai? Una sonrisa retorcida adornó mis labios delineados por el carmín. Sí, sería una buena idea hacerle un regalo de ese calibre. Quería traumatizar a ese conejo de alguna forma. Aunque no sabía si eso me alejaría de Elliot. Bueno, da igual, sé que no tengo suerte en esta vida—. Te repito que es lo único que he encontrado.
Suspiré profundamente y me levanté, no despegué la mirada del animal inerte en el suelo. En mi interior buscaba un lugar dónde poder introducirlo para que Dai no lo viera, ni tampoco Elliot. Algo así como una caja, pero no había nada parecido por los alrededores. Dirigí mi mirada hacia el contrario, tratando de alejarme del humo del cigarrillo. No soportaba el olor. Negué con la cabeza ante ante su interrogante.
— No, todo estaba muy tranquilo hoy, apenas me he encontrado con gente —contesté con sinceridad y me encogí de hombros con suavidad, aún buscando una especie de recipiente para poder transportar la rata. La descripción que me dio, dos de sus características me recordaron a cierto conejo, por lo que casi de forma inconsciente fruncí levemente el ceño—. Conozco alguien que cumple con la mayoría de esas características, pero no creo que sea a esa persona a quien buscas —comenté casi con tranquilidad, sin apartar la mirada, la tenía como ida—. Todo el mundo lo considera como alguien sumamente adorable, cosa en la que discrepo totalmente. Es estúpido. Infinitamente estúpido —me agaché para recoger el cadáver del animal—. ¿Crees que será un buen regalo para alguien como él? Yo creo que sí. Corromperé su inocencia.
— Es cierto que es mejor buscar a alguien con quien practicar, pero prefiero hacerlo en privado —una casi indescifrable sonrisa apareció en mi rostro, casi se podría calificar como de perversión—, así es todo mucho más íntimo —la sonrisa no desapareció de mi rostro, era posible que me calificara de tétrico o similar, pero me daba lo mismo, era feliz así—. No sé porqué dices eso, es sólo una asquerosa rata que pasaba por aquí, no es ningún alumno ni nada parecido. Además, estoy haciendo un gran favor, estos animales son una plaga —me encogí de hombros, continuando con mi goce y disfrute viendo sangrar a la rata, la cual poco a poco iba perdiendo la vida debido a la falta de sangre—. Sí, tienes razón, pero es lo que he encontrado y necesitaba descargar mi frustración en algo.
Bien parecía que todo me importaba un bledo, y prácticamente era así. Vale que la culpa recaía gran parte sobre mí, pero también en Elliot. Estaba a cargo de él, por lo que debía preocuparse por mantenerme casi constantemente vigilado. No sabía con quien estaba tratando, era completamente ajeno a todo. No mostraba mi verdadero carácter delante de él. En presencia de su persona era aún más sumiso y servicial.
Alcé una ceja extrañado cuando me ofreció cigarrillos. Ciertamente no había fumado nunca, mas no me agradaba el olor, y si eso no lo lo hacía, tampoco creo que me agradara su sabor, por lo que rechacé su oferta con una negación de mi cabeza. La rata murió, cosa evidente a decir verdad. Miré con decepción al animal y suspiré apenado. Solté el bisturí y retiré los alfileres que mantenían al animal anclado al suelo.
— Jo... No ha durado nada... —mencioné con tristeza, mirando el corte que le hecho al roedor. Estaba para tirarlo, pero mejor lo dejaba un tiempo ahí o... ¿lo guardo y se lo regalo a Dai? Una sonrisa retorcida adornó mis labios delineados por el carmín. Sí, sería una buena idea hacerle un regalo de ese calibre. Quería traumatizar a ese conejo de alguna forma. Aunque no sabía si eso me alejaría de Elliot. Bueno, da igual, sé que no tengo suerte en esta vida—. Te repito que es lo único que he encontrado.
Suspiré profundamente y me levanté, no despegué la mirada del animal inerte en el suelo. En mi interior buscaba un lugar dónde poder introducirlo para que Dai no lo viera, ni tampoco Elliot. Algo así como una caja, pero no había nada parecido por los alrededores. Dirigí mi mirada hacia el contrario, tratando de alejarme del humo del cigarrillo. No soportaba el olor. Negué con la cabeza ante ante su interrogante.
— No, todo estaba muy tranquilo hoy, apenas me he encontrado con gente —contesté con sinceridad y me encogí de hombros con suavidad, aún buscando una especie de recipiente para poder transportar la rata. La descripción que me dio, dos de sus características me recordaron a cierto conejo, por lo que casi de forma inconsciente fruncí levemente el ceño—. Conozco alguien que cumple con la mayoría de esas características, pero no creo que sea a esa persona a quien buscas —comenté casi con tranquilidad, sin apartar la mirada, la tenía como ida—. Todo el mundo lo considera como alguien sumamente adorable, cosa en la que discrepo totalmente. Es estúpido. Infinitamente estúpido —me agaché para recoger el cadáver del animal—. ¿Crees que será un buen regalo para alguien como él? Yo creo que sí. Corromperé su inocencia.
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Re: The red |Priv. Leone|
La respuesta ajena sonaba inteligente e incluso más que eso¿será que ya ha probado esos juegos en algunos conocidos?, pero de ser así o ya no puede o simplemente le encanta hacer sufrir a algún ser vivo. Detalló sus facciones, aquel parecía disfrutar, sin dudas era un tipo raro. No sería bueno para Leone mezclarse con lunáticos como aquel, pero es con las siguientes palabras que el moreno menciona que el rubio comienza a molestarse. — Si, es cierto, pero una puta rata no tiene como defenderse... — no era su plan ponerse a la defensa de un animal como ese, detestaba ese tipo de roedores y más al ser cúmulos de enfermedades. — deberías ir por mejores presas, sino jamás estarás satisfecho. — comentó desinteresado ya en la agonía del animal.
Notó como ese sujeto volvía a sonreír — Pareciera que le tienes algo más destinado a la rata...— sin saber que cosa con exactitud. Observó por una última vez el pequeño cadáver, alzó la mano junto al cigarrillo y movió el cilindro dejando que algo de ceniza se soltara sobre la rata. Fué levantándose poco a poco y miró con desgano el borde enrejado de la azotea. Regresó el cigarro a su boca y le ladeó, pensaba en que tendría que ir a otro sitio en busca de ese infeliz, pero el pelinegro muestra ser de utilidad. Vuelve la mirada al otro, sonríe ladino por esa información pese a que no era seguro que hablaran de la misma persona. — ¿por qué lo crees?... ¿Qué sitio suele frecuentar? — se dió cuenta que apenas y sabía algo de ese hombre, no podría entregar muchos datos como para descartar candidatos. Estaba en un problema. — Ese bastardo es cualquier cosa menos adorable... sin duda es un estúpido...— pensaba eso y peores adjetivos, pero daba igual lo que Leone pensara sobre Klein, necesitaba encontrarle y apaciguar su ira.
— ¿regalo? — da una profunda calada a lo que le quedaba de cigarrillo, mira de reojo el posible presente a entregar y sonríe suave — Déjaselo sobre su cama, seguramente le gustará verlo ahí... — acotó prontamente — o en su casillero, depende de que tan habilidoso seas... — dió unos cuantos pasos y se acercó al otro. — oye... ¿por qué le tienes tanto "afecto" al bastardo ese? — preguntó y se sacó la colilla de la boca, la arrojó al suelo y le aplastó con el zapato. Con prontitud buscó un nuevo cigarrillo, debía aprovechar que ahora tenía permitido fumar. — Ah, no se si importe ahora pero, puedes llamarme Leone — comentó sin mayor interés en si aquel le nombraba de esa forma o no. Claro, eso era lo mas educado que el rubio podría ser, no era lo suyo dar la mano o hacer alguna otra tontería como esa.
Observó la entrada al edificio principal, deseaba ver el rostro del tipejo a quien buscaba, pero sabía que por mucho que lo deseara sería casi un "milagro" que aquel apareciera. Quizás sea mejor averiguar un poco más antes de salir en su busca, esperaba que aquel chico supiera algo de él, creía que hablaban de la misma persona al menos por lo que el contrario mencionó. Volvió la vista al otro, si aquel no sabía nada, no requería mayor atención. Dudaba además que pudiese encontrar alguna otra rata por el sector, incluso hallar la que tenía aquel era una proeza bastante impresionante. — Ten cuidado con hacer eso por aquí, a cierta hora suele venir gente a merodear...— refiriéndose más que nada a los guardias y vigilantes, quienes cuidaban que nadie realizara cosas como la que ambos hacían allí.
Notó como ese sujeto volvía a sonreír — Pareciera que le tienes algo más destinado a la rata...— sin saber que cosa con exactitud. Observó por una última vez el pequeño cadáver, alzó la mano junto al cigarrillo y movió el cilindro dejando que algo de ceniza se soltara sobre la rata. Fué levantándose poco a poco y miró con desgano el borde enrejado de la azotea. Regresó el cigarro a su boca y le ladeó, pensaba en que tendría que ir a otro sitio en busca de ese infeliz, pero el pelinegro muestra ser de utilidad. Vuelve la mirada al otro, sonríe ladino por esa información pese a que no era seguro que hablaran de la misma persona. — ¿por qué lo crees?... ¿Qué sitio suele frecuentar? — se dió cuenta que apenas y sabía algo de ese hombre, no podría entregar muchos datos como para descartar candidatos. Estaba en un problema. — Ese bastardo es cualquier cosa menos adorable... sin duda es un estúpido...— pensaba eso y peores adjetivos, pero daba igual lo que Leone pensara sobre Klein, necesitaba encontrarle y apaciguar su ira.
— ¿regalo? — da una profunda calada a lo que le quedaba de cigarrillo, mira de reojo el posible presente a entregar y sonríe suave — Déjaselo sobre su cama, seguramente le gustará verlo ahí... — acotó prontamente — o en su casillero, depende de que tan habilidoso seas... — dió unos cuantos pasos y se acercó al otro. — oye... ¿por qué le tienes tanto "afecto" al bastardo ese? — preguntó y se sacó la colilla de la boca, la arrojó al suelo y le aplastó con el zapato. Con prontitud buscó un nuevo cigarrillo, debía aprovechar que ahora tenía permitido fumar. — Ah, no se si importe ahora pero, puedes llamarme Leone — comentó sin mayor interés en si aquel le nombraba de esa forma o no. Claro, eso era lo mas educado que el rubio podría ser, no era lo suyo dar la mano o hacer alguna otra tontería como esa.
Observó la entrada al edificio principal, deseaba ver el rostro del tipejo a quien buscaba, pero sabía que por mucho que lo deseara sería casi un "milagro" que aquel apareciera. Quizás sea mejor averiguar un poco más antes de salir en su busca, esperaba que aquel chico supiera algo de él, creía que hablaban de la misma persona al menos por lo que el contrario mencionó. Volvió la vista al otro, si aquel no sabía nada, no requería mayor atención. Dudaba además que pudiese encontrar alguna otra rata por el sector, incluso hallar la que tenía aquel era una proeza bastante impresionante. — Ten cuidado con hacer eso por aquí, a cierta hora suele venir gente a merodear...— refiriéndose más que nada a los guardias y vigilantes, quienes cuidaban que nadie realizara cosas como la que ambos hacían allí.
Invitado- Invitado
Re: The red |Priv. Leone|
"Deberías ir por mejores presas, sino jamás estarás satisfecho."
Una maquiavélica sonrisa adornó mis labios en cuanto mencionó aquellas palabras. Tenía toda la razón, debía buscar presas que me llenaran, que saliera satisfecho, pero lo que el contrario no se imaginaba es que mi vista se centró en él ahora. Si se hubiera callado quizá no se me hubiera pasado ni por la tela de juicio hacerle nada.
— Tienes razón —mencioné , encogiéndome de hombros con suavidad—. ¿Qué tal si hago algo contigo? Seguro que nos lo pasamos muy bien.
Ladeé con suavidad la cabeza, guiñándole un ojo y sacando la lengua de forma juguetona. La verdad es que era un hermoso ejemplar, seguro que se veía bien tumbado en el suelo, sin poder moverse lo más mínimo mientras yo hacía mi trabajo. Bueno, ahora regresando al asunto de la persona que estaba buscando el contrario.
— No sé, no eres del tipo de persona que se juntaría con el sujeto del que hablo; al menos no en mi opinión —contesté a su interrogante, observándolo mientras aún tenía en mi mano el cadáver del roedor. A continuación escuché lo que pensaba de la persona que buscaba—. Vale, ya está claro que no hablamos del mismo, aunque coincidamos en que es estúpido.
Realicé un movimiento afirmativo con mi cabeza en respuesta a su pregunta. Sinceramente tenía pensado darle de regalo a la rata, seguro que le hacía ilusión. La sonrisa que adornaba mis labios, llena de malas intenciones, se ensanchó aún más. Entrecerré los ojos y dirigí mi mirada hacia el peludo y asqueroso animal. Estaba ansioso por ver su reacción, no podía evitarlo por más que quisiera.
— Gracias por tus sugerencias, ya veré donde le dejo este maravilloso animal —evidentemente iba con sarcasmo, me parecía un animal asqueroso—. Estoy deseando ver su cara.
Alcé una ceja en cuanto vi que sacaba otro cigarrillo. Fumaba demasiado para mi gusto, pero oye, cada cual que haga lo que quiera con su vida, no voy a meterme en asuntos ajenos, mientras no me afecte negativamente a mí...
— No me gusta contar mis intimidades a un desconocido, dejémoslo en que simplemente le odio —puntualicé, me negaba a hablar de mis intimidades con alguien con quien apenas he hablado y no he intercambiado nombres aún—. Jaibo.
Me presenté en cuanto él lo hizo. En fin, acto seguido me guardé la rata para encontrarle un lugar en el cual dejarla para que Dai la encontrase y se diera el susto del siglo. Sonreí ya más afable, las malas intenciones por el momento se desvanecieron completamente. Ya había maquinado mi plan y seguro que sería todo un éxito, después de todo en el club nadie sospechó de mí.
— ¡Kyaha~! ¿Crees que no lo tengo todo controlado? —respondí con una pregunta y acto seguido entrecerré la mirada, posándola en el contrario—. Ya no soy ningún crío inconsciente e inocente, dejé de serlo hace ya unos cuantos años.
>> Sé la hora a la que pasan los guardias por la academia, aunque cierto es que puede haber un cambio inesperado en los horarios de vigilancia, pero generalmente siempre pasan en el mismo intervalo de tiempo. Por eso estaba tan tranquilo.
Una maquiavélica sonrisa adornó mis labios en cuanto mencionó aquellas palabras. Tenía toda la razón, debía buscar presas que me llenaran, que saliera satisfecho, pero lo que el contrario no se imaginaba es que mi vista se centró en él ahora. Si se hubiera callado quizá no se me hubiera pasado ni por la tela de juicio hacerle nada.
— Tienes razón —mencioné , encogiéndome de hombros con suavidad—. ¿Qué tal si hago algo contigo? Seguro que nos lo pasamos muy bien.
Ladeé con suavidad la cabeza, guiñándole un ojo y sacando la lengua de forma juguetona. La verdad es que era un hermoso ejemplar, seguro que se veía bien tumbado en el suelo, sin poder moverse lo más mínimo mientras yo hacía mi trabajo. Bueno, ahora regresando al asunto de la persona que estaba buscando el contrario.
— No sé, no eres del tipo de persona que se juntaría con el sujeto del que hablo; al menos no en mi opinión —contesté a su interrogante, observándolo mientras aún tenía en mi mano el cadáver del roedor. A continuación escuché lo que pensaba de la persona que buscaba—. Vale, ya está claro que no hablamos del mismo, aunque coincidamos en que es estúpido.
Realicé un movimiento afirmativo con mi cabeza en respuesta a su pregunta. Sinceramente tenía pensado darle de regalo a la rata, seguro que le hacía ilusión. La sonrisa que adornaba mis labios, llena de malas intenciones, se ensanchó aún más. Entrecerré los ojos y dirigí mi mirada hacia el peludo y asqueroso animal. Estaba ansioso por ver su reacción, no podía evitarlo por más que quisiera.
— Gracias por tus sugerencias, ya veré donde le dejo este maravilloso animal —evidentemente iba con sarcasmo, me parecía un animal asqueroso—. Estoy deseando ver su cara.
Alcé una ceja en cuanto vi que sacaba otro cigarrillo. Fumaba demasiado para mi gusto, pero oye, cada cual que haga lo que quiera con su vida, no voy a meterme en asuntos ajenos, mientras no me afecte negativamente a mí...
— No me gusta contar mis intimidades a un desconocido, dejémoslo en que simplemente le odio —puntualicé, me negaba a hablar de mis intimidades con alguien con quien apenas he hablado y no he intercambiado nombres aún—. Jaibo.
Me presenté en cuanto él lo hizo. En fin, acto seguido me guardé la rata para encontrarle un lugar en el cual dejarla para que Dai la encontrase y se diera el susto del siglo. Sonreí ya más afable, las malas intenciones por el momento se desvanecieron completamente. Ya había maquinado mi plan y seguro que sería todo un éxito, después de todo en el club nadie sospechó de mí.
— ¡Kyaha~! ¿Crees que no lo tengo todo controlado? —respondí con una pregunta y acto seguido entrecerré la mirada, posándola en el contrario—. Ya no soy ningún crío inconsciente e inocente, dejé de serlo hace ya unos cuantos años.
>> Sé la hora a la que pasan los guardias por la academia, aunque cierto es que puede haber un cambio inesperado en los horarios de vigilancia, pero generalmente siempre pasan en el mismo intervalo de tiempo. Por eso estaba tan tranquilo.
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Re: The red |Priv. Leone|
Le tomó por sorpresa esa pregunta —¿Es eso acaso una invitación? — sonrió ladino por la interrogante y no resultó ser tan idiota como para no entender a que se refería, miró de reojo a la rata y supuso que su destino podría ser parecido a ese. Rió bajo al pensarlo, nunca le habían hecho semejantes cosas en el cuerpo, más que nada porque Leone no era un masoquista ni alguien fácil de someter. — Ten presente que soy más activo que una mísera rata, chico — dijo dejando en claro que no se dejaría manipular para entretener al moreno. Aún así, no se negó a la idea de jugar un rato con aquel muchacho ¿quién quedaría en pie tras eso? , deseó que realmente sucediera y así podría saber que tan débil era.
Se desilusionó al oír las palabras ajenas y analizó su persona en comparación a la de Klein, no tenían muchas cosas en común, pero vale decir que bien poco le conocía como para compararse mejor. Realizó una mueca de disgusto y prefirió no responder, no podía hacerlo. Aquel no le servía entonces, Leone tendría que ir a buscar a otro sitio o simplemente olvidarse de esa odiosa búsqueda, después de todo solo le buscaba para apalearle. Quizás para que le dé más cigarrillos, pero para nada más que eso.
Encendió el cigarro y nuevamente volvió a su habitual actuar, aspirar hondo y llenarse de ese asqueroso olor, intoxicando cada vez más su organismo. Guardó silencio otros momentos, se le hacía difícil hablar al no ser muy sociable o amistoso, menos ese día. — Tiene sentido, Jaibo — trataría de recordar el nombre en lo que duraba la conversación ya que dudaba volver a verle algún día en el ámbito estudiantil, si nunca le vio hasta ahora era por alguna razón. “Quizás a la otra tenga alguna paloma…o más ratas, quien sabe” pensó mirando al otro.
Avanzó unos cuantos pasos dejando atrás al moreno, sonrió al escucharle y volteó a verle — ¡Eso suena bien! — mantuvo su sonrisa — Me agrada la gente como tu — y no lo decía solo por eso, sino que bastaba ver que el pelinegro hacía lo que le venía en gana porque quería y podía, no cualquiera puede jactarse de ello. — Tal vez a la próxima, sea yo quien te provea de una víctima más entretenida — sin deseos de aclarar si él se “ofrecería” o si le traería algún otro desdichado animal.
Mordió el cigarro y estiró ambos brazos al frente, juntó las manos e hizo tronar sus huesos algunas veces, sus dorados ojos seguían atentos a Jaibo y entonces pregunta — ¿Sigues aburrido? — en un tono incitante, no le resultaría malo divertirse junto al otro, siempre le pareció interesante involucrarse con gente como él al no ser muy común en la sociedad. — No me importaría hacer una pausa en mi búsqueda, aunque claro, solo si tienes algo interesante que hacer… — relajó el cuerpo y volteó nuevamente, quizás aquel le mandaba a la mierda y ahí terminaría todo. No debía entusiasmarse de sobra, por lo que optó por lo más sano y emprendió la caminata hacia la entrada preparando su retirada del lugar.
Se desilusionó al oír las palabras ajenas y analizó su persona en comparación a la de Klein, no tenían muchas cosas en común, pero vale decir que bien poco le conocía como para compararse mejor. Realizó una mueca de disgusto y prefirió no responder, no podía hacerlo. Aquel no le servía entonces, Leone tendría que ir a buscar a otro sitio o simplemente olvidarse de esa odiosa búsqueda, después de todo solo le buscaba para apalearle. Quizás para que le dé más cigarrillos, pero para nada más que eso.
Encendió el cigarro y nuevamente volvió a su habitual actuar, aspirar hondo y llenarse de ese asqueroso olor, intoxicando cada vez más su organismo. Guardó silencio otros momentos, se le hacía difícil hablar al no ser muy sociable o amistoso, menos ese día. — Tiene sentido, Jaibo — trataría de recordar el nombre en lo que duraba la conversación ya que dudaba volver a verle algún día en el ámbito estudiantil, si nunca le vio hasta ahora era por alguna razón. “Quizás a la otra tenga alguna paloma…o más ratas, quien sabe” pensó mirando al otro.
Avanzó unos cuantos pasos dejando atrás al moreno, sonrió al escucharle y volteó a verle — ¡Eso suena bien! — mantuvo su sonrisa — Me agrada la gente como tu — y no lo decía solo por eso, sino que bastaba ver que el pelinegro hacía lo que le venía en gana porque quería y podía, no cualquiera puede jactarse de ello. — Tal vez a la próxima, sea yo quien te provea de una víctima más entretenida — sin deseos de aclarar si él se “ofrecería” o si le traería algún otro desdichado animal.
Mordió el cigarro y estiró ambos brazos al frente, juntó las manos e hizo tronar sus huesos algunas veces, sus dorados ojos seguían atentos a Jaibo y entonces pregunta — ¿Sigues aburrido? — en un tono incitante, no le resultaría malo divertirse junto al otro, siempre le pareció interesante involucrarse con gente como él al no ser muy común en la sociedad. — No me importaría hacer una pausa en mi búsqueda, aunque claro, solo si tienes algo interesante que hacer… — relajó el cuerpo y volteó nuevamente, quizás aquel le mandaba a la mierda y ahí terminaría todo. No debía entusiasmarse de sobra, por lo que optó por lo más sano y emprendió la caminata hacia la entrada preparando su retirada del lugar.
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