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Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
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Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Estaba cansado, había tenido un par de trabajos ese día; un chico se desmayó y tuvieron que llevarlo a la enfermería, una chica cayó por las escaleras de la academia pero solo salió con una pierna lastimada y unos cuantos moretones, ninguno de los dos estudiantes tuvieron alguna herida grave por lo cual, luego de unas cuantas horas de reposo volvieron a sus respectivas clases. Siempre tenía trabajo que hacer desde que llegó a ese lugar; podía estar cuidando a los que no se sentían bien e iban a descansar a las camillas, hasta poner vendas en extremidades lesionadas. Afortunadamente su día laboral llegó a su fin, ya era de tarde, alrededor de las 5pm cuando salió de la enfermería. Todavía era temprano como para ir a su departamento, por lo cual se quedó en el lugar.
Se quitó su bata blanca y la dejó en la enfermería, aun se encontraba en el lugar arreglando sus cosas, tendió las sábanas de las camillas y cerró las ventanas, tomó su pequeño bolso saliendo de ahí para cerrarlo con llave, la cual guardó en el bolsillo de sus pantalones. Tenía pensado ir a algún lugar relajante para despejar su mente luego de un arduo día de trabajo –Un lugar tranquilo… ¿La azotea?- pensó mirando las escaleras que llegaban hasta ese sitio, terminando por subirlas.
Llegó a la azotea, la tarde estaba oscura con un cielo gris y lleno de nubes, probablemente llovería pero eso no le molestó en lo absoluto y pasó a sentarse en el suelo del lugar, recostando su espalda contra una pared. Había viento, las hojas de los árboles cercanos se movían. No le parecía un problema aquel tiempo, más bien era relajante en cierto modo; aquella brisa fuerte que agitaba sus cabellos, esa sensación era realmente agradable. Se cubrió el rostro con su máscara, se levantó del suelo y se caminó unos cuantos pasos para poder ver mejor el paisaje, se quedó de pie en ese lugar, dejando que sus pensamientos se los llevara aquel viento.
Se quitó su bata blanca y la dejó en la enfermería, aun se encontraba en el lugar arreglando sus cosas, tendió las sábanas de las camillas y cerró las ventanas, tomó su pequeño bolso saliendo de ahí para cerrarlo con llave, la cual guardó en el bolsillo de sus pantalones. Tenía pensado ir a algún lugar relajante para despejar su mente luego de un arduo día de trabajo –Un lugar tranquilo… ¿La azotea?- pensó mirando las escaleras que llegaban hasta ese sitio, terminando por subirlas.
Llegó a la azotea, la tarde estaba oscura con un cielo gris y lleno de nubes, probablemente llovería pero eso no le molestó en lo absoluto y pasó a sentarse en el suelo del lugar, recostando su espalda contra una pared. Había viento, las hojas de los árboles cercanos se movían. No le parecía un problema aquel tiempo, más bien era relajante en cierto modo; aquella brisa fuerte que agitaba sus cabellos, esa sensación era realmente agradable. Se cubrió el rostro con su máscara, se levantó del suelo y se caminó unos cuantos pasos para poder ver mejor el paisaje, se quedó de pie en ese lugar, dejando que sus pensamientos se los llevara aquel viento.
Invitado- Invitado
Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
El reloj marcaban las 3:40am, Nanase simplemente fijaba su azulina vista en el techo de la habitación que compartía. No eran por los nervios que sentía, pues tendría una prueba en unas horas, no era la taza de café que se había tomado para mantenerse despierto y seguir diseñando varios trajes que posiblemente se convertirían en la próxima moda de invierno, simplemente no podía dormir. Su insomnio había atacado por dos noches seguidas, apenas logrando dormir unas pocas horas en sus ratos libres, a pesar de esto el rostro de Nanase tenía su belleza natural, ni la falta de sueño podía acabar con su estilo. Liberó un suspiro inquieto, lo único que quería en ese momento era cerrar los ojos y soñar, sí, incluso los Demonios sueñan, al menos él.
Giró hacia la derecha, acomodando su cabeza en la almohada y cerrando los ojos – Nada – Dijo con molestia, girando su cuerpo hacia el otro lado, esta vez abrazó la almohada con celo y usó su brazo como la propia cerrando los ojos, esperó un par de minutos, finalmente comenzaba a sentir como su mente se perdía en el mundo de los sueños, hasta que el estruendo de un fuerte trueno le trajo de nuevo a la realidad, nunca antes le habían gustado las tormentas, pero el ir a la cama junto a su compañero no era una buena opción, no sería bien recibido. Abrió los ojos de golpe, casi a la misma velocidad de la luz – Maldita seas, lluvia – Murmuró con molestia, lanzando la inocente almohada hacia el suelo con fuerza ¿Acaso nunca más podría dormir tan apacible como lo hacía antes?
Finalmente resignado, recargó su espalda contra la pared trasera, abrazando sus piernas para mantener el calor, era una noche fría, y por suerte estaba vestido de la manera correcta, incluso seleccionaba su vestimenta para dormir cuando las temperaturas eran bajas, pues en verano … realmente no importaba. Tosió un poco, al parecer se estaba resfriando. Se aclaró la garganta y esperó hasta que el radiante sol llegara para dominar los cielos una vez más.
Pero ese sol nunca llegó, pues la mañana era fría y nublada. Pestañeó con cansancio, unas ligeras ojeras se posaban por debajo de sus ojos azules, las primeras en aparecer en toda su vida. Se miró al espejo con escasa luz, pues aún estaba amaneciendo y la lámpara era demasiado escandalosa como para ser soportada por una persona que aún seguía dormida: Su compañero; pero Nanase no soportaba estar más en esa situación, por lo que se vistió con el uniforme que le correspondía, y para mantener el calor, utilizó una chaqueta bastante hermosa, con un poco de peluche delineando la capucha, era lo suficientemente gruesa como para protegerle del frío, por suerte su hora de clases estaba cerca, esta vez no le importaría ser el primero en llegar al salón.
Su prueba era complicada, pues nunca fue bueno con la historia, y mucho menos de un país que no conocía del todo ¿Quién carajos descubrió el continente? ¿Cuál era la fecha? Eso es incierto, de hecho por lo que había leído se debatía aun, sin duda sería un muy mal día para Nanase. Tamborileaba con el borrador de su lápiz contra la paleta del pupitre, leyendo una y otra vez las preguntas, tratando de recordar el contenido de su libro de texto – Tsk – se mordió el labio un poco molesto, por más que trataba no lograba recordar algo útil, bostezó cansado y finalmente se rindió, tomó sus cosas y entregó el examen al profesor que solo le miró con cierta extrañeza; pero no tuvo tiempo de preguntar algo, pues Nanase ya había salido del salón.
Una vez fuera, caminaba con un aura bastante pesada, había escuchado que la azotea era un lugar tranquilo donde se podía pensar e incluso dormir un poco, a paso lento estornudaba repetidamente, había conseguido un buen refriado, se abrochó la chaqueta y se dispuso a caminar hasta la azotea. Finalmente arriba, abrió la puerta y buscó con la vista, al parecer no había nadie, pero no quería correr ningún riesgo, por suerte, la caseta por donde había llegado tenía unas escaleras para subir a la parte de arriba, y con su último esfuerzo subió. Se acomodó con dificultad en el suelo, dejando sus piernas colgar, pues el espacio era pequeño, pero eso no le importaba, era cómodo. Cerró los ojos y se dejó llevar – Solo un … poco – cayendo profundamente dormido.
Las horas habían pasado, y Nanase seguía compensando aquellas horas de sueño que le faltaban, no había asistido a sus clases, seguro se metería en problemas. El ruido de la puerta abrirse le distrajo un poco de su sueño, pero el sentir una gota en su mejilla le trajo lentamente de nuevo hacia la realidad - ¿uh? – Gimió con un poco de dolor, pues su cuerpo comenzaba a reaccionar por dormir en un lugar tan rígido como ese. Irguió su espalda y frotó sus azulinos ojos con ambos puños en movimientos lentos, bostezó de nuevo, mirando borrosamente a un hombre, con una aparente mascara - ¿Pero quién usa eso en estos tiempos? Eso ya está pasado de moda- Ladeó su perfecto rostro levemente, tosiendo un poco y fijando su vista en el enmascarado hombre ¿Quién es?.
Giró hacia la derecha, acomodando su cabeza en la almohada y cerrando los ojos – Nada – Dijo con molestia, girando su cuerpo hacia el otro lado, esta vez abrazó la almohada con celo y usó su brazo como la propia cerrando los ojos, esperó un par de minutos, finalmente comenzaba a sentir como su mente se perdía en el mundo de los sueños, hasta que el estruendo de un fuerte trueno le trajo de nuevo a la realidad, nunca antes le habían gustado las tormentas, pero el ir a la cama junto a su compañero no era una buena opción, no sería bien recibido. Abrió los ojos de golpe, casi a la misma velocidad de la luz – Maldita seas, lluvia – Murmuró con molestia, lanzando la inocente almohada hacia el suelo con fuerza ¿Acaso nunca más podría dormir tan apacible como lo hacía antes?
Finalmente resignado, recargó su espalda contra la pared trasera, abrazando sus piernas para mantener el calor, era una noche fría, y por suerte estaba vestido de la manera correcta, incluso seleccionaba su vestimenta para dormir cuando las temperaturas eran bajas, pues en verano … realmente no importaba. Tosió un poco, al parecer se estaba resfriando. Se aclaró la garganta y esperó hasta que el radiante sol llegara para dominar los cielos una vez más.
Pero ese sol nunca llegó, pues la mañana era fría y nublada. Pestañeó con cansancio, unas ligeras ojeras se posaban por debajo de sus ojos azules, las primeras en aparecer en toda su vida. Se miró al espejo con escasa luz, pues aún estaba amaneciendo y la lámpara era demasiado escandalosa como para ser soportada por una persona que aún seguía dormida: Su compañero; pero Nanase no soportaba estar más en esa situación, por lo que se vistió con el uniforme que le correspondía, y para mantener el calor, utilizó una chaqueta bastante hermosa, con un poco de peluche delineando la capucha, era lo suficientemente gruesa como para protegerle del frío, por suerte su hora de clases estaba cerca, esta vez no le importaría ser el primero en llegar al salón.
En clases
Su prueba era complicada, pues nunca fue bueno con la historia, y mucho menos de un país que no conocía del todo ¿Quién carajos descubrió el continente? ¿Cuál era la fecha? Eso es incierto, de hecho por lo que había leído se debatía aun, sin duda sería un muy mal día para Nanase. Tamborileaba con el borrador de su lápiz contra la paleta del pupitre, leyendo una y otra vez las preguntas, tratando de recordar el contenido de su libro de texto – Tsk – se mordió el labio un poco molesto, por más que trataba no lograba recordar algo útil, bostezó cansado y finalmente se rindió, tomó sus cosas y entregó el examen al profesor que solo le miró con cierta extrañeza; pero no tuvo tiempo de preguntar algo, pues Nanase ya había salido del salón.
Una vez fuera, caminaba con un aura bastante pesada, había escuchado que la azotea era un lugar tranquilo donde se podía pensar e incluso dormir un poco, a paso lento estornudaba repetidamente, había conseguido un buen refriado, se abrochó la chaqueta y se dispuso a caminar hasta la azotea. Finalmente arriba, abrió la puerta y buscó con la vista, al parecer no había nadie, pero no quería correr ningún riesgo, por suerte, la caseta por donde había llegado tenía unas escaleras para subir a la parte de arriba, y con su último esfuerzo subió. Se acomodó con dificultad en el suelo, dejando sus piernas colgar, pues el espacio era pequeño, pero eso no le importaba, era cómodo. Cerró los ojos y se dejó llevar – Solo un … poco – cayendo profundamente dormido.
Las horas habían pasado, y Nanase seguía compensando aquellas horas de sueño que le faltaban, no había asistido a sus clases, seguro se metería en problemas. El ruido de la puerta abrirse le distrajo un poco de su sueño, pero el sentir una gota en su mejilla le trajo lentamente de nuevo hacia la realidad - ¿uh? – Gimió con un poco de dolor, pues su cuerpo comenzaba a reaccionar por dormir en un lugar tan rígido como ese. Irguió su espalda y frotó sus azulinos ojos con ambos puños en movimientos lentos, bostezó de nuevo, mirando borrosamente a un hombre, con una aparente mascara - ¿Pero quién usa eso en estos tiempos? Eso ya está pasado de moda- Ladeó su perfecto rostro levemente, tosiendo un poco y fijando su vista en el enmascarado hombre ¿Quién es?.
Invitado- Invitado
Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Había permanecido de pie en medio de la azotea, mirando a través de su máscara el paisaje lluvioso, perdiéndose en el, en esos árboles que se movían a causa del furioso viento, observando a los animales buscando un lugar donde resguardarse de la lluvia. Dejaba que sus sentimientos y emociones se controlaran con aquel tiempo, como si esas gotas de agua le liberaran de lo que poseía en su interior. Mantenía sus ojos fijos en el cielo gris de aquella tarde, tenía una apariencia triste y opaca pero eso no impedía que al pelinegro enmascarado le dejase de gustar. Se sentía relajado, libre de alguna forma cuando estaba en lugares donde se pudiera apreciar el cielo, tal vez pudiera haber alguien muy preciado para el cuidándolo desde ahí arriba, puede que esa sea la razón por la cual se sentía atraído por aquella inmensidad llamada cielo, le traía recuerdos un ser querido. Se acercó un poco más hasta donde estaba la reja, puso sus manos en esta, pudiendo sentir el frío y mojado alambre entre sus dedos, apretando un poco el agarre de estos. Soltó un suspiro y pronto se separó de ahí para sentarse en el suelo. Posó sus brazos hacia atrás, para tener un poco de apoyo al estar en esa posición.
Luego de un tiempo sentado ahí sintió la mirada de alguien. No había notado que no estaba solo en la azotea, estaba tan inmerso en sus pensamientos y concentrado en el cielo que no lo percibió en ningún momento. Miró a ambos lados del lugar a ver si se encontraba con alguien, con el dueño de aquella presencia. Sus ojos se chocaron con un joven chico acostado en el suelo ¿Estará durmiendo? Se preguntó a sí mismo, tenía sus ojos en el, mirándolo como buscando una forma de saber más. Se acercó lentamente hasta donde se encontraba, haciéndolo despacio y con cuidado para no asustarlo con su apariencia. -¿Te enfermarás si continuas aquí?- Dijo al estar más cerca de él, se agachó para poder verlo de cerca pero sin invadir su espacio personal. Pudo notar que poseía un hermoso rostro, con ojos azules intensos, parecía ser un estudiante de la academia.
-¿Te encuentras bien?- Preguntó mirando una pequeñas ojeras bajos sus ojos. Era posible que estuviera enfermo por haber estado en un lugar como ese. Posó su mano izquierda sobre su máscara para retirarla de su rostro no quería que no tomaran como alguien raro por andar cubriendo su cara por la academia. Lo mejor sería mostrarse y explicar quién era para no causar malentendidos. Ahora el chico de hermosos ojos azules podía ver su rostro marcado. Le clavaba sus intensas orbes negras sobres las de él, no deseaba estar en un incómodo silencio por lo cual simplemente se presentó –Soy Yakue Eden… Trabajo como enfermero en este lugar- inclinó su cabeza ante el estudiante mostrando una pequeña reverencia, esperando la respuesta del contrario. Terminó por sentarse a su lado, aun continuaba lloviendo por lo cual se quitó la chaqueta negra que llevaba y se la colocó en la cabeza al chico. No podía dejar que aquel joven se enfermara, como responsable de la salud no debía hacer que sucediera –Será mejor que estemos bajo el techo- apuntó con su dedo la pared del lugar que estaba seco gracias al este.
Miraba al suelo con su característica aura calmada y pacífica, esperando una respuesta por parte del chico sentado a su lado, permanecía tranquilo, simplemente esperaba alguna reacción del contrario, esperaba que no le molestara su presencia ya que a algunos les causaba incomodidad aunque ese lugar parecía diferente, el día anterior una estudiante le había dicho que parecía ser una persona amable, cosa que no pensó escuchar nunca, vivía con la idea de que probablemente asustaría a las personas o que traía solo cosas malas, lo cual causó que no se relacionara con muchas personas y por ese motivo no sabía como mantener una conversación normal con alguien pero realmente quería intentarlo, al entrar a trabajar en la enfermería debía tener que conversar con muchas personas así que deseaba poder ser un hombre con la cual se pueda hablar y no ser solo alguien que permanecía completamente callado y con el ceño fruncido ante los demás, escuchando en silencio lo que le decían.
Luego de un tiempo sentado ahí sintió la mirada de alguien. No había notado que no estaba solo en la azotea, estaba tan inmerso en sus pensamientos y concentrado en el cielo que no lo percibió en ningún momento. Miró a ambos lados del lugar a ver si se encontraba con alguien, con el dueño de aquella presencia. Sus ojos se chocaron con un joven chico acostado en el suelo ¿Estará durmiendo? Se preguntó a sí mismo, tenía sus ojos en el, mirándolo como buscando una forma de saber más. Se acercó lentamente hasta donde se encontraba, haciéndolo despacio y con cuidado para no asustarlo con su apariencia. -¿Te enfermarás si continuas aquí?- Dijo al estar más cerca de él, se agachó para poder verlo de cerca pero sin invadir su espacio personal. Pudo notar que poseía un hermoso rostro, con ojos azules intensos, parecía ser un estudiante de la academia.
-¿Te encuentras bien?- Preguntó mirando una pequeñas ojeras bajos sus ojos. Era posible que estuviera enfermo por haber estado en un lugar como ese. Posó su mano izquierda sobre su máscara para retirarla de su rostro no quería que no tomaran como alguien raro por andar cubriendo su cara por la academia. Lo mejor sería mostrarse y explicar quién era para no causar malentendidos. Ahora el chico de hermosos ojos azules podía ver su rostro marcado. Le clavaba sus intensas orbes negras sobres las de él, no deseaba estar en un incómodo silencio por lo cual simplemente se presentó –Soy Yakue Eden… Trabajo como enfermero en este lugar- inclinó su cabeza ante el estudiante mostrando una pequeña reverencia, esperando la respuesta del contrario. Terminó por sentarse a su lado, aun continuaba lloviendo por lo cual se quitó la chaqueta negra que llevaba y se la colocó en la cabeza al chico. No podía dejar que aquel joven se enfermara, como responsable de la salud no debía hacer que sucediera –Será mejor que estemos bajo el techo- apuntó con su dedo la pared del lugar que estaba seco gracias al este.
Miraba al suelo con su característica aura calmada y pacífica, esperando una respuesta por parte del chico sentado a su lado, permanecía tranquilo, simplemente esperaba alguna reacción del contrario, esperaba que no le molestara su presencia ya que a algunos les causaba incomodidad aunque ese lugar parecía diferente, el día anterior una estudiante le había dicho que parecía ser una persona amable, cosa que no pensó escuchar nunca, vivía con la idea de que probablemente asustaría a las personas o que traía solo cosas malas, lo cual causó que no se relacionara con muchas personas y por ese motivo no sabía como mantener una conversación normal con alguien pero realmente quería intentarlo, al entrar a trabajar en la enfermería debía tener que conversar con muchas personas así que deseaba poder ser un hombre con la cual se pueda hablar y no ser solo alguien que permanecía completamente callado y con el ceño fruncido ante los demás, escuchando en silencio lo que le decían.
- Para Nanase:
- Awww estrujé todo lo que pude a mi cerebro y es lo único que me logró salir... Soy re-malo escribiendo post largos Q-Q disculpame
Invitado- Invitado
Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
El dolor en su espalda baja le había obligado a recostarse de nuevo sobre el duro y frío suelo y al mismo tiempo en su abdomen, se sentía bastante agobiado y cansado, aquellas horas de sueño le habían servido para recargar energías, pero su cuerpo al parecer comenzaba a presentar los síntomas de un resfriado o una fiebre – Siento … como si hubiese corrido 100 kilometros – Murmuró aquellas palabras con una clara presencia de dolor en su cuerpo. Intentó erguir su espalda nuevamente para intentar ver de nuevo aquella figura tan oscura que había entrado en la azotea, lamentablemente lo único que puto levantar fue una de sus rodillas. Nuevamente cerró los ojos sintiendo otra gota caer sobre la piel de su mejilla.
No quería volver a dormir, caer de nuevo en el mundo de los sueños esta vez no era una opción, había tenido suficiente de ver a su diabólico padre en sueños obligándole a causar el caos en el mundo de los sueños. Nanase no estaba interesado en algo como causar discordia entre los humanos del mundo de los vivos, simplemente vivía para la moda y para ser hermoso, algo simple pero eso era lo que definía a Nanase algo que a su padre no le gustaba realmente.
Escuchó pasos acercarse, al parecer su presencia finalmente había sido descubierta. Abrió lentamente los ojos y fijó su mirada azulina en aquella máscara tan extraña que cubría la identidad de aquel hombre. Pudo escuchar una voz tranquila salir de la oculta boja ajena, algo que despertó la curiosidad en el ser adolorido de Nanase; algo inquieto, no apartó su vista – Corrección: Ya estoy enfermo – Se mantuvo recostado en aquel sitio, invadido por la curiosidad en ver el rostro oculto por la máscara. De hecho se disponía a quitarla él mismo, pero el acto del hombre le dejó con la mano extendida, no respondió su pregunta, pues el ver el rostro ajeno simplemente le dejó sin palabras. Tragó saliva, comenzó a sentir un poco de nervios al ser observado por un ojos tan grises y profundos como los que poseía aquel hombre. Aquellas marcas rojas eran algo que resaltaba de su oscura apariencia, era la primera vez en la cual Nanase sentía unos nervios tan agudos al ser visito por alguien más ¿Cómo se supone tenía que reaccionar?
El escuchar su nombre fue un gran alivio, no por lo de enfermero, simplemente le había ahorrado las molestias de pedírselo – “Tendré que enfermarme más seguido” – En ese momento reaccionó, sacudiendo su cabeza levemente, pues el hacer ese movimiento lograba hacerle sentir un ligero dolor profundo en la cabeza – Sí … estoy bien, creo – Poniendo un poco de duda en sus palabras, se apoyó con dificultad en las palmas de sus manos para intentar levantarse o al menos quedar sentado en el suelo – Dime … Nanase – Finalmente quedando sentado, no apartó la vista de Yakue. Sus nervios crecieron más al ver que este tomaba asiento a su lado y aún más al sentir su cálida chaqueta en la cabeza. Bajó la mirada … esta vez con un sonrojo en las mejillas – “Joder tiene buen gusto … maldita vida” – Pensó acomodando la chaqueta en su cuerpo, dejando la capucha cubriendo su cabeza – Gracias … pero te enfermaras tú – Esta vez se atrevió a mirar de reojo a Yakue de reojo, olvidando por completo el detalle de sus mejillas sonrojas; desvió la mirada nuevamente al escuchar sus palabras.
Tenía razón, el estar simplemente sentados bajo la lluvia sería un pasaje directo a un gran resfriado y el lucir peor de lo que ya lucia no era una opción para Nanase. Asintió con la cabeza ligeramente, esta vez trataría de levantarse y dar un par de pasos sin prestar atención a su dolor muscular. Tosió un poco y con algo de dificultad se puso de pie, tambaleando ligeramente, sujetó la mano de Yakue sin verle fijamente a los ojos y le ayudó a levantarse en una forma de agradecer lo de la chaqueta, ni loco se la regresaría.
Soltó la mano ajena, no sin antes sentir la suave piel que poseía, un punto más a su favor, Nanase había encontrado finalmente a alguien a quien seguir en secreto (?) Solo no se lo contaría a Liam, pues seguro las cosas saldrían mal. Caminó hasta llegar a la zona techada de la azotea, donde se sentó con algo de dificultad, esta vez mordió ligeramente sus labios tratando de acomodarse para el confort de sus adoloridos músculos. Bajó la cabeza en un gran suspiro sin decir nada más, el nerviosismo le había dejado con las palabras en la garganta atoradas, generando un nudo en su garganta.
No quería volver a dormir, caer de nuevo en el mundo de los sueños esta vez no era una opción, había tenido suficiente de ver a su diabólico padre en sueños obligándole a causar el caos en el mundo de los sueños. Nanase no estaba interesado en algo como causar discordia entre los humanos del mundo de los vivos, simplemente vivía para la moda y para ser hermoso, algo simple pero eso era lo que definía a Nanase algo que a su padre no le gustaba realmente.
Escuchó pasos acercarse, al parecer su presencia finalmente había sido descubierta. Abrió lentamente los ojos y fijó su mirada azulina en aquella máscara tan extraña que cubría la identidad de aquel hombre. Pudo escuchar una voz tranquila salir de la oculta boja ajena, algo que despertó la curiosidad en el ser adolorido de Nanase; algo inquieto, no apartó su vista – Corrección: Ya estoy enfermo – Se mantuvo recostado en aquel sitio, invadido por la curiosidad en ver el rostro oculto por la máscara. De hecho se disponía a quitarla él mismo, pero el acto del hombre le dejó con la mano extendida, no respondió su pregunta, pues el ver el rostro ajeno simplemente le dejó sin palabras. Tragó saliva, comenzó a sentir un poco de nervios al ser observado por un ojos tan grises y profundos como los que poseía aquel hombre. Aquellas marcas rojas eran algo que resaltaba de su oscura apariencia, era la primera vez en la cual Nanase sentía unos nervios tan agudos al ser visito por alguien más ¿Cómo se supone tenía que reaccionar?
El escuchar su nombre fue un gran alivio, no por lo de enfermero, simplemente le había ahorrado las molestias de pedírselo – “Tendré que enfermarme más seguido” – En ese momento reaccionó, sacudiendo su cabeza levemente, pues el hacer ese movimiento lograba hacerle sentir un ligero dolor profundo en la cabeza – Sí … estoy bien, creo – Poniendo un poco de duda en sus palabras, se apoyó con dificultad en las palmas de sus manos para intentar levantarse o al menos quedar sentado en el suelo – Dime … Nanase – Finalmente quedando sentado, no apartó la vista de Yakue. Sus nervios crecieron más al ver que este tomaba asiento a su lado y aún más al sentir su cálida chaqueta en la cabeza. Bajó la mirada … esta vez con un sonrojo en las mejillas – “Joder tiene buen gusto … maldita vida” – Pensó acomodando la chaqueta en su cuerpo, dejando la capucha cubriendo su cabeza – Gracias … pero te enfermaras tú – Esta vez se atrevió a mirar de reojo a Yakue de reojo, olvidando por completo el detalle de sus mejillas sonrojas; desvió la mirada nuevamente al escuchar sus palabras.
Tenía razón, el estar simplemente sentados bajo la lluvia sería un pasaje directo a un gran resfriado y el lucir peor de lo que ya lucia no era una opción para Nanase. Asintió con la cabeza ligeramente, esta vez trataría de levantarse y dar un par de pasos sin prestar atención a su dolor muscular. Tosió un poco y con algo de dificultad se puso de pie, tambaleando ligeramente, sujetó la mano de Yakue sin verle fijamente a los ojos y le ayudó a levantarse en una forma de agradecer lo de la chaqueta, ni loco se la regresaría.
Soltó la mano ajena, no sin antes sentir la suave piel que poseía, un punto más a su favor, Nanase había encontrado finalmente a alguien a quien seguir en secreto (?) Solo no se lo contaría a Liam, pues seguro las cosas saldrían mal. Caminó hasta llegar a la zona techada de la azotea, donde se sentó con algo de dificultad, esta vez mordió ligeramente sus labios tratando de acomodarse para el confort de sus adoloridos músculos. Bajó la cabeza en un gran suspiro sin decir nada más, el nerviosismo le había dejado con las palabras en la garganta atoradas, generando un nudo en su garganta.
- Spoiler:
- Tranquilo Compa, usteh escriba lo que quiera, no tengo especificaciones (?)
Invitado- Invitado
Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Al estar más cerca de aquel chico pudo notar su mirada azulina, unos intensos pero hermosos ojos que sin duda hacían que se perdiera en ellos pero pronto fue despistado por la respuesta del contrario –Así que ya lo estás...– metió su mano en el pequeño bolso que llevaba consigo y sacó una caja de analgésico, era una de las cosas que siempre llevaba con él ya que consideraba importante en aquellos casos, nunca se sabía en qué momento pudieran ser de ayuda y al ser enfermero les era aun más necesarias.
Para comprobar la afirmación contraria posó con delicadeza su mano en la frente del chico, tocándola en busca de fiebre, sin duda podía sentir que la temperatura de su cuerpo estaba elevada –Oye… Tienes un poco de fiebre… Será mejor que tomes esto– le extendió la caja que había sacado anteriormente de su bolso, seguramente eso ayudaría a que se mejorara un poco; claramente la cara del chico de mirada azulina poseía un rastro de dolor en ella, sabía que el estar enfermo no era algo agradable así que intentaría ayudarlo lo mejor posible.
Pronto fue sacado de sus pensamientos por la voz del chico el cual respondía a su pregunta referente a su nombre –Está bien… Entonces eres Nanase– dio una pequeña y casi imperceptible sonrisa, notando como el menor lo miraba de manera fija pero no pareció inmutarse por aquello por cual permaneció tranquilo como siempre, algo que lo caracterizaba. Al subir la mirada vio el sonrojo en sus mejillas al cubrirle la cabeza con su oscura chaqueta ¿Por qué se sonroja? No pensó haber hecho algo muy especial aunque probablemente haya sido producto de su fiebre –No te preocupes… Estaré bien– respondió luego de unos pocos segundos, era del tipo de personas que no le afectaba la lluvia, tal vez sea porque desde muy pequeño siembre estuvo expuesta a ella y su cuerpo se haya acostumbrado.
Miraba al joven directo a los ojos esperando una respuesta por su parte, esperaba atentamente que aceptara cuando pronto noto que asentía ante ello. Sonrió y le miró toser Realmente no está bien… ¿Qué tendrá exactamente? Se preguntaba a sí mismo, siempre indagaba en la búsqueda de una razón del dolor de las personas pero no podía deducirlo a simple vista, esperaba poder descubrirlo dentro de poco tiempo para brindarle su ayuda. Podría considerarse que Yakue era un ser que estaba un tanto obsesionado con ayudar a las personas, en cierto modo le hacía sentir bien ya que aquello lograba despistar el recuerdo de aquella persona preciada que no pudo ayudar. Había jurado socorrer a quien lo necesitara luego de ese incidente no deseaba ver a nadie más pasar por el proceso del dolor, era algo que desgastaba cuerpo y mente en igual condición por lo cual no era bueno.
Cuando el chico se puso de pie, él iba a hacer lo mismo pero se topó con la mano del contrario extendida hacia él para ayudarlo a levantarse, sin pensarlo la tomó entre la suya pero sin apretarla y solo la utilizó como un pequeño soporte para ponerse de pie –Gracias– agradeció el gesto y pronto soltó la mano ajena la cual poseía una piel realmente suave al tacto, una sin ninguna imperfección, aquel muchacho era un ser realmente hermoso para el hombre de la máscara el cual comenzó a caminar hasta donde había indicado minutos antes para resguardarse de las gotas de lluvia que continuaban cayendo sin parar. Al llegar a la zona techada el joven que le acompañaba se sentó en el suelo donde vio una vez más como se le dificultaba hacer aquella acción. Frunció el ceño ante el gesto adolorido del chico antes de sentarse a su lado en el piso y mirarlo de reojo, no quería incomodarlo con su negra mirada pero deseaba ver su rostro por lo que no pudo evitar quedarse viéndolo.
–Eres estudiante ¿no es así?– preguntó para intentar mantener una conversación, a Nanase parecía incomodarle algo o tal vez aquel clima comenzaba a afectarle y por eso no hablaba. Soltó un suspiro y se recargó en la pared, apoyando su espalda en esta mientras que tenía uno de sus brazos en su rodilla izquierda. Dirigió sus ojos hasta el cielo, estaba oscuro al estar lleno de nubes debido a la lluvia pero de igual manera era una vista muy hermosa desde el punto de vista de Yakue. Ladeó su rostro para apreciar el del chico y no evitó extender su derecha para posarla en una de sus mejillas con cuidado.
Para comprobar la afirmación contraria posó con delicadeza su mano en la frente del chico, tocándola en busca de fiebre, sin duda podía sentir que la temperatura de su cuerpo estaba elevada –Oye… Tienes un poco de fiebre… Será mejor que tomes esto– le extendió la caja que había sacado anteriormente de su bolso, seguramente eso ayudaría a que se mejorara un poco; claramente la cara del chico de mirada azulina poseía un rastro de dolor en ella, sabía que el estar enfermo no era algo agradable así que intentaría ayudarlo lo mejor posible.
Pronto fue sacado de sus pensamientos por la voz del chico el cual respondía a su pregunta referente a su nombre –Está bien… Entonces eres Nanase– dio una pequeña y casi imperceptible sonrisa, notando como el menor lo miraba de manera fija pero no pareció inmutarse por aquello por cual permaneció tranquilo como siempre, algo que lo caracterizaba. Al subir la mirada vio el sonrojo en sus mejillas al cubrirle la cabeza con su oscura chaqueta ¿Por qué se sonroja? No pensó haber hecho algo muy especial aunque probablemente haya sido producto de su fiebre –No te preocupes… Estaré bien– respondió luego de unos pocos segundos, era del tipo de personas que no le afectaba la lluvia, tal vez sea porque desde muy pequeño siembre estuvo expuesta a ella y su cuerpo se haya acostumbrado.
Miraba al joven directo a los ojos esperando una respuesta por su parte, esperaba atentamente que aceptara cuando pronto noto que asentía ante ello. Sonrió y le miró toser Realmente no está bien… ¿Qué tendrá exactamente? Se preguntaba a sí mismo, siempre indagaba en la búsqueda de una razón del dolor de las personas pero no podía deducirlo a simple vista, esperaba poder descubrirlo dentro de poco tiempo para brindarle su ayuda. Podría considerarse que Yakue era un ser que estaba un tanto obsesionado con ayudar a las personas, en cierto modo le hacía sentir bien ya que aquello lograba despistar el recuerdo de aquella persona preciada que no pudo ayudar. Había jurado socorrer a quien lo necesitara luego de ese incidente no deseaba ver a nadie más pasar por el proceso del dolor, era algo que desgastaba cuerpo y mente en igual condición por lo cual no era bueno.
Cuando el chico se puso de pie, él iba a hacer lo mismo pero se topó con la mano del contrario extendida hacia él para ayudarlo a levantarse, sin pensarlo la tomó entre la suya pero sin apretarla y solo la utilizó como un pequeño soporte para ponerse de pie –Gracias– agradeció el gesto y pronto soltó la mano ajena la cual poseía una piel realmente suave al tacto, una sin ninguna imperfección, aquel muchacho era un ser realmente hermoso para el hombre de la máscara el cual comenzó a caminar hasta donde había indicado minutos antes para resguardarse de las gotas de lluvia que continuaban cayendo sin parar. Al llegar a la zona techada el joven que le acompañaba se sentó en el suelo donde vio una vez más como se le dificultaba hacer aquella acción. Frunció el ceño ante el gesto adolorido del chico antes de sentarse a su lado en el piso y mirarlo de reojo, no quería incomodarlo con su negra mirada pero deseaba ver su rostro por lo que no pudo evitar quedarse viéndolo.
–Eres estudiante ¿no es así?– preguntó para intentar mantener una conversación, a Nanase parecía incomodarle algo o tal vez aquel clima comenzaba a afectarle y por eso no hablaba. Soltó un suspiro y se recargó en la pared, apoyando su espalda en esta mientras que tenía uno de sus brazos en su rodilla izquierda. Dirigió sus ojos hasta el cielo, estaba oscuro al estar lleno de nubes debido a la lluvia pero de igual manera era una vista muy hermosa desde el punto de vista de Yakue. Ladeó su rostro para apreciar el del chico y no evitó extender su derecha para posarla en una de sus mejillas con cuidado.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
El toque de la mano ajena sobre su frente hizo que su cuerpo reaccionara. Su mano era suave y delicada, perfecta para tratar con una piel tan perfecta como la de Nanase. El sonrojo aumentó en sus mejillas al igual que los nervios en su estómago, al menos se sentía un poco cómodo por estar en manos de un enfermero de la Academia, a pesar de no estar en donde un enfermero suele atender a los pacientes. Suspiró decepcionado al escuchar el diagnostico de Yakue, al parecer su sueño aplacible solo le había traído una fiebre, lo que le dejaría unos cuantos días en cama – Perfecto, justo lo que necesitaba – No estaba molesto con el hombre de cabello negro y profundos ojos, estaba molesto consigo mismo por no haber ido en un principio a la enfermería. Miró aquella pequeña caja con algo de curiosidad, pocas veces había tomado medicamentos pese a sus fuertes defensas, pero al parecer esta sería la tercera vez que los consumiría – Vale pero … ¿Esto no me causara alguna reacción secundaria, cierto? – Dijo algo inseguro mirando el contenido, mientras esperaba la respuesta sacaba un par de pastillas de su embace – De ser así, tendrás que cuidarme durante un tiempo – Soltó una pequeña risa con dificultad, pues el dolor en su abdomen no era para nada placentero; se llevó las dos pastillas a la boca y las tragó sin alguna dificultad regresando la caja de nuevo a su antiguo portador.
Un poco curioso por su respuesta, le dedicó una suave sonrisa mientras se acomoda la capucha de la chaqueta – No pienses que te la regresaré – Siendo algo directo tosió un poco y después se aclaró la garganta con molestia, no le gustaba enfermase de la garganta, eso sin duda arruinaría su voz y le impediría hablar, Nanase siempre estaba en contra de las cosas que amenazaban con dañar el delicado equilibrio de su belleza, siempre trataba de mirarse bien en todas las ocasiones, cosa que hace que su vanidad no tenga límites.
Le ayudó a ponerse de pie y se dirigió a la parte techada de la azotea, sujetando aquella chaqueta tan cálida que le protegía de la lluvia, le quedaba un poco grande pero eso no le molestaba “Tiene un agradable olor, me gusta” Pensó mientras olfateaba una de las mangas sutilmente. Tomó asiento y su vista de fijó en ver las gotas caer de una manera tan desordenada, cosa que le recordó que sus pensamientos estaban completamente en caos por la presencia de aquel hombre con rostro marcado, al cual no podía evitar mirar de reojo, con cierto temor a ser tomado como una especie de acosador, simplemente para la vista de Nanase, Yakue era agradable. Apartó la vista rápidamente al escuchar su pregunta – Lamentablemente lo soy – Cerró los ojos, apoyando la nuca en la dura y fría pared – No es algo que pueda negar – Acomodó un poco su cuerpo, pues la pared no era para nada cómoda – tch – Se quejó un poco al sentir contraerse los músculos de su abdomen a causa del movimiento; su rostro expresó su claro dolor en una mueca que obligaba a morderse el labio inferior que adornaba su boca - ¿uhm?- Pero el sentir el ligero rose en su mejilla de alguna manera le calmó. Abrió los ojos, mostrando su profundo color azul, y miró a Yakue con cierta curiosidad su rostro - ¿Ten han dicho que … tu mirada se siente como un día lluvioso? – Acercó un poco más su rostro a la mano ajena, quería seguir sintiendo aquel rose que le traía algo de placer que contrarrestaba sus dolores musculares.
Volvió a cerrar los ojos, apoyando de nuevo su cabeza en aquella pared tan fría y húmeda sin haber alejado su rostro de la mano del enfermero. Le gustaba sentir caricias ajenas, realmente le relajaba lo suficiente como para mantenerlo tranquilo “Ahora solo me arrepiento de no haber traído mi cuaderno de dibujo”.
Un poco curioso por su respuesta, le dedicó una suave sonrisa mientras se acomoda la capucha de la chaqueta – No pienses que te la regresaré – Siendo algo directo tosió un poco y después se aclaró la garganta con molestia, no le gustaba enfermase de la garganta, eso sin duda arruinaría su voz y le impediría hablar, Nanase siempre estaba en contra de las cosas que amenazaban con dañar el delicado equilibrio de su belleza, siempre trataba de mirarse bien en todas las ocasiones, cosa que hace que su vanidad no tenga límites.
Le ayudó a ponerse de pie y se dirigió a la parte techada de la azotea, sujetando aquella chaqueta tan cálida que le protegía de la lluvia, le quedaba un poco grande pero eso no le molestaba “Tiene un agradable olor, me gusta” Pensó mientras olfateaba una de las mangas sutilmente. Tomó asiento y su vista de fijó en ver las gotas caer de una manera tan desordenada, cosa que le recordó que sus pensamientos estaban completamente en caos por la presencia de aquel hombre con rostro marcado, al cual no podía evitar mirar de reojo, con cierto temor a ser tomado como una especie de acosador, simplemente para la vista de Nanase, Yakue era agradable. Apartó la vista rápidamente al escuchar su pregunta – Lamentablemente lo soy – Cerró los ojos, apoyando la nuca en la dura y fría pared – No es algo que pueda negar – Acomodó un poco su cuerpo, pues la pared no era para nada cómoda – tch – Se quejó un poco al sentir contraerse los músculos de su abdomen a causa del movimiento; su rostro expresó su claro dolor en una mueca que obligaba a morderse el labio inferior que adornaba su boca - ¿uhm?- Pero el sentir el ligero rose en su mejilla de alguna manera le calmó. Abrió los ojos, mostrando su profundo color azul, y miró a Yakue con cierta curiosidad su rostro - ¿Ten han dicho que … tu mirada se siente como un día lluvioso? – Acercó un poco más su rostro a la mano ajena, quería seguir sintiendo aquel rose que le traía algo de placer que contrarrestaba sus dolores musculares.
Volvió a cerrar los ojos, apoyando de nuevo su cabeza en aquella pared tan fría y húmeda sin haber alejado su rostro de la mano del enfermero. Le gustaba sentir caricias ajenas, realmente le relajaba lo suficiente como para mantenerlo tranquilo “Ahora solo me arrepiento de no haber traído mi cuaderno de dibujo”.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Soltó un suspiro ante el comentario del joven, tener fiebre era molesto pero podía solucionarse –No te preocupes, las pastillas ayudaran bastante con la fiebre, además no tienes mucha– miraba su expresión ante la caja de pastillas, en caso de que no se sintiera bien luego de haberlas tomado sería mejor que lo ayudara con algo diferente aunque no sabía que reacción tendría en Nanase –No tiene reacción secundaria siempre y cuando no tomes más de las necesarias, es analgésico y podría causarte una ulcera estomacal– Esperaba que aceptara a tomarlas ya que lo ayudarían bastante –Por supuesto que cuidaré de ti… Es mi trabajo– escuchó su risa un poco entrecortada por el claro dolor muscular Rayos… Realmente le duele frunció el ceño ante el pensamiento de lo que podía estar sintiendo el chico en ese momento, no le gustaba ver a las personas pasar por el proceso del dolor pero logró tranquilizarse un poco al ver que tomaba las pastillas que le había ofrecido antes, agarrándola entre sus manos de regreso para guardarla nuevamente en su pequeño bolso; nunca salía sin ella, esas pastillas llegaban a sacarlo de un aprieto ya que son bastante efectivas.
Miraba atentamente al joven que se acomodaba la chaqueta que le había dado –Esta bien… Supongo– ríe un poco por aquello pero nota la tos del contrario y pasa su mano por la espalda del chico con cuidado, tal vez era buena idea pasar por la enfermería a buscar algún medicamento para la garganta que intentara aliviarle el dolor al muchacho. No quería ver un rostro tan hermoso lleno de dolor así que intentaría ayudarlo aunque tuviera que utilizar su poder para ello pero eso significara asustarlo, era mejor estar así a que continuar enfermo, no solía usar ese método con los pacientes que tenía pero realmente deseaba que él no sufriera, quería liberarlo del sufrimiento que causaba la fiebre Quiero ayudarlo pero… ¿Estará bien?... No sé, si llegue a molestarse con eso ya que se estaba metiendo mucho en el problema del chico.
Al dirigirse bajo el techo de la azotea miraba al muchacho aferrarse a su chaqueta Que lindo se ve… No pudo evitar pensar en aquello al verlo así. Tomó asiento a su lado, recostando su espalda de la pared mientras miraba el oscuro cielo que reinaba esa tarde, para el hombre de la máscara era agradable el estar así pero probablemente Nanase no podía decir lo mismo –¿Qué tiene de malo ser estudiante? – su respuesta lo había desconcertado un poco, no le veía un inconveniente a ello, por el contrario era bueno ya que consideraba una de las mejores etapas pero seguramente debía tener una razón para ello pero prefirió no entrometerse en ello –No te sobreesfuerzes– su mano acariciaba suavemente la mejilla contraria mientras correspondía a la mirada de aquellos profundos ojos –Nunca me lo habían dicho eso ¿Por qué lo dices?... Había escuchado hablar a algunas personas acerca de que mis ojos daban miedo y que llegaba a ser incómodo mirarlos…– al notar como el chico acercaba el rostro a su mano no paró con la caricia, también quería continuar tocando suavemente la cálida piel de muchacho.
Sus ojos se situaron sobre los de Nanase, mirándolo fijamente, había algo que llamaba la atención del Yakue pero no podía deducir que era… ¿Sus ojos?... ¿Su forma de ser?... No tenía idea, simplemente lo capturaba con su belleza. Desvió su mirada al cielo, se había avergonzado un poco por haberle mirado fijamente, ahora observaba las nubes grises que aún traían lluvia consigo. Sus pensamientos cambiaron por unos momentos, ahora se preguntaba acerca del cielo, era hermoso pero ¿como era ese lugar en sí? No podría saberlo con certeza, le intrigaba como estaría su hermano allá arriba ¿Estará bien?... Miró el rostro de Nanase por unos segundos para olvidar aquello y volvió a tocar sutilmente su rostro con notoria delicadeza.
Cerró sus ojos por unos cuantos segundos mientras se recargaba nuevamente de la pared, no era muy cómoda pero era mejor que estar bajo la lluvia dispuesto a tener un resfriado seguro. Sus ojos volvieron a abrirse y se tropezaron con los del menor mientras que las caricias de su mejilla habían bajado a su brazo que estaba un poco húmedo. Sonrió levemente y pasó su mano libre por su cabello, acomodándolos un poco –Bueno… ¿Cuántos años tienes?– no sabía que más preguntar, era un hombre realmente malo en lo que a relacionarse con las personas se refería, así que soltó lo primero que se le vino a la mente.
Miraba atentamente al joven que se acomodaba la chaqueta que le había dado –Esta bien… Supongo– ríe un poco por aquello pero nota la tos del contrario y pasa su mano por la espalda del chico con cuidado, tal vez era buena idea pasar por la enfermería a buscar algún medicamento para la garganta que intentara aliviarle el dolor al muchacho. No quería ver un rostro tan hermoso lleno de dolor así que intentaría ayudarlo aunque tuviera que utilizar su poder para ello pero eso significara asustarlo, era mejor estar así a que continuar enfermo, no solía usar ese método con los pacientes que tenía pero realmente deseaba que él no sufriera, quería liberarlo del sufrimiento que causaba la fiebre Quiero ayudarlo pero… ¿Estará bien?... No sé, si llegue a molestarse con eso ya que se estaba metiendo mucho en el problema del chico.
Al dirigirse bajo el techo de la azotea miraba al muchacho aferrarse a su chaqueta Que lindo se ve… No pudo evitar pensar en aquello al verlo así. Tomó asiento a su lado, recostando su espalda de la pared mientras miraba el oscuro cielo que reinaba esa tarde, para el hombre de la máscara era agradable el estar así pero probablemente Nanase no podía decir lo mismo –¿Qué tiene de malo ser estudiante? – su respuesta lo había desconcertado un poco, no le veía un inconveniente a ello, por el contrario era bueno ya que consideraba una de las mejores etapas pero seguramente debía tener una razón para ello pero prefirió no entrometerse en ello –No te sobreesfuerzes– su mano acariciaba suavemente la mejilla contraria mientras correspondía a la mirada de aquellos profundos ojos –Nunca me lo habían dicho eso ¿Por qué lo dices?... Había escuchado hablar a algunas personas acerca de que mis ojos daban miedo y que llegaba a ser incómodo mirarlos…– al notar como el chico acercaba el rostro a su mano no paró con la caricia, también quería continuar tocando suavemente la cálida piel de muchacho.
Sus ojos se situaron sobre los de Nanase, mirándolo fijamente, había algo que llamaba la atención del Yakue pero no podía deducir que era… ¿Sus ojos?... ¿Su forma de ser?... No tenía idea, simplemente lo capturaba con su belleza. Desvió su mirada al cielo, se había avergonzado un poco por haberle mirado fijamente, ahora observaba las nubes grises que aún traían lluvia consigo. Sus pensamientos cambiaron por unos momentos, ahora se preguntaba acerca del cielo, era hermoso pero ¿como era ese lugar en sí? No podría saberlo con certeza, le intrigaba como estaría su hermano allá arriba ¿Estará bien?... Miró el rostro de Nanase por unos segundos para olvidar aquello y volvió a tocar sutilmente su rostro con notoria delicadeza.
Cerró sus ojos por unos cuantos segundos mientras se recargaba nuevamente de la pared, no era muy cómoda pero era mejor que estar bajo la lluvia dispuesto a tener un resfriado seguro. Sus ojos volvieron a abrirse y se tropezaron con los del menor mientras que las caricias de su mejilla habían bajado a su brazo que estaba un poco húmedo. Sonrió levemente y pasó su mano libre por su cabello, acomodándolos un poco –Bueno… ¿Cuántos años tienes?– no sabía que más preguntar, era un hombre realmente malo en lo que a relacionarse con las personas se refería, así que soltó lo primero que se le vino a la mente.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Se sintió bastante aliviado y también algo cautivado por las respuestas de Yakue, había dicho lo de los efectos secundarios como un pequeño juego o como un intento de coqueteo, pero el que le respondiera de esa forma simplemente hizo que pensara que estaba tratando con una persona algo inocente y literal. Al soltar aquella risa su estómago se contrajo causando un dolor grueso en su abdomen, pocas veces se había sentido de esa manera, y aun no llegaba a la conclusión de qué pudo haber sido lo que le haya causado semejante mal estar – Solo era una pequeña broma- Respondió presionando ligeramente su abdomen con la mano libre mientras le entregaba la pequeña caja de medicamento. El sentir el cálido toque de la mano de Yakue le hizo sentir de dos formas: Una de ellas era cálida y confortante y la segunda le hizo pensar en Liam y los nervios que había sentido al conocerlo, quizá en el fondo Nanase había deseado que aquella mano fuera la de Liam, la que acariciaba su espalda y le hacía sentir mejor; pero por otra parte, apenas si conocía aquel muchacho albino y quizá el pensar en algo así tan apresuradamente le hacía ser una clase de pervertido. Sacudió la cabeza alejando todos sus pensamientos y centrándose en el marcado rostro ajeno “¿Sera que iguala mi perfección?”
Bajo de aquel techo y a salvo de la fría lluvia, Nanase sentaba su azulina vista en ver como caían las gotas de lluvia sobre el frio suelo, el escuchar la voz de Yakue acompañada con la del sonido de las gotas le tranquilizó de cierta forma, sonrió bastante ladino y miró de reojo a el enfermero – Porque podría estar haciendo otras cosas en este momento – Se refería su exitosa carrera de modelaje en Japón, había intentado regresar varias veces pero por petición de su madre a Nanase se le había impedido dejar la Academia “ Seguro lo hace para mantenerme alejado de sus asquerosos amantes” Si bien Nanase pensaba que su madre era una mujer tan asquerosa y una cualquiera debido a los actos que cometió solo por tener fama y dinero también era capaz de decir que tenía amantes e hijos regados por todo Japón, pero la realidad era otra – Estoy bien, supongo – Sonrió tranquilo sintiendo el suave tacto en su mejilla pensando en cómo responder a la pregunta de Yakue – Son igual de grises que el cielo cuando llueve y a pesar de su frío color … te hace sentir bastante tranquilo y relajado, eso es lo que yo siento cuando llueve ¿Qué opinas? – Preguntó bastante curioso de saber lo que pensaba el enfermero.
Las caricias de Yakue sobre su mejilla realmente le comenzaban a gustar, así que tomó la libertar de sujetar la mano ajena y colocarla sobre su cabeza, aunque Nanase cuidara mucho de su cabello, en verdad le gustaba sentir caricias sobre su cabeza, era algo que realmente le relajaba y disfrutaba - ¿Cuántos aparento? – Respondió con otra pegunta, era un tema delicado para Nanase, ya que para un ser tan vanidoso como él tenía que lucir perfecto y no aparentar más edad de la que tenía.
Un afilado escalofrío recorrió su espalda nuevamente, se encogió de hombros sintiendo como su cuerpo le pedía a gritos un poco más de calor. Nanase se acercó más a Yakue, llegando a ser algo atrevido, se sentó sobre las piernas del enfermero y rodeó su cuello con los brazos apegando su cuerpo al del ajeno en busca de calor – Lo siento, tuve que hacerlo, tengo demasiado frío – Dijo con los labios algo temblorosos y una voz bastante suave, quizá había exagerado un poco pero Nanase era así: Exagerado. Ahora sintiéndose un poco mejor por el calor de Yakue se permitía cerrar los ojos y recargar su cabeza en el hombro del enfermero, sintiendo con más intensidad su aroma “ Liam, no aparezcas, no ahora”
Bajo de aquel techo y a salvo de la fría lluvia, Nanase sentaba su azulina vista en ver como caían las gotas de lluvia sobre el frio suelo, el escuchar la voz de Yakue acompañada con la del sonido de las gotas le tranquilizó de cierta forma, sonrió bastante ladino y miró de reojo a el enfermero – Porque podría estar haciendo otras cosas en este momento – Se refería su exitosa carrera de modelaje en Japón, había intentado regresar varias veces pero por petición de su madre a Nanase se le había impedido dejar la Academia “ Seguro lo hace para mantenerme alejado de sus asquerosos amantes” Si bien Nanase pensaba que su madre era una mujer tan asquerosa y una cualquiera debido a los actos que cometió solo por tener fama y dinero también era capaz de decir que tenía amantes e hijos regados por todo Japón, pero la realidad era otra – Estoy bien, supongo – Sonrió tranquilo sintiendo el suave tacto en su mejilla pensando en cómo responder a la pregunta de Yakue – Son igual de grises que el cielo cuando llueve y a pesar de su frío color … te hace sentir bastante tranquilo y relajado, eso es lo que yo siento cuando llueve ¿Qué opinas? – Preguntó bastante curioso de saber lo que pensaba el enfermero.
Las caricias de Yakue sobre su mejilla realmente le comenzaban a gustar, así que tomó la libertar de sujetar la mano ajena y colocarla sobre su cabeza, aunque Nanase cuidara mucho de su cabello, en verdad le gustaba sentir caricias sobre su cabeza, era algo que realmente le relajaba y disfrutaba - ¿Cuántos aparento? – Respondió con otra pegunta, era un tema delicado para Nanase, ya que para un ser tan vanidoso como él tenía que lucir perfecto y no aparentar más edad de la que tenía.
Un afilado escalofrío recorrió su espalda nuevamente, se encogió de hombros sintiendo como su cuerpo le pedía a gritos un poco más de calor. Nanase se acercó más a Yakue, llegando a ser algo atrevido, se sentó sobre las piernas del enfermero y rodeó su cuello con los brazos apegando su cuerpo al del ajeno en busca de calor – Lo siento, tuve que hacerlo, tengo demasiado frío – Dijo con los labios algo temblorosos y una voz bastante suave, quizá había exagerado un poco pero Nanase era así: Exagerado. Ahora sintiéndose un poco mejor por el calor de Yakue se permitía cerrar los ojos y recargar su cabeza en el hombro del enfermero, sintiendo con más intensidad su aroma “ Liam, no aparezcas, no ahora”
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Escuchó las palabras del menor siendo acompañadas de su entrecortadas risa, se dio cuenta de que aquello era una broma, Yakue era un hombre que se tomaba muy literalmente las cosas así que había respondido seriamente a sus preguntas, no creía que fuera un coqueteo o algo por el estilo –Pensé que hablabas enserio– Era pésimo en situaciones como esas, todo se lo tomaba muy enserio pero no le prestó mayor importancia por lo que solo se centró en acariciar la espalda ajena con sumo cuidado en busca de calmarle un poco la tos, sus pensamientos solo estaban centrados en calmar el dolor de Nanase pero este parecía que algo le molestaba al mirarlo sacudir su cabeza pero el hombre de la máscara no tenía idea de lo que podía estarle sucediendo en su mente.
Al estar recostado de la pared, su espalda comenzó a dar síntomas de incomodidad ante la dureza de esta, así que se separó un poco en busca de una posición más cómoda. Sus ojos se posaron en el chico que miraban las gotas de lluvia mojar el lugar donde estaban hace unos minutos antes –Comprendo pero en mi opinión los estudios son necesarios aunque realmente ocupan mucho tiempo– Pasó su izquierda sobre su cabello un tanto mojado mientras que su derecha se dedicaba a tocar con suavidad la mejilla contraria –Entonces está bien– Sonrió sin dejar de lado el toque de su mano, de alguna manera, el contacto era bastante agradable, le gustaba la calidez ajena, sin duda se sentía bastante cómodo en aquella situación junto al muchacho de bellos ojos –¿De verdad son así?... No pensaba que opinaras eso de mis ojos, generalmente recibo otro tipo de comentarios, me agrada que pienses así; hace que pueda sentirme feliz– Miró a los ojos al joven, realmente estaba alegre por lo que este había dicho.
Mientras acariciaba que pudo sentir la mano ajena que tomaba la propia, colocándose sobre los negros cabellos negros del contrario, la movió un poco para acariciarle de forma suave y cariñosa, la sensación que producía el cabello del chico sobre sus dedos era relajante pero terminó por desconcentrarse en lo que hacía al escuchar la respuesta o mas bien una pregunta en su lugar –Pues… Unos dieciséis o diecisiete años– Musitó mirándolo detalladamente como si buscara el dígito de su edad grabada en alguna parte de su cuerpo pero al no hallar nada desvió su mirada al suelo por unos cuantos segundos, observando los elipses que se formaban en el agua cuando las gotas caían en los charcos yacientes en el.
Aún miraba expectante los charcos de agua, no había parado el tacto en la mejilla cuando sintió que el menor se movía. Abrió un poco los ojos en una expresión de asombro, no pensó que Nanase hiciera algo así, al sentirlo sobre sus piernas no lo rechazó, tan solo se quedó quieto por unos instantes antes de sentir los suaves brazos del estudiante rodear su cuello –Está bien… Necesitas calor, no te culpo ni me molesta– Lo abrazó para que sintiera un poco e calidez, lo hacía para que no se pusiera peor con respecto a la fiebre pero realmente se sentía bien, no deseaba alejarse del menor en ese instante, quería permanecer así. Cuando sintió la cabeza sobre su hombro la acarició un poco para luego dejarla reposar ahí mientras aún abrazaba el cálido cuerpo del muchacho ¿Estará bien?... Un alumno y un funcionario abrazados de esa manera podría ser problemático, aunque no estaban haciendo nada, tan solo era un abrazo, uno que era fácil de malinterpretar gracias a la posición del menor sobre el enfermero, no prestó mayor atención a ello, simplemente dejó su mente en pausa y solo dejaba que el calor ajeno llenara su ser.
Al estar recostado de la pared, su espalda comenzó a dar síntomas de incomodidad ante la dureza de esta, así que se separó un poco en busca de una posición más cómoda. Sus ojos se posaron en el chico que miraban las gotas de lluvia mojar el lugar donde estaban hace unos minutos antes –Comprendo pero en mi opinión los estudios son necesarios aunque realmente ocupan mucho tiempo– Pasó su izquierda sobre su cabello un tanto mojado mientras que su derecha se dedicaba a tocar con suavidad la mejilla contraria –Entonces está bien– Sonrió sin dejar de lado el toque de su mano, de alguna manera, el contacto era bastante agradable, le gustaba la calidez ajena, sin duda se sentía bastante cómodo en aquella situación junto al muchacho de bellos ojos –¿De verdad son así?... No pensaba que opinaras eso de mis ojos, generalmente recibo otro tipo de comentarios, me agrada que pienses así; hace que pueda sentirme feliz– Miró a los ojos al joven, realmente estaba alegre por lo que este había dicho.
Mientras acariciaba que pudo sentir la mano ajena que tomaba la propia, colocándose sobre los negros cabellos negros del contrario, la movió un poco para acariciarle de forma suave y cariñosa, la sensación que producía el cabello del chico sobre sus dedos era relajante pero terminó por desconcentrarse en lo que hacía al escuchar la respuesta o mas bien una pregunta en su lugar –Pues… Unos dieciséis o diecisiete años– Musitó mirándolo detalladamente como si buscara el dígito de su edad grabada en alguna parte de su cuerpo pero al no hallar nada desvió su mirada al suelo por unos cuantos segundos, observando los elipses que se formaban en el agua cuando las gotas caían en los charcos yacientes en el.
Aún miraba expectante los charcos de agua, no había parado el tacto en la mejilla cuando sintió que el menor se movía. Abrió un poco los ojos en una expresión de asombro, no pensó que Nanase hiciera algo así, al sentirlo sobre sus piernas no lo rechazó, tan solo se quedó quieto por unos instantes antes de sentir los suaves brazos del estudiante rodear su cuello –Está bien… Necesitas calor, no te culpo ni me molesta– Lo abrazó para que sintiera un poco e calidez, lo hacía para que no se pusiera peor con respecto a la fiebre pero realmente se sentía bien, no deseaba alejarse del menor en ese instante, quería permanecer así. Cuando sintió la cabeza sobre su hombro la acarició un poco para luego dejarla reposar ahí mientras aún abrazaba el cálido cuerpo del muchacho ¿Estará bien?... Un alumno y un funcionario abrazados de esa manera podría ser problemático, aunque no estaban haciendo nada, tan solo era un abrazo, uno que era fácil de malinterpretar gracias a la posición del menor sobre el enfermero, no prestó mayor atención a ello, simplemente dejó su mente en pausa y solo dejaba que el calor ajeno llenara su ser.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Su ceja formó un arco al escuchar las palabras del hombre de rostro marcado. Nanase era una especie de bromista reprimido, le gustaban las bromas que se limitaba a veces a hacerlas o decirlas, no tiene una explicación concreta para eso, simplemente se reprime en ese aspecto. Suspiró y se aclaró la garganta, cerrando los ojos y con una suave sonrisa en los labios dijo:- Quizá deba de tomarme las cosas más enserio contigo- Mencionó murmurando, como una especie de pensamiento a voz alta. Negó un par de veces la cabeza y una vez más reprimió ese sentimiento de diversión que comenzaba a nacer en él.
Las gotas de lluvia caer al suelo y provocar ese típico sonido realmente era muy relajante, como el sonido de las olas del mar al romperse una vez tocan la costa, eran sonidos relajantes, bastante para Nanase, tanto que incluso la voz de Morfeo comenzaba a llamarle desde el mundo de los sueños; el sentir las caricias de la suave mano sobre su mejilla ayudaban bastante en su relación. Su cabello goteaba algunas gotas de agua, no le importaba en ese momento, suponía que no podía lucir peor, pero en realidad su rostro no había perdido su belleza demoniaca- Supongo que sí, pero para mí no son necesarios- Dijo con una voz serena y calmada, típica en Nanase – Al menos no para lo que quiero dedicarme- Movió un poco la clavícula, acomodando sus hombros y espalda baja en aquella pared tan fría e incómoda en la cual se habían rezagado de la lluvia – Pero sabes, no me arrepiento de haber llegado a esta Academia – El demonio de ojos azules miró a Yakue de perfil, mostrando una sonrisa bastante ladina – A veces me impresiono con lo que puedo encontrar, me mantiene ocupado –
Su pensamiento sobre los ojos de Yakue era bastante … profundo por decirlo así, para Nanase los mejores días eran los nublados y con vientos frescos, mejor aún si tenían lluvia, realmente amaba la lluvia y como se sentía el ambiente en un día nublado de invierno – Me alegra que estés feliz, realmente me gustan mucho tus ojos – Le dedicó una sonrisa tranquila mientras se sujetaba el vientre. Realmente no sabía por qué su cuerpo se sentía tan pesado y adolorido, pocas veces en su vida había contraído algún resfriado o alguna gripe, no era común en el enfermarse – u…uhm – Trató de mover sus caderas un poco para acomodar su espalda en la dura superficie húmeda que era la pared – ahg … no sé si se hayas sentido así alguna vez pero …no se lo deseo a nadie – Dijo algo incómodo, pero el sentir la mano de Yakue sobre su cabeza realmente le gustó bastante, sacando su naturaleza felina: se encogió de hombros y su garganta comenzó a hacer sonidos bastante leves, parecidos al ronroneo de un gato.
Se alegró de cierta forma al escuchar las palabras de Yakue, solo esperaba que no estuviera mintiendo sobre su edad, eso realmente arruinaría las cosas. Prefirió no decir nada más sobre el tema y dejarlo pasar.
Sentado, sobre el regazo de Yakue, Nanase procuró apegar su cuerpo lo más posible para poder sentir el calor del ajeno. Su cuerpo comenzaba a temblar ligeramente aun asi con la ayuda de la chaqueta que le habían otorgado. Sonrió ante las palabras de Yakue y suspiró ahora bastante tranquilo, cerró los ojos y se dejó inundar por el calor corporal del enfermero “Se siente realmente muy bien” Pensó respirando con tranquilidad, inhalando el aroma de Yakue, el cual al parecer comenzaba a ser una adicción para Nanase.
Finalmente y después de unos minutos el demonio de ojos azules abrió los ojos, fijando su vista en las peculiares marcas que tenía el rostro del enfermero. Curioso acercó su mano izquierda y con el pulgar repasó aquellas marcas tan extrañas. Con cuidado repasó de nuevo con su dedo y al notar que no se trata de algún maquillaje comenzó la duda - ¿Acaso … son tatuajes? – Preguntó con curiosidad sin despegar su pulgar del rostro de Yakue.
Subió su mano hasta llegar a su cabellera, tan suave y de un color extraño, el perder su mano entre los cabellos del enfermero fue algo raro pero al mismo tiempo bastante confortable. Estaba consciente de que posiblemente estaba incomodando a Yakue, pero lo único que no podía reprimir Nanase era su curiosidad, y Yakue el provocaba mucha.
Las gotas de lluvia caer al suelo y provocar ese típico sonido realmente era muy relajante, como el sonido de las olas del mar al romperse una vez tocan la costa, eran sonidos relajantes, bastante para Nanase, tanto que incluso la voz de Morfeo comenzaba a llamarle desde el mundo de los sueños; el sentir las caricias de la suave mano sobre su mejilla ayudaban bastante en su relación. Su cabello goteaba algunas gotas de agua, no le importaba en ese momento, suponía que no podía lucir peor, pero en realidad su rostro no había perdido su belleza demoniaca- Supongo que sí, pero para mí no son necesarios- Dijo con una voz serena y calmada, típica en Nanase – Al menos no para lo que quiero dedicarme- Movió un poco la clavícula, acomodando sus hombros y espalda baja en aquella pared tan fría e incómoda en la cual se habían rezagado de la lluvia – Pero sabes, no me arrepiento de haber llegado a esta Academia – El demonio de ojos azules miró a Yakue de perfil, mostrando una sonrisa bastante ladina – A veces me impresiono con lo que puedo encontrar, me mantiene ocupado –
Su pensamiento sobre los ojos de Yakue era bastante … profundo por decirlo así, para Nanase los mejores días eran los nublados y con vientos frescos, mejor aún si tenían lluvia, realmente amaba la lluvia y como se sentía el ambiente en un día nublado de invierno – Me alegra que estés feliz, realmente me gustan mucho tus ojos – Le dedicó una sonrisa tranquila mientras se sujetaba el vientre. Realmente no sabía por qué su cuerpo se sentía tan pesado y adolorido, pocas veces en su vida había contraído algún resfriado o alguna gripe, no era común en el enfermarse – u…uhm – Trató de mover sus caderas un poco para acomodar su espalda en la dura superficie húmeda que era la pared – ahg … no sé si se hayas sentido así alguna vez pero …no se lo deseo a nadie – Dijo algo incómodo, pero el sentir la mano de Yakue sobre su cabeza realmente le gustó bastante, sacando su naturaleza felina: se encogió de hombros y su garganta comenzó a hacer sonidos bastante leves, parecidos al ronroneo de un gato.
Se alegró de cierta forma al escuchar las palabras de Yakue, solo esperaba que no estuviera mintiendo sobre su edad, eso realmente arruinaría las cosas. Prefirió no decir nada más sobre el tema y dejarlo pasar.
Sentado, sobre el regazo de Yakue, Nanase procuró apegar su cuerpo lo más posible para poder sentir el calor del ajeno. Su cuerpo comenzaba a temblar ligeramente aun asi con la ayuda de la chaqueta que le habían otorgado. Sonrió ante las palabras de Yakue y suspiró ahora bastante tranquilo, cerró los ojos y se dejó inundar por el calor corporal del enfermero “Se siente realmente muy bien” Pensó respirando con tranquilidad, inhalando el aroma de Yakue, el cual al parecer comenzaba a ser una adicción para Nanase.
Finalmente y después de unos minutos el demonio de ojos azules abrió los ojos, fijando su vista en las peculiares marcas que tenía el rostro del enfermero. Curioso acercó su mano izquierda y con el pulgar repasó aquellas marcas tan extrañas. Con cuidado repasó de nuevo con su dedo y al notar que no se trata de algún maquillaje comenzó la duda - ¿Acaso … son tatuajes? – Preguntó con curiosidad sin despegar su pulgar del rostro de Yakue.
Subió su mano hasta llegar a su cabellera, tan suave y de un color extraño, el perder su mano entre los cabellos del enfermero fue algo raro pero al mismo tiempo bastante confortable. Estaba consciente de que posiblemente estaba incomodando a Yakue, pero lo único que no podía reprimir Nanase era su curiosidad, y Yakue el provocaba mucha.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Sus negros ojos se paseaban por el hermoso rostro del menor, mirándolo con detenimiento absoluto, podía darse cuenta de que en realidad era un chico bastante apuesto y agradable. Un suspiro salió de sus labios ante aquel pensamiento, no era un buen momento para estar pensando en esas cosas, aun más cuando se encontraba en aquella situación tan fácil de malentenderse y seguramente no traería nada bueno. Estaba tan concentrado pensando que no logró escuchar completamente lo que el pelinegro decía, así que no había entendido pero al verlo mover su cabeza en forma de negación decidió por no darle mayor importancia.
Cerró sus ojos por un momento, entregándose al agradable y relajante sonido que provocaba las cristalinas gotas de lluvia al golpear el suelo, sin duda era algo que le gustaba, el simple hecho de estar en un lugar donde se pudiese apreciar la lluvia de aquella forma era suficiente para hacer que una gran sonrisa enmarcara su rostro con delicadeza. Su mano no paró de propinarle suaves caricias en su cálida mejilla, sentía como un par de gotas resbalaban por su cabello y se detenían en su pálida mano, pero claramente no era un problema, tenía la oportunidad de ver aquel rostro levemente mojado que aun así daba a relucir su radiante belleza que le cautivaba –No sé qué quieras hacer pero la mayoría de las veces son importantes, además… No hay que negar que habían ocasiones divertidas– Retiró su mano de la mejilla ajena mientras dejaba que se acomodara mejor en la pared de la azotea –Eso es algo bueno, creo que quiere decir que estás cómodo en este lugar –Correspondió a la mirada que le dedicaban, esbozando una tenue sonrisa –Puede que te entienda un poco, este es un lugar muy peculiar–
Realmente era un halago para el hombre de rostro marcado el escuchar aquello, muy pocas ocasiones era honrado de esa manera así que se sentía bastante feliz por el cumplido –Gracias, me alegra saber eso. Eres de las pocas personas que me dice ese tipo de cosas– Miró como el chico se sujetaba su vientre, claramente sentía dolor y así era, fue confirmado por las palabras de Nanase –El dolor es algo terrible pero aun así es capaz de desaparecer. Debes de sentirte realmente mal ¿Cierto?– Pasó suavemente sus manos por la cabeza del chico al cual parecía gustarle aquel tacto, emitía un sonido extraño pero le parecía gracioso verlo de esa forma, aun así, continuó con el suave roce de su mano contra los húmedos cabellos del chico. Le recordaba vagamente a un minino en busca de caricias y calor ajeno, esos suaves sonidos que escapaban de su garganta le parecían realmente tiernos, no podía dejar de mirar el bello rostro del estudiante por ningún momento, estaba siendo cautivado por él.
Al tener a Nanase sobre sus piernas, el enfermero tan solo abrazó cuidadosamente su cuerpo, proporcionándole calor ya que podía darse cuenta como su cuerpo temblaba levemente a causa del frío que trajo consigo la lluvia. No parecía molestarle la situación, al fin y al cabo simplemente estaba ayudando al muchacho a mantener su temperatura corporal. No podía negar que se sentía bien, era agradable estar con el chico pero ¿Era bueno? No quería preocuparse mucho por eso y simplemente continuó abrazándole, prefería pensar en cómo ayudarlo para que su resfriado no avanzara más. Miró la sonrisa que tenía el joven Nanase, imitándolo también dejó salir una para demostrar que se encontraba a gusto.
Abrió un poco los ojos ante el tacto en su mejilla, se había sorprendido al sentir el suave pulgar que recorría lentamente la marca que estaba sobre esta, sabía con claridad que solía llamar la atención por ellas, muchas personas llegaban a pensar que era una nueva moda que había salido recientemente, maquillaje o tatuajes como lo había dicho el muchacho –No son tatuajes, estas son marcas de nacimiento. Los miembros de mi familia nacimos con ellas– Explicó calmadamente pero aun un tanto impresionado por aquello, sinceramente le gustaba la sensación de su dedo sobre su mejilla, nunca antes le habían tocado de esa forma, quizás por miedo debido a su apariencia pero ahora estaba feliz de que alguien no se sintiera intimidado por él.
Su impresión no terminó allí, ahora la mano que tocaba su mejilla se había desplazado hasta su negro cabello, las manos de aquel chico le relajaban bastante, tan solo se entregó a la suave sensación de esa mano, evidentemente no le era molesto, le gustaba que le acariciara de esa delicada manera. Instintivamente su izquierda pasó suavemente por la espalda del joven, apegándolo un poco más a su cuerpo en busca de ese calor que él desprendía. Una sonrisa ladina se asomó por sus labios mientras que no despegaba sus ojos de los azules del contrario –Eres muy lindo– Susurró al momento que sus brazos rodeaban la cintura de Nanase.
Cerró sus ojos por un momento, entregándose al agradable y relajante sonido que provocaba las cristalinas gotas de lluvia al golpear el suelo, sin duda era algo que le gustaba, el simple hecho de estar en un lugar donde se pudiese apreciar la lluvia de aquella forma era suficiente para hacer que una gran sonrisa enmarcara su rostro con delicadeza. Su mano no paró de propinarle suaves caricias en su cálida mejilla, sentía como un par de gotas resbalaban por su cabello y se detenían en su pálida mano, pero claramente no era un problema, tenía la oportunidad de ver aquel rostro levemente mojado que aun así daba a relucir su radiante belleza que le cautivaba –No sé qué quieras hacer pero la mayoría de las veces son importantes, además… No hay que negar que habían ocasiones divertidas– Retiró su mano de la mejilla ajena mientras dejaba que se acomodara mejor en la pared de la azotea –Eso es algo bueno, creo que quiere decir que estás cómodo en este lugar –Correspondió a la mirada que le dedicaban, esbozando una tenue sonrisa –Puede que te entienda un poco, este es un lugar muy peculiar–
Realmente era un halago para el hombre de rostro marcado el escuchar aquello, muy pocas ocasiones era honrado de esa manera así que se sentía bastante feliz por el cumplido –Gracias, me alegra saber eso. Eres de las pocas personas que me dice ese tipo de cosas– Miró como el chico se sujetaba su vientre, claramente sentía dolor y así era, fue confirmado por las palabras de Nanase –El dolor es algo terrible pero aun así es capaz de desaparecer. Debes de sentirte realmente mal ¿Cierto?– Pasó suavemente sus manos por la cabeza del chico al cual parecía gustarle aquel tacto, emitía un sonido extraño pero le parecía gracioso verlo de esa forma, aun así, continuó con el suave roce de su mano contra los húmedos cabellos del chico. Le recordaba vagamente a un minino en busca de caricias y calor ajeno, esos suaves sonidos que escapaban de su garganta le parecían realmente tiernos, no podía dejar de mirar el bello rostro del estudiante por ningún momento, estaba siendo cautivado por él.
Al tener a Nanase sobre sus piernas, el enfermero tan solo abrazó cuidadosamente su cuerpo, proporcionándole calor ya que podía darse cuenta como su cuerpo temblaba levemente a causa del frío que trajo consigo la lluvia. No parecía molestarle la situación, al fin y al cabo simplemente estaba ayudando al muchacho a mantener su temperatura corporal. No podía negar que se sentía bien, era agradable estar con el chico pero ¿Era bueno? No quería preocuparse mucho por eso y simplemente continuó abrazándole, prefería pensar en cómo ayudarlo para que su resfriado no avanzara más. Miró la sonrisa que tenía el joven Nanase, imitándolo también dejó salir una para demostrar que se encontraba a gusto.
Abrió un poco los ojos ante el tacto en su mejilla, se había sorprendido al sentir el suave pulgar que recorría lentamente la marca que estaba sobre esta, sabía con claridad que solía llamar la atención por ellas, muchas personas llegaban a pensar que era una nueva moda que había salido recientemente, maquillaje o tatuajes como lo había dicho el muchacho –No son tatuajes, estas son marcas de nacimiento. Los miembros de mi familia nacimos con ellas– Explicó calmadamente pero aun un tanto impresionado por aquello, sinceramente le gustaba la sensación de su dedo sobre su mejilla, nunca antes le habían tocado de esa forma, quizás por miedo debido a su apariencia pero ahora estaba feliz de que alguien no se sintiera intimidado por él.
Su impresión no terminó allí, ahora la mano que tocaba su mejilla se había desplazado hasta su negro cabello, las manos de aquel chico le relajaban bastante, tan solo se entregó a la suave sensación de esa mano, evidentemente no le era molesto, le gustaba que le acariciara de esa delicada manera. Instintivamente su izquierda pasó suavemente por la espalda del joven, apegándolo un poco más a su cuerpo en busca de ese calor que él desprendía. Una sonrisa ladina se asomó por sus labios mientras que no despegaba sus ojos de los azules del contrario –Eres muy lindo– Susurró al momento que sus brazos rodeaban la cintura de Nanase.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Al dejar de sentir el tacto sobre su mejilla volteó la mirada directo hacia el rostro de Yakue, parecía un hombre tranquilo y sin muchas preocupaciones, una persona completamente misteriosa, como si lo único que mostrara fuera solo la punta del iceberg, eso era interesante, bastante a decir verdad. Cu ceja se arqueó adornando su frente acompañada de una mirada llena de curiosidad que se posaba sobre sus brillantes y azulados ojos - ¿Tú terminaste tus estudios como enfermero? – Preguntó manteniendo su mirada en el rostro ajeno. Realmente no se esperó aquella respuesta por su parte - ¿Me comprendes? – Preguntó sin borrar sonrisa – Tienes razón , este lugar es único en toda la expresión de la palabra – Afirmó bastante tranquilo desviando su mirada hacia la lluvia que estaba de testigo en la calmada platica – Pero está bien, si no fuera así todo aquí sería realmente aburrido – Suspiró razonando un poco sus palabras – Se perdería lo único que hace interesante vivir en este mundo – Sus ojos parpadearon suavemente, como si amenazaran con cerrarse y no volverse a abrir por un largo rato.
Su garganta se contrajo provocando una tos dolorosa para su garganta – tch – Chasqueó los labios frunciéndolos un poco, pero no se quería mostrar débil ante una cara que aparentaba no serlo, la sonrisa tranquila regresó a sus finos y perfectos labios – No moriré por un simple resfriado o … sea lo que sea – Realmente no tenía un buen diagnóstico de lo que atacaba a su cuerpo, pero realmente no moriría, aun no. Las caricias sobre su cabeza realmente se sentían bastante bien, a tal grado de que Nanase comenzó a ronronear de manera sutil , apegó su cabeza un poco más a la suave mano del enfermero para no perderse de ni un solo rose.
El regazo donde se sentaba le causaba comodidad, se comenzaba a sentir bastante relajado sentado de aquella manera. El calor que recibía era realmente placentero, su cuerpo poco a poco dejó de manifestar el ligero temblor debido al frío agudo que había comenzando a tener. Guardando su rostro en el cuello de Yakue le olfateó de manera discreta, siendo cautivado por el olor una leve sonrisa apareció en sus labios “Realmente … huele muy bien” Pensó alejando su rostro y fijando su vista en las marcas que poseía el ajeno. Con suaves toques y caricias por parte de su dedo, examinaba aquella marca perteneciente al rostro de Yakue, nunca antes había visto a alguien con algo similar en la cara, quizá una nueva especie por descubrir. Su ceja se arqueó nuevamente - ¿Nacieron? Eso realmente suena muy interesante – Nanase sonrió bastante interesado por aquella información mientras su mano subía hasta encontrarse con los cabellos oscuros del enfermero. Perdió su mano entre la melena suave y sedosa acariciando con tranquilidad la cabeza de Yakue, mantenía en la mirada fija en el rostro ajeno, con los ojos entrecerrados y respirando de manera lenta y calmada.
Su cuerpo se estremeció débilmente al sentir la mano ajena sobre la espalda propia y se dejó apegar por la fuerza que brindaba aquella mano, mientras más cerca mejor. Mientras su cintura era sujetada, la mano de Nanase bajaba por la nuca de Yakue, acariciando la extensión de manera suave con las yemas de sus dedos; un débil sonrojo se formó en las mejillas de Nanase al escuchar el halago - ¿Crees eso? – Desvió levemente su mirada mas no la cabeza – Entonces pienso lo mismo de ti – Rió levemente y su brazo libre rodeó de igual manera el cuello del enfermero para encontrarse con su otra mano que jugueteaba suavemente con los cabellos oscuros, mantuvo a distancia su rostro, quería ver las reacciones que tendría el enfermero al tener tan cerca a un demonio como lo era Nanase, todo le resultaba interesante al de cabellos azules y al mismo tiempo emocionante.
Su garganta se contrajo provocando una tos dolorosa para su garganta – tch – Chasqueó los labios frunciéndolos un poco, pero no se quería mostrar débil ante una cara que aparentaba no serlo, la sonrisa tranquila regresó a sus finos y perfectos labios – No moriré por un simple resfriado o … sea lo que sea – Realmente no tenía un buen diagnóstico de lo que atacaba a su cuerpo, pero realmente no moriría, aun no. Las caricias sobre su cabeza realmente se sentían bastante bien, a tal grado de que Nanase comenzó a ronronear de manera sutil , apegó su cabeza un poco más a la suave mano del enfermero para no perderse de ni un solo rose.
El regazo donde se sentaba le causaba comodidad, se comenzaba a sentir bastante relajado sentado de aquella manera. El calor que recibía era realmente placentero, su cuerpo poco a poco dejó de manifestar el ligero temblor debido al frío agudo que había comenzando a tener. Guardando su rostro en el cuello de Yakue le olfateó de manera discreta, siendo cautivado por el olor una leve sonrisa apareció en sus labios “Realmente … huele muy bien” Pensó alejando su rostro y fijando su vista en las marcas que poseía el ajeno. Con suaves toques y caricias por parte de su dedo, examinaba aquella marca perteneciente al rostro de Yakue, nunca antes había visto a alguien con algo similar en la cara, quizá una nueva especie por descubrir. Su ceja se arqueó nuevamente - ¿Nacieron? Eso realmente suena muy interesante – Nanase sonrió bastante interesado por aquella información mientras su mano subía hasta encontrarse con los cabellos oscuros del enfermero. Perdió su mano entre la melena suave y sedosa acariciando con tranquilidad la cabeza de Yakue, mantenía en la mirada fija en el rostro ajeno, con los ojos entrecerrados y respirando de manera lenta y calmada.
Su cuerpo se estremeció débilmente al sentir la mano ajena sobre la espalda propia y se dejó apegar por la fuerza que brindaba aquella mano, mientras más cerca mejor. Mientras su cintura era sujetada, la mano de Nanase bajaba por la nuca de Yakue, acariciando la extensión de manera suave con las yemas de sus dedos; un débil sonrojo se formó en las mejillas de Nanase al escuchar el halago - ¿Crees eso? – Desvió levemente su mirada mas no la cabeza – Entonces pienso lo mismo de ti – Rió levemente y su brazo libre rodeó de igual manera el cuello del enfermero para encontrarse con su otra mano que jugueteaba suavemente con los cabellos oscuros, mantuvo a distancia su rostro, quería ver las reacciones que tendría el enfermero al tener tan cerca a un demonio como lo era Nanase, todo le resultaba interesante al de cabellos azules y al mismo tiempo emocionante.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
Se encontró con la mirada de aquellos ojos azules que lo cautivaban en su totalidad como si con ellos fuera posible congelar sus pensamientos para que solo se mantuvieran fijos en él, era bastante extraña la sensación que ellos producían en el interior del joven al observarlos atentamente pero aun así eran hermosos. Finalmente fue sacado de su hipnotismo provocados por la azulina mirada de Nanase al escuchar sus palabras –Los terminé hace un par de años así que tengo la capacidad de cuidarte– Sonrió ampliamente sin dejar de corresponder al juego de miradas que le propinaba el menor –Si, así lo es– Movió su cabeza lentamente a modo de afirmación, realmente era una academia muy peculiar considerando que la mayoría de las personas en ellas eran seres diferentes y con extraños poderes, incluyendo a Yakue –De esta manera es más entretenido, no caemos en la horrible monotonía y terminaríamos por tener vidas sencillas y tristes– Por su mente pasó el recuerdo de su niñez pero prontamente lo disipó, dejando que fuera llevado por las gotas de lluvia.
Su mirada estaba perdida en el paisaje lluvioso frente a él cuando la tos del pelinegro atrajo su atención –Parece que las pastillas aun no surgen efecto– Miró detenidamente al chico por unos momentos, analizando si sería buena idea aplicar ese método en él, no quería a verlo sufrir pero tampoco quería causarle miedo Lo más importante es su salud Pensó mientras tragaba un poco de saliva antes de hablar –Puedo intentar probar otra cosa en ti, aun puede que no sea muy agradable de ver– Musitó en un tono suave sin dejar de mirar al chico. Una pizca de nerviosismo apareció en su ser, hacía un tiempo que no utilizaba aquello que el hecho de imaginar volver a causar problemas le inquietaba bastante.
La cálida sensación del cuerpo ajeno cerca del suyo era reconfortable, sus manos no podían evitar buscar contacto con él así que terminó rodeándolo con ellas. Se sentía realmente bien, algo que muy pocas veces era capaz de experimentar debido al miedo que solía influir en los demás pero perecía ser que Nanase no era como ellos, no temía acercarse a él y hablar con un desconocido como ese enfermero. Aquel tacto sobre la marca de sus mejillas era agradable, por alguna razón le gustaba mucho y lo hacía relajarse ante aquellos suaves y perfectos dedos –Así es, somos un pequeño clan y todos poseemos este tipo de marcas junto a estas máscaras– Señaló el objeto mencionado con uno de sus dedos. Sus facciones se relajaron cuando las manos del estudiante recorrieron su oscura cabellera, no quería que parara ya que era realmente placentero estar de esa forma y que Nanase se sintiera igual de bien que él o eso era lo que Yakue pensaba juzgando por su comportamiento.
Comenzó las caricias en el cuerpo ajeno, pasaba sus manos cuidadosamente por su espalda en pequeños movimientos circulares mientras que unos suaves dedos se deslizaban por su nuca provocándole un leve estremecimiento. Se mantenía observando el rostro ahora sonrojado de aquel joven muchacho, el rubor hacía resaltar aun más su belleza por lo que no pudo evitar sonreír al verlo de esa manera –Claro que sí, eres realmente lindo– Apegó un poco más el cuerpo de Nanase al suyo para poder sentir mejor de la calidez del mismo –Gracias– Susurró sin dejar de sonreír, lo abrazaba entre sus brazos para mantenerlo cálido y que el frío que la lluvia traía consigo no le perjudicase más –Y bien ¿Qué eres?– La curiosidad por saber más acerca de él aumentaba cada vez que la cercanía crecía. Sus instintos le llevaron a acercarse un poco al rostro ajeno, podía sentir la respiración calmada del pelinegro que chocaba con la suya en un intento de probar esos hermosos labios pero simplemente se mantuvo en esa posición mientras que sus manos aun recorrían con caricias al estudiante.
Su mirada estaba perdida en el paisaje lluvioso frente a él cuando la tos del pelinegro atrajo su atención –Parece que las pastillas aun no surgen efecto– Miró detenidamente al chico por unos momentos, analizando si sería buena idea aplicar ese método en él, no quería a verlo sufrir pero tampoco quería causarle miedo Lo más importante es su salud Pensó mientras tragaba un poco de saliva antes de hablar –Puedo intentar probar otra cosa en ti, aun puede que no sea muy agradable de ver– Musitó en un tono suave sin dejar de mirar al chico. Una pizca de nerviosismo apareció en su ser, hacía un tiempo que no utilizaba aquello que el hecho de imaginar volver a causar problemas le inquietaba bastante.
La cálida sensación del cuerpo ajeno cerca del suyo era reconfortable, sus manos no podían evitar buscar contacto con él así que terminó rodeándolo con ellas. Se sentía realmente bien, algo que muy pocas veces era capaz de experimentar debido al miedo que solía influir en los demás pero perecía ser que Nanase no era como ellos, no temía acercarse a él y hablar con un desconocido como ese enfermero. Aquel tacto sobre la marca de sus mejillas era agradable, por alguna razón le gustaba mucho y lo hacía relajarse ante aquellos suaves y perfectos dedos –Así es, somos un pequeño clan y todos poseemos este tipo de marcas junto a estas máscaras– Señaló el objeto mencionado con uno de sus dedos. Sus facciones se relajaron cuando las manos del estudiante recorrieron su oscura cabellera, no quería que parara ya que era realmente placentero estar de esa forma y que Nanase se sintiera igual de bien que él o eso era lo que Yakue pensaba juzgando por su comportamiento.
Comenzó las caricias en el cuerpo ajeno, pasaba sus manos cuidadosamente por su espalda en pequeños movimientos circulares mientras que unos suaves dedos se deslizaban por su nuca provocándole un leve estremecimiento. Se mantenía observando el rostro ahora sonrojado de aquel joven muchacho, el rubor hacía resaltar aun más su belleza por lo que no pudo evitar sonreír al verlo de esa manera –Claro que sí, eres realmente lindo– Apegó un poco más el cuerpo de Nanase al suyo para poder sentir mejor de la calidez del mismo –Gracias– Susurró sin dejar de sonreír, lo abrazaba entre sus brazos para mantenerlo cálido y que el frío que la lluvia traía consigo no le perjudicase más –Y bien ¿Qué eres?– La curiosidad por saber más acerca de él aumentaba cada vez que la cercanía crecía. Sus instintos le llevaron a acercarse un poco al rostro ajeno, podía sentir la respiración calmada del pelinegro que chocaba con la suya en un intento de probar esos hermosos labios pero simplemente se mantuvo en esa posición mientras que sus manos aun recorrían con caricias al estudiante.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
La forma en la que hablaba el enfermero le pareció bastante cautivadora al de cabellos azulinos. Las palabras que utilizaba simplemente eran las correctas, ni una de mas ni una de menos, simplemente las suficientes como para dejar a alguien completamente interesado y por supuesto, cautivado. No dijo nada más, simplemente soltaba pequeñas risas ante cada comentario, no tenía nada más que decir ante aquellas palabras, quedaban bien para el final de una tranquila charla.
Las patillas no habían causo mucho efecto en el cuerpo del Demonio, quizá por su raza especial. El dolor muscular había disminuido levemente, pero aún seguía presente, siendo bastante molesto en ese clima frió, se acomodó un poco mejor la chaqueta del mayor, seguía con la ideología de que no se la regresaría e incluso llegaría al nivel de inventar alguna excusa con la intención de quedársela, o quizá simplemente no estaba pensando muy bien. El argumento ajeno le dejó con algo de curiosidad ¿A qué método se refería, y por qué desagradable? Nanase ladeó la cabeza bastante interesado por las palabras del mayor – Haz lo que tengas que hacer – Dijo con un tono de voz entre sumiso y un poco seductor, malditos encantos demoníacos.
Viendo por el otro lado, Nanase disfrutaba bastante del contacto ajeno, era como si su cuerpo encajara a la perfección con la figura de Yakue, pues el largo de sus brazos alcanzaba a rodear perfectamente su cuello, su rostro estaba a la altura del ajeno e incluso su espalda de sentía bastante cómoda. Su cuerpo reaccionaba bien ante la cercanía de Yakue, finalmente había podido sentir el calor corporal que le brindaba aquella corta distancia, y se sentía bastante bien.
Dejó que el mayor se acercara, poco a poco, sintiendo su aliento en sus propios labios, comenzando a ser tocado por la tentación. Su dedo índice comenzó a juguetear con los cabellos oscuros de la nuca de Yakue, tirando suavemente de ellos, enrollándolos en su propio dedo, se tensó un poco al escuchar la pregunta del mayor ¿Debería de decirlo? O ¿Debería de prestar más atención en las acciones de su cuerpo?. Su izquierda, fue directo a la frente del mayor, donde con gentileza retiró unas cuantas hebras de cabello oscuro que se atrevían a cubrir la hermosa mirada del enfermero, inaceptable – Si te lo digo, me odiarías – Llenó ligeramente las mejillas de aire, entrecerrando un poco la azulada mirada.
Sí, es difícil resistirse, pero para un Demonio eso no importa, no podía soportar más, teniendo unos labios tan tentadores y perfectos tan cerca, puestos en bandeja de plata, simplemente tentador. Frunció los labios propios un poco, tratando de vencer en la lucha del “Sí lo hago o no lo hago” pero la respuesta al final había sido muy obvia.
Deslizó una de sus manos, acariciando suavemente con la yema de sus dedos la tersa piel del cuello de Yakue, llegando hasta su mejilla, recorriendo y acariciando. Llegó a su mentón, el cual sujetó con gentileza; su pulgas, repasó los labios de Yakue, sintiendo la suave y carnosa textura, el color era de igual manera tentador - ¿Te han dicho que tus labios provocan bastante? – Mencionó el menor, con el notorio deseo de probarlos, no esperaría más y tampoco esperaría otra ocasión. Hizo lo mismo con su otra mano y sujetó el rostro de manera suave por las mejillas de Yakue, y finalmente se acercó lo suficiente, para pegar ambos labios y disfrutar de un suave beso en un día lluvioso.
Las patillas no habían causo mucho efecto en el cuerpo del Demonio, quizá por su raza especial. El dolor muscular había disminuido levemente, pero aún seguía presente, siendo bastante molesto en ese clima frió, se acomodó un poco mejor la chaqueta del mayor, seguía con la ideología de que no se la regresaría e incluso llegaría al nivel de inventar alguna excusa con la intención de quedársela, o quizá simplemente no estaba pensando muy bien. El argumento ajeno le dejó con algo de curiosidad ¿A qué método se refería, y por qué desagradable? Nanase ladeó la cabeza bastante interesado por las palabras del mayor – Haz lo que tengas que hacer – Dijo con un tono de voz entre sumiso y un poco seductor, malditos encantos demoníacos.
Viendo por el otro lado, Nanase disfrutaba bastante del contacto ajeno, era como si su cuerpo encajara a la perfección con la figura de Yakue, pues el largo de sus brazos alcanzaba a rodear perfectamente su cuello, su rostro estaba a la altura del ajeno e incluso su espalda de sentía bastante cómoda. Su cuerpo reaccionaba bien ante la cercanía de Yakue, finalmente había podido sentir el calor corporal que le brindaba aquella corta distancia, y se sentía bastante bien.
Dejó que el mayor se acercara, poco a poco, sintiendo su aliento en sus propios labios, comenzando a ser tocado por la tentación. Su dedo índice comenzó a juguetear con los cabellos oscuros de la nuca de Yakue, tirando suavemente de ellos, enrollándolos en su propio dedo, se tensó un poco al escuchar la pregunta del mayor ¿Debería de decirlo? O ¿Debería de prestar más atención en las acciones de su cuerpo?. Su izquierda, fue directo a la frente del mayor, donde con gentileza retiró unas cuantas hebras de cabello oscuro que se atrevían a cubrir la hermosa mirada del enfermero, inaceptable – Si te lo digo, me odiarías – Llenó ligeramente las mejillas de aire, entrecerrando un poco la azulada mirada.
Sí, es difícil resistirse, pero para un Demonio eso no importa, no podía soportar más, teniendo unos labios tan tentadores y perfectos tan cerca, puestos en bandeja de plata, simplemente tentador. Frunció los labios propios un poco, tratando de vencer en la lucha del “Sí lo hago o no lo hago” pero la respuesta al final había sido muy obvia.
Deslizó una de sus manos, acariciando suavemente con la yema de sus dedos la tersa piel del cuello de Yakue, llegando hasta su mejilla, recorriendo y acariciando. Llegó a su mentón, el cual sujetó con gentileza; su pulgas, repasó los labios de Yakue, sintiendo la suave y carnosa textura, el color era de igual manera tentador - ¿Te han dicho que tus labios provocan bastante? – Mencionó el menor, con el notorio deseo de probarlos, no esperaría más y tampoco esperaría otra ocasión. Hizo lo mismo con su otra mano y sujetó el rostro de manera suave por las mejillas de Yakue, y finalmente se acercó lo suficiente, para pegar ambos labios y disfrutar de un suave beso en un día lluvioso.
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Re: Lo que sucede una fría tarde [Nanase]
El enfermero simplemente no podía desviar la mirada de aquellos azulados ojos, le atraían de una extraña manera, casi invitándolos a continuar observándoles. Su rostro también era perfecto, con una tersa piel que estaba en una hermoso consonancia con el tono de sus pupilas, unas facciones delicadas pero aun así manteniendo su masculinidad. Mientras más lo observaba sentía mayor curiosidad, él reflejaba misterio y el de rostro marcado no dudaría en intentar descubrirlo, deseaba conocer más acerca de ese ser frente a sus ojos.
Al parecer las pastillas que le había dado no surgieron efecto, algo bastante raro ya que eran un tanto fuertes y deberían haberlo aliviado aunque fuese un poco pero no parecía ser el caso. Por su mente pasó la posibilidad de utilizar su poder aunque a su vez tenía miedo de la reacción que pudiera tener el joven al ver lo que hacía que algunos le temieran pero realmente no los culpaba, sabía que era bastante desagradable. Miró como se acomodaba la chaqueta que él mismo le había dado, ahora estaba empezando a hacer más frío que antes, el viento soplaba un poco más fuerte, había hecho bien en dársela. Le impresionó la respuesta contraria y aun más el tono en el que lo dijo; lo haría, usaría eso para ayudarlo –Está bien, al menos con eso ya no sentirás dolor–.
Cerró los ojos mientras abrazaba el cuerpo ajeno, se sentía bien poder tocarlo de esa forma y percibir el calor que despedía, muy agradable. Rodeaba con sus brazos la espalda del chico, dando pequeñas caricias con sus manos en esa misma zona, también podía sentir el suave tacto de los delicadas brazos de Nanase rodeando su cuello. Se sentía tan bien que no quería alejarse ni un centímetro de él, la cercanía y la calidez era algo que no era otorgado a menudo así que lo disfrutaría lo más que le fuera posible.
Se acercaba con precaución a su rostro, con su mirada fija sobre los labios contrario y con un notorio deseo de probarlos pero también pensaba en el chico ¿Podría incomodarlo si lo hacía? No quería hacer nada que fuese molesto para el contrario, se sentiría como un verdadero imbécil si llegaba a hacer eso. Se dedicó simplemente a acariciar la mejilla ajena, haciéndolo con cuidado como si estuviera hecho de porcelana. Esbozó una sonrisa ladina cuando las manos de Nanase se poderaron de su cabello, dejando que jugara con ellos mientras que se relajaba con el contacto, le gustaba aquello, nunca había recibido una caricia similar. Bajó sus manos hasta las caderas del estudiante, acariciando levemente ese lugar mientras se apegaba un poco más a su cuerpo, quería permanecer en esa posición por un rato más.
Su curiosidad por saber que era el joven estudiante no hacía más que crecer pero al escuchar esa respuesta de su parte entró en duda ¿Le odiaría? Por supuesto que eso no sucedería –Quiero saber, no tengo ningún motivo para odiarte sin importar que eres– Respondió con calma pero dando a entender con sus palabras que decía la verdad, no odiaría a nadie por el simple hecho de ser diferente, además ¿Quien era él para juzgarlo?.
Entrecerró los ojos ante el nuevo contacto sobre su mejilla, volvió a centrar su atención en él, contemplando su mirada mientras aun se mantenía cerca de su rostro, lo suficiente para sentir su cálido aliento sobre sus labios. Ya se había olvidado de la lluvia, no estaba al tanto de lo que sucedía a su alrededor y solo tenía presente a esa persona frente a él, simplemente se concentraba en Nanase y sus acciones que tanto le agradaban. Dejó que el chico dispusiera de él cuando sintió que le tomaba del mentón, las manos propias daban una suaves caricias por toda la extensión de su espalda.
–¿Enserio piensas eso?– Preguntó antes de que finalmente sus labios se unieron en un suave beso, uno que estaba disfrutando por lo que no pudo evitar cerrar sus ojos y entregarse a esa grata sensación. Movió lentamente sus labios para saborear mejor los contrarios de una dulce manera, deseando probarlos más con cada contacto que les daba. El beso terminó cuando se separó para tomar aire y mirar al chico a los ojos –Eso no me lo esperaba– Sonrió levemente sin despegar su vista de él –¿Aun te duele?– Había recordado el dolor que tenía hace unos minutos, le había dado permiso de utilizar aquello así que estaba dispuesto en curarlo de esa manera.
Al parecer las pastillas que le había dado no surgieron efecto, algo bastante raro ya que eran un tanto fuertes y deberían haberlo aliviado aunque fuese un poco pero no parecía ser el caso. Por su mente pasó la posibilidad de utilizar su poder aunque a su vez tenía miedo de la reacción que pudiera tener el joven al ver lo que hacía que algunos le temieran pero realmente no los culpaba, sabía que era bastante desagradable. Miró como se acomodaba la chaqueta que él mismo le había dado, ahora estaba empezando a hacer más frío que antes, el viento soplaba un poco más fuerte, había hecho bien en dársela. Le impresionó la respuesta contraria y aun más el tono en el que lo dijo; lo haría, usaría eso para ayudarlo –Está bien, al menos con eso ya no sentirás dolor–.
Cerró los ojos mientras abrazaba el cuerpo ajeno, se sentía bien poder tocarlo de esa forma y percibir el calor que despedía, muy agradable. Rodeaba con sus brazos la espalda del chico, dando pequeñas caricias con sus manos en esa misma zona, también podía sentir el suave tacto de los delicadas brazos de Nanase rodeando su cuello. Se sentía tan bien que no quería alejarse ni un centímetro de él, la cercanía y la calidez era algo que no era otorgado a menudo así que lo disfrutaría lo más que le fuera posible.
Se acercaba con precaución a su rostro, con su mirada fija sobre los labios contrario y con un notorio deseo de probarlos pero también pensaba en el chico ¿Podría incomodarlo si lo hacía? No quería hacer nada que fuese molesto para el contrario, se sentiría como un verdadero imbécil si llegaba a hacer eso. Se dedicó simplemente a acariciar la mejilla ajena, haciéndolo con cuidado como si estuviera hecho de porcelana. Esbozó una sonrisa ladina cuando las manos de Nanase se poderaron de su cabello, dejando que jugara con ellos mientras que se relajaba con el contacto, le gustaba aquello, nunca había recibido una caricia similar. Bajó sus manos hasta las caderas del estudiante, acariciando levemente ese lugar mientras se apegaba un poco más a su cuerpo, quería permanecer en esa posición por un rato más.
Su curiosidad por saber que era el joven estudiante no hacía más que crecer pero al escuchar esa respuesta de su parte entró en duda ¿Le odiaría? Por supuesto que eso no sucedería –Quiero saber, no tengo ningún motivo para odiarte sin importar que eres– Respondió con calma pero dando a entender con sus palabras que decía la verdad, no odiaría a nadie por el simple hecho de ser diferente, además ¿Quien era él para juzgarlo?.
Entrecerró los ojos ante el nuevo contacto sobre su mejilla, volvió a centrar su atención en él, contemplando su mirada mientras aun se mantenía cerca de su rostro, lo suficiente para sentir su cálido aliento sobre sus labios. Ya se había olvidado de la lluvia, no estaba al tanto de lo que sucedía a su alrededor y solo tenía presente a esa persona frente a él, simplemente se concentraba en Nanase y sus acciones que tanto le agradaban. Dejó que el chico dispusiera de él cuando sintió que le tomaba del mentón, las manos propias daban una suaves caricias por toda la extensión de su espalda.
–¿Enserio piensas eso?– Preguntó antes de que finalmente sus labios se unieron en un suave beso, uno que estaba disfrutando por lo que no pudo evitar cerrar sus ojos y entregarse a esa grata sensación. Movió lentamente sus labios para saborear mejor los contrarios de una dulce manera, deseando probarlos más con cada contacto que les daba. El beso terminó cuando se separó para tomar aire y mirar al chico a los ojos –Eso no me lo esperaba– Sonrió levemente sin despegar su vista de él –¿Aun te duele?– Había recordado el dolor que tenía hace unos minutos, le había dado permiso de utilizar aquello así que estaba dispuesto en curarlo de esa manera.
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