Tranquilidad [Priv. Howl]

Apenas unos días de clase y ya le habían puesto un trabajo. Bueno, no le quedaba más remedio que hacerlo. Cuanto antes lo hiciera más tiempo libre tendría para hacer sus cosas, eso estaba más que claro. ¿De qué era el trabajo? Sencillo: tenía que realizar un trabajo sobre literatura, en el cual tenía que buscar referencias en los libros de la biblioteca, como era obvio.

Realmente no le importaba realizar tal trabajo, así se integraría mejor en aquel ambiente estudiantil que desde la primera vez que ingresó en la academia, le resultó bastante agradable y anhelaba integrarse lo más pronto posible.

En fin, con la tarea en mente de ir a la biblioteca a buscar información sobre su trabajo, después de que el profesor le impusiera éste; se dirigió hacia la supuesta estancia llena de libros y estanterías. Lugar de estudio de muchos alumnos y alumnas que cursaban en la academia Greenlight. Una vez se encontró en la puerta de entrada del lugar, observó en su interior, viéndose como varios chicos y chicas estudiaban con la mirada pegada en sus libros y en sus apuntes. Eso sí que era un agradable ambiente de estudio.

Comenzó a escudriñar las estanterías en busca del libro que necesitaba para su trabajo, mas no lo encontraba por las primeras estanterías. Buscó y buscó hasta que llegó al final de la biblioteca, encontrando allí lo que estaba buscando. Pensó que le iba a costar más trabajo hallarlo, pero al parecer no fue para tanto. En ese preciso instante, alargó la mano y lo tomó entre sus manos. Acto seguido se dirigió hacia el mostrado para fichar, indicando que había tomado prestado ese libro.

En ningún momento abrió los labios para pronunciar una palabra, únicamente se valió por los gestos corporales y ya está. Una vez la bibliotecaria hubo apuntado el nombre de la joven —Morgiana le extendió su carné—, ésta salio de la biblioteca y se dirigió hacia un lugar un poco más abierto. El mirador que se encontraba en la azotea. No quería estar encerrada, necesitaba algo de aire libre.

Subió las escaleras, y cuando se encontró allí, el aire acarició su piel y meció sus cabellos rojos. Sin que nadie la viera, esbozó una muy leve sonrisa y anduvo un par de pasos hasta sentarse en el suelo a leer el libro tranquilamente. Quedándose en su memoria lo más importante, y obviamente, lo iba a apuntar después en cuanto llegase a su habitación.

Ese día el joven mago se sentía cansado pero no era un día agotador debido a la gran cantidad de ejercicios que tuvo que hacer en clase, para el mago le resultaron bastante cómodos y sencillos de hacer. Una gran ventaja eso de ser muy listo para el mago. Tampoco es que le resultara agotador ir a clase pues para el resultaba como un ligero paseo por el campo, una envidia para cualquiera que le oyera decirlo pero el joven mago no le gustaba presumir de esas cosas, solo había una cosa de la que le gustaba presumir y esa era su belleza. No podía evitarlo y esa era la causa de su cansancio. El tiempo que se ahorraba en los días haciendo los ejercicios de clase y los trabajos mas rápido de lo habitual, lo perdía pasando horas para retocarse. Para muchas cosas resultaba un poco chapuzas, pero en lo referente a su aspecto era todo un perfeccionista.

Tenía tiempo libre, ya se había arreglado y sabía que tenia un par de horas disponibles para hacer lo que se le plazca. Aunque el mago podía ser a veces algo perezoso a la hora de hacer cosas que puedan parecer aburridas se obligo a si mismo a salir a continuar con aquella búsqueda que tenia que cumplir por pedido del mago Norland.

-¿Dónde vas a buscar esta vez, Howl?- Pregunto el demonio de fuego haciendo aparición sobre su hombro mientras observaba como el mago se colocaba la capa por encima de los hombros y tapando momentáneamente a Calcifer. Aun con la pregunta formulada al aire, el mago continúo con sus quehaceres sin responder a la pregunta. -¿Ahora no me hablas?- Dijo Calcifer con cierto aire de enfado encogiendo sus pequeños brazos de fuego en señal de enfado. -Vamos, Calcifer, estaba pensando la respuesta, hemos probado en varios sitios, deberíamos intentar alguno nuevo- Dijo el mago con su habitual sonrisa encantadoramente amable. -Creo que deberíamos de probar algo nuevo- Dijo el mago mientras se acercaba hacia la ventana de la habitación y la abría de par en par. -¿Algo nuevo? ¿Cómo que?- Pregunto el demonio de fuego pero pronto encontró su respuesta cuando el mago empezó a encoger y a cambiar de aspecto hasta conseguir la forma de una paloma blanca y salio volando por la ventana.

El vuelo duro unos minutos dando vueltas y sobrevolando la academia de un lado para otro pero no había nada que pudiera llamar la atención al mago. Observo la azotea de la academia y decidió dejar por el día la búsqueda y proseguir en otro momento y de otra forma. Ya se había cansado. En pleno vuelo empezó a cambiar su forma de nuevo a la humana haciendo sin querer que saltaran algún par de plumas que empezaban a caer antes que el pues el mago había lanzado rápidamente un hechizo para que su velocidad de caída fuera menor. Ya en pleno aire y totalmente transformado paso su mano por su liso pelo rubio para apartarlo un poco del rostro y con la mano libre hizo un ademán para lanzar otro hechizo más. En este caso, el hechizo consistía en hacer una escalera invisible en el aire por la cual empezó a descender lentamente y en pequeños y graciosos saltos.

Cuando estaba casi al final de la escalera que daba al mirador de la academia se percato de una presencia que estaba allí. Una joven de cabellos rojos se encontraba allí con un libro. Dio un pequeño salto y salio lentamente deslizándose por el aire hasta caer sobre el suelo del mirador. Hizo un ademán con la mano derecha para deshacer el hechizo de la escalera y el de la gravedad que había echado sobre si mismo. -Bonito día. ¿No crees?- Pregunto el mago a la joven para luego de terminar de preguntar apartar la mirada lentamente y quedarse observando el cielo.

Se encontraba sentada en el suelo de la azotea, leyendo tranquilamente el libro que había cogido de la biblioteca hace apenas unos minutos. La tranquilidad inundaba el ambiente, provocando que la joven se distrajera y se sumiera por completo en la lectura. No tenía una mala capacidad retentiva, así que ese periodo de calma total la ayudó bastante.

Los pájaros cantaban alegremente en las ramas de los árboles del patio principal, cantos que llegaban perfectamente a los oídos de la joven debido a una desarrollada capacidad auditiva, mas no demasiado elevada. Lo normal.

No prestaba atención a lo que la rodeaba. Muy mal por su parte a decir verdad, no sabía cuando alguien podía intentar hacerle algo, pero circulaban rumores de que era una joven bastante fuerte a pesar de su apariencia tan frágil. Gracias a esos rumores no mucha gente se atrevía a hacerle algo. Era una clara ventaja ciertamente. No se podía quejar.

Pronto la joven salió de sus ensoñaciones al escuchar la voz de alguien más allí. Alzó la cabeza casi de golpe y miró a esa persona, resultando ser un muchacho de cabellos rubios. No vio la entrada del joven debido a que estaba enfrascada en lo suyo. Dobló cuidadosamente la esquina de la página del libro y se levantó del suelo.

— Sï —dijo con una voz calmada, acomodándose el uniforme después de haberse levantado para que no se le viera nada indecente—. Está todo muy tranquilo.

Hizo lo mismo que él y alzó la mirada hacia el cielo. El rostro de Morgiana era serio, como de costumbre. Su mirada se tornaba entrecerrada por la claridad que le brindaba el sol que se alzaba en el inmenso cielo azul. Entonces en ese momento miró la puerta de entrada a la azotea. Estaba cerrada. No la había escuchado de cerrarse ni de abrirse.

— Es extraño, no he escuchado la puerta de abrirse ni de cerrarse —mencionó, bajando la mirada un poco, posándola sobre el contrario para verlo mejor. Parecía ser un chico bastante curioso.

El joven mago había saludado de aquella forma dando los buenos días. Se quedo observando el paisaje como si el realmente no tuviera mucho que hacer pues su mirada parecía haber sido absorbida por el paisaje que se encontraba delante de el, al cual no apartaba su mirada como si un segundo le podría afectar si apartaba la mirada de el. Estaba como hechizado mientras una suave brisa le removía lentamente sus cabellos que ondeaban con el viento y relucían con el brillo del sol.

El joven mago escucho la respuesta de la joven a lo que no pudo evitar girarse sobre si mismo para poder contemplarla y esbozarle una sonrisa. Dejo echar su cuerpo hacia atrás para dejarse apoyar por la barandilla de seguridad y asintió levemente con la cabeza a la respuesta. Volvió la mirada hacia el cielo, para ser más concretos, por el mismo lugar por el que había descendido momentos antes.

-Howl. ¿Es momento para esto?- Pregunto el demonio al mago de forma que solo este le escuchara pero el mago se limito a alzar la mano con gesto de que no era el momento.

En ese momento la joven comento que era extraño que no había escuchado la puerta de abrirse ni de cerrarse. El mago se quedo observándola unos instantes y soltó una pequeña risotada algo infantil e inocente.

-Veo que una joven estaba muy absorta en sus asuntos para percatarse de cómo he llegado aquí- El mago sonrío levemente y se poso un poco doblado en la barandilla. -Solo diré que no he tocado esa puerta- Dijo sonriente mirando de reojo a la joven y volvió a posar su mirada en el cielo.

Aquel hombre parecía ser un poco extraño. Sinceramente no tenía ni la más mínima idea de cómo había entrado en la azotea. O salido, ya que se encontraban al aire libre, un lugar perfecto para evadirse del mundo, tanto como había hecho ella. Perdió por completo la noción del tiempo leyendo el libro que había tomado prestado de la biblioteca.

Una pregunta que ahora invadía su mente era ¿Quién era ese joven? No confundamos con que quería saber su nombre, que eso también, pero la pregunta iba dirigida hacia obtener otra respuesta completamente distinta. Parecía interesante y enigmático, más que nada por las respuestas que le dio y las acciones.

Ladeó un poco la cabeza por sus palabras y por la risotada al escucharla decir que no se había percatado de la puerta, del ruido de la puerta para ser más exactos. Si no había tocado la puerta... ¿Cómo había aparecido allí? La pregunta no hizo más que bailar en el interior de su mente mientras regresaba la cabeza a su posición normal.

— Estaba inmersa en la lectura, el libro es interesante —comentó en tono bajo de voz, no llegando a ser demasiado bajo, y agachó la cabeza para después alzarla y mirarlo a los ojos—. ¿Cómo que no ha tocado la puerta? —preguntó extrañada, mirando en dirección al objeto mencionado y se acercó con él a la barandilla—. Entonces... ¿Sugiere que ha venido volando?

Esa respuesta era incluso disparatada para ella. También hay que destacar que apenas conocía las razas que habitaban en la academia, por lo que pensar que alguien era capaz de volar se le antojaba casi imposible. Sus ojos aún seguían clavados en los ajenos, además que en su rostro no apareció apenas una sonrisa, ni una leve. No estaba demasiado acostumbrada a sonreír. Siempre permanecía seria ante todos.