|Priv| Creando un bello recuerdo... ¿cierto?

por Invitado Miér Ene 08, 2014 2:58 am

Sabía desde que ingresó a la academia que en la víspera de navidad se realizaría un festejo muy especial. Es a causa de ello que planificó y ajustó su agenda de tal modo que la tarde del veinticuatro de diciembre y la noche del mismo día, estaría libre y podría pasar una linda velada con su ahora compañera, Kuroki. Si bien, no llevaban mucho tiempo juntos, la joven le ayudaba en las cosas que él por ignorancia o falta de habilidad no podía hacer solo, además de ser su acompañante en muchas actividades. William le tomó mucho afecto. Quería hacerle sentir en un verdadero hogar y él creía saber y poder darle uno.

El día esperado, procuró salir temprano de casa para buscar algunas cosas que le eran necesarias, había dejado un mensaje en un mueble próximo a la cama de la coneja indicándole lo siguiente:

Kuroki, salí temprano por unos pendientes y me pasaré directo a la academia. No me esperes hasta después de las clases, vete directo a casa luego de tus clases y espero que lo que te dejé te sirva o al menos te agrade. Traté de obtener algo lindo para ti... Te espero en la academia a las siete, en el salón de eventos secundario.
Cuídate en el camino ¿si?, fíjate por donde pisas.
William.

Sonó algo formal, pero William quiso no poner mucho sentimiento en sus palabras o la joven podría malinterpretarle, él solía ser muy evidente al hablar con él diferente a como era al escribir. Claro, mantenía una base recta y serena la mayor parte del tiempo. Bajo la nota había una bolsa cuidadosamente envuelta, no era muy voluminosa y se alcanzaba a traslucir algo de color oscuro desde el interior. Dentro del paquete William había dejado un pequeño obsequio para que la menor, si lo deseaba, usara más tarde.

Al acabar con todas sus obligaciones, tanto las de la mañana como las de la tarde, fué a la sala de profesores a buscar sus cosas y se fué a alistar. Al impartir clases de acondicionamiento físico, tenía acceso amplio tanto al gimnasio como a los camarines y es allí donde fué a bañarse y cambiarse de ropas. Tenía preparado ya su atuendo, uno que Kuro no conociera y era bastante diferente al normal usado por William. Se trataba de un terno de color negro con adornos plateados y camisa en color gris clara y había una corbata negra que el ex-militar no usó al no estar entre las prendas. De haber estado, no hubiese sido sano para William y quizás si para Will.

El tiempo pasó y la hora pactada por el mayor estaba acercándose, William se dirigió al sitio donde se llevaría a cabo la reunión con la pequeña coneja. Estaba más que ansioso, se le veía inquieto y prefirió ingresar al salón que según había oído, era muy especial. Entró y al hacerlo pudo ver en su interior algo que lo conmovió. El salón era grande, no muy excesivo y daba una atmósfera privada, cálida e incluso romántica. Había en un extremo una mesa grande con diversos postres y platillos ligeros, además de una mesa más pequeña e íntima. Un gran árbol de navidad se alzaba en el centro de la habitación, iluminado en tonos blancos y azules. El suelo estaba forrado con una alfombra de color claro, contrastando con los muebles y el mismo pino central.

- Es... es... justo lo que quería...- asombrado y contento por las cosas que veía, es como si hubiesen indagado en su mente y sacado todas las cosas que el hombre tenía pensadas y, justamente, eso es lo que sucedió. Era la magia de las hadas la que creaba todo esto, sin olvidar los muérdagos que estaban situados en diversos puntos, casi escondidos y esperando por ser descubiertos. - impresionante...- aún sin poder creer lo que veía, avanzó e inspeccionó todas las cosas con suma emoción. Quería ver pronto a Kuroki y compartir esto con ella, lo anhelaba desde lo más profundo de su ser. Ya era la hora, William no supo si ir hacia la entrada o si esperarle sentado y casual, indeciso se quedó a un costado del árbol aún tratando de decidir en si ir o volver.

por Invitado Miér Ene 08, 2014 9:03 pm

Recién despertaba revolviéndose entre las sábanas, la alarma había sonado al tiempo correcto en el que Kuroki debía levantarse para preparar el desayuno. Se levantó sentándose sobre el borde de la cama con los cabellos como los de un puercoespín, todos alborotados, bostezó un poco y se talló los ojos. Hoy parecía un día bueno. Lo que le llamó la atención a la pequeña fue una pequeña nota sobre el mueble continuo a su cama y una bolsita algo traslúcida con lo que parecía ser tela negra. –“¿Qué será?”- se preguntaba al abrir el sobre y encontrar una carta con la letra de William; su carita parecía ruborizarse con el simple hecho de reconocer la letra, y aún más por notar que William se preocupaba por ella en lo último de su carta con ese toque de él. Ese “fíjate por dónde pisas” era símbolo de la preocupación hacia ella. Kuroki sonrió y tomó aquella bolsa para abrirla y mirar su contenido. Dentro había un bello vestido color negro straple de encaje hasta un poco arriba de las rodillas, unos guantes largos del mismo color y un broche de una flor roja con pequeñas incrustaciones de imitación de diamantes swarowski. Al verlo los pies casi le flaquean de la emoción; era muy bonito aquel regalo, pero ante todo eso había algo que no le quedaba claro.. ¿Para qué era el vestido? Sin embargo; por la nota y el vestido seguramente era para usarlo esta noche.

Kuroki dio un brinco de la cama y se apuró a meterse a bañar, pocas veces cantaba en el baño pero ese día en particular tarareaba una melodía que recién había escuchado en la radio y que no había podido sacarse de la cabeza. Como William se había ido temprano, no tuvo que preocuparse por hacer el desayuno, y eso implicaba que tenía algo de tiempo libre y decidió aprovecharlo para tomar un libro y leer por lo menos un capítulo, era para un trabajo de su clase de literatura; cuando vio la hora se preparó para ir a clases, teniendo mucho cuidado por el camino, pues el recordatorio de William se le había quedado grabado, además no quería lucir ese bello vestido con alguna raspadura o hematoma. Kuroki en la escuela era como un fantasma, casi nadie notaba su presencia, pero el día de hoy en vez de parecer un fantasma, la coneja parecía un Zashiki warashi.* Y al terminar las clases ni siquiera se detuvo para nada, bajo las escaleras del edificio a toda prisa y casi a paso apresurado regresó a casa; marcaban las 3 de la tarde cuando cruzó la puerta de la entrada, aún tenía algo de tiempo pero sólo por esa ocasión quiso tomarse un tiempo para ella misma justo después de comer un poco de una ensalada de verduras y realizar sus tarea para el siguiente día.

Llenó la tina de baño y colocó unas sales de baño en ésta para que burbujeara. Su baño duro alrededor de 30 minutos, se dejó consentir en la bañera mientras jugaba con unas cuantas burbujas; después salió y vació la tina de baño mientras se enredaba la toalla al cuerpo y se dirigía a su habitación en donde ya había preparado sus ropas, miró el reloj el cual marcaba las 6:00 p.m., y comenzó a vestirse con aquel vestido negro, y para hacer conjunto con el color, inclusive su ropa interior la había escogido de color negro con encaje ceñido a su piel; se arregló el pelo cepillándoselo perfectamente y colocándose un poco de cera y spray para mantenerlo ordenado y no alborotado, quería lucir bonita para William. Y como últimos detalles se colocó el broche de rosa a un costado de su pecho, se puso los guantes largos y una gargantilla de encaje al cuello y como un aditamento un poco provocativo un ligero en el muslo derecho. Se puso un perfume de aroma dulce, unos pendientes de corazón y unas zapatillas negras. Salió de casa y se dirigió rumbo a la academia, específicamente al salón secundario. Al entrar, primero se deslumbró con la decoración del lugar, con alfombra roja y algunas luces que daban un ligero tono a sepia en el ambiente.

Kuroki caminó lentamente entre el pasillo mirando hacia ambos lados en busca de William, y quiso intentar algo nuevo que debía comenzar a desarrollar: su sentido del olfato. Recientemente hablando con Fabiana le había dicho que eso era una cualidad en las razas, su olor particular. Así que comenzó a olfatear; primero no detectó nada, pero poco a poco los aromas se abrían a su paso; habían algunos que olían dulces, otros frutales y había algunos que detectaba el olor a sangre y otros a tierra. Pero ninguno que le recordara a William; sin embargo, no se dio por vencida y siguió adentrándose hasta que por fin dio con el.

-¡Ah! ¡William! Perdón, llegué un poco tarde.

Mencionó sonriendo y acercándose a el con las mejillas ligeramente sonrojadas hasta llegar a su lado; era la primera vez que veía a William tan elegante y guapo.

*Zashiki warashi: es un tipo de fantasma en la mitología japonesa. Protege las casas y a sus habitantes de cualquier peligro, proporcionando felicidad y prosperidad.

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