Alcanzando las estrellas.

Se estaba acercando la fecha de San Valentín al calendario y me resulto muy llamativo aquel evento tan peculiar que estaban formando en la academia. Gran error mío informar de aquel evento a mi padre. Bueno, tampoco era tan gran error pues al final me iba a llevar cierto premio. La cuestión era que al informar a mi padre del evento por simple conversación de que todo me iba bien, conseguí por accidente que este se interesara en el evento y me instara a participar en el. Aunque me negué en un principio por no tener interés en ello, finalmente mi padre consiguió convencerme ofreciéndome mandarme por correo algunos mangas y DVD’s de anime. El sabía mi punto débil y me había comprado con ello.

Ya no había vuelta atrás. Estaba apuntado y tenía que cumplir. Lo único que tenia que esperar es que resultara mas agradable de lo que en un principio pensaba que podría ser. Igual la otra persona era interesante para hablar. Por ese motivo me era indiferente el género ajeno. No me molestaba hablar ya fuera con un hombre o una mujer. Aunque eso no quitaba que igual la otra persona buscaba algo conmigo. No lo creo, pues se trataba de una cita a ciegas y a duras penas me acababa de conocer.

En un principio tenia pensado acudir con ropa algo casual pero cuando se lo conté a mi padre insistió en que usara un traje. Por suerte conseguí convencerlo de no llevar corbata ni pajarita. Así que me limite a usar una camisa y unos pantalones de etiqueta para la cita a ciegas, ambos de un color negro oscuro. Mire un instante el espejo antes de salir para comprobar mi aspecto. Sí, iba totalmente de negro. ¿Había una norma acerca de la vestimenta?

Finalmente después de estar ya arreglado llegue al lugar que me habían indicado que seria donde encontraría a la pareja de mi cita a ciegas. ¿Habría llegado ya y estaría esperando? Mire el reloj y observe que había llegado casi veinte minutos antes de la hora acordada.

Pregunte a uno de los empleados si ya había llegado mi pareja de la cita, pero al parecer no era así. Acto seguido le pedí que me guiara al lugar citado para esperar pacientemente a que llegara tarde o temprano. Al llegar el lugar resulto ser más agradable de lo esperado. Tome asiento en el sofá mientras terminaba de observar los alrededores y la decoración del lugar. El lugar era pequeño pero se sentía perfectamente allí.

-Toca esperar-

14 de febrero. No me hacía falta mirar el calendario para saber el día que era; desde que alguien en una broma de mal gusto me había apuntado a las citas a ciegas, no había podido pensar otra cosa. ¿Quién sería mi pareja? ¿Qué esperaría de mí? ¡Por favor, que sólo quiera hablar!

Pero ahora no tenía tiempo para pensar en eso. Gracias a Dios me han informado del lugar y la hora esta mañana, y aún tenía hasta las nueve para prepararme. Fue por eso que me dio tiempo a ir a la sala de ordenadores y buscar por internet información sobre "Star of Sugar", donde tendría que acudir a la hora prevista. Por lo visto, era un lugar bastante caro y elegante. En ese momento, me alegré infinitamente de dos cosas: la primera, de haber acompañado hasta aquí a Yuri hacía tiempo, ya que como casi no uso internet, es muy probable que de lo contrario todavía no supiese dónde estaba esta sala y no me habría dado tiempo a buscar información sobre dónde era cita; la segunda, de haber gastado casi todos mis ahorros en tiendas de ropa en los últimos dos días, o no habría tenido nada adecuado para la situación.

Comí temprano y, después de ducharme, me puse el elegante vestido rosa que adornaban algunas lentejuelas. Me pregunté si no sería demasiado llamativo… pero casi todos los que había visto eran de palabra de honor o con tirantes, y este fue el único bonito que vi con una manga hasta el hombro, y yo tenía que ocultar mi marca. Afortunadamente había podido comprar también unos zapatos blancos con un poquito de tacón, pero no demasiada, para que fuesen cómodos. Tras elegir una finísima pulsera con una pequeñas estrellas y unos pendientes con el mismo motivo, me puse un poco de perfume y me recogí el pelo a medias con una pinza plateada. Creo que me estoy obsesionando demasiado… pero ya que no sé si voy a dañar a alguien, lo menos que puedo hacer es intentar estar a la altura de las circunstancias y causar al menos una buena primera impresión. En cualquier caso, una vez lista salí de la academia y llamé a un taxi para que me llevase a la cita.

Estuve durante todo el camino mirando aquel cielo cada vez se oscurecía más, pero no era fácil calmarme, sobre todo con aquel continuo nudo en el estómago... Y el traqueteo del coche yo ayudaba mucho tampoco. Además, no pude evitar hacerme mil teorías. ¿Qué clase de persona me tocaría? ¡Podría ser quien fuese! Lo cierto es que no pude evitar acordarme de Lysian… Por lo visto, los íncubos solían aprovechar estas fechas para… ¡Oh, por Dios! ¡Que no me tocase un íncubo! ¡Lo que sea menos eso! ¡POR FAVOR!

Pero afortunadamente no tardamos demasiado, así que mi comida de coco no duró mucho. Todavía faltaban ocho minutos para las nueve, pero yo no podía soportar más la tensión, así que subí a donde me habían indicado,  y como no tenía ni idea de con quién se suponía que tenía que encontrarme, tuve que explicarme tímidamente a un camarero para ver si podía ayudarme. ¡Qué corte! Es que no sé por qué me meto en estos líos… ¡Si yo no he hecho nada!

Pero todo mi agobio desapareció de pronto en cuanto comprobé que conocía al chico que me habían señalado. Nunca le había visto con traje, pero reconocería donde fuese ese pelo tan llamativo y que tanto me gustaba. No pude evitar dirigirme con una gran sonrisa al lugar donde estaba sentado el que parecía ser mi acompañante.

― ¡Hola, Yuri! ―saludé increíblemente feliz de verlo―. Soy Kishoka, ¿te acuerdas de mí? ¡Estás muy elegante!

¡Sí! ¡Bien! ¡No puedo creer mi suerte! ¡Ni si quiera me había tocado con un completo desconocido! Pero… sólo por si acaso, no debería cantar victoria tan pronto.

― ¿Así que tú también te has apuntado a lo de las citas? A mí alguien me apuntó sin mi consentimiento, así que me alegro muchísimo de que me haya tocado con alguien conocido… ¡Bueno, eso si eres tú! ¡¿Me he equivocado?! ―pregunté nerviosa, ya sonrojándome.

¡Oh, por Dios! ¡Que no me haya equivocado! ¿Y si miré mal a donde me señaló el camarero? ¿Y si es que me fijé inconscientemente en él porque le conocía? ¡Que no sea eso, por favor! ¡Habría quedado fatal!



Nota: ¡Perdóooooooooon! ¡He tardado MUCHO en respondeeeeeeeer! Pero es que estaba de exámenes, y ayer hice el último, pero fui a comer fuera y por la tarde tuve un cumpleaños, así que volví tardísimo... ¡Sorry! D=

Me encontraba sentado en aquel sofá mientras esperaba pacientemente a cuando aparecía mi supuesta pareja. ¿Quién podría ser? Tenia entendido que podían participar cualquier estudiante o funcionario de la academia. ¿Y si me hubiera tocado un profesor? Por una parte seria curioso, por otra seria raro. De pronto una idea paso por mi mente.

Esta situación. Esperando. Un joven alumno, esperando en el sofá tranquilamente a que llegara la persona esperada en la cita. Lo vislumbraba. Debía de ser una chica, eso le daba mas encanto. Llegaba tarde, así que tenia que venir con una tostada en la boca… Pero claro, era ya de noche y venia para una cena. Así que eso no era posible. Entonces, tenia que hacer aparición saltando con un paracaídas o con un helicóptero. Si, eso seria lo más impactante.

Entrecerré los ojos e iba lentamente asintiendo con la cabeza mientras se formaba la escena en mi mente. Entonces también aparecería un ejército de mayordomos acompañándola hasta la mesa y uno de ellos tenia que llamarse Sebastian y ser un veterano de guerra, canoso y con un parche en el ojo. Si. Definitivamente tenia que ser así. En cuanto a la chica, tenía que venir con un vestido de gala, un color claro.

Mientras la escena se iba haciendo cada vez más real en mi mente, empecé a escuchar una voz que me saludaba. Si, definitivamente tenia que ser así. Espera. Un momento. ¿Por qué tenia que decir mí nombre? ¿Por qué me sonaba tanto el nombre de Kishoka?

Abrí los ojos confundido para llevarme la sorpresa de que Kishoka se encontraba allí delante de mi con un vestido que brillaba por si solo. -¿Eh?-

¿Qué había pasado? Estaba solo unos instantes y ahora estaba Kishoka aquí. ¿Qué hacia aquí, aquella chica tan amable que me ayudo a buscar la sala de ordenadores en aquella ocasión?

Me quede mudo sin saber que hacer o decir, con un rostro de sorpresa en mi rostro. Entonces Kishoka menciono que a ella la habían apuntado sin que ella lo supiera. Vaya, eso debía ser peor que mi caso que me habían sobornado para participar.

Sus siguientes palabras me desconcertaron aun más. ¿Qué yo era su pareja? ¿Qué ella era mi pareja de esta cena? Un momento. Ya estaba perdido. Me lleve una mano a la frente mientras repasaba los hechos en mi cabeza.

Aparte la mano y ladee levemente la cabeza. -A ver si me ha quedado claro que me he quedado confundido- Alce un poco la cabeza y me incorpore para ponerme de pie. -Yo he venido aquí por que me han obligado a participar en el evento… ¿A ti también te han mandado a este lugar?-

Nota mental: No volver a fantasear con escenas de animes mientras esperas a alguien.

-Ah, cierto. Perdona mis modales. Encantado de verte de nuevo Kishoka- Dije sonriente haciendo una leve reverencia con la cabeza. -Estaba en las nubes y me has pillado un poco por sorpresa- Solté una pequeña carcajada. -Si tu eres mi pareja, me alegra que seas tu y no otro- Sonreí de lado y me aproxime a la mesa para tomar asiento.

Spoiler:

Después de ver allí a alguien que conocía, se me olvidó por completo todo lo demás. Me acerqué a saludar, felizmente, llena de aquel inmenso alivio tras los nervios, el miedo y la expectación.

Lo primero que se me pasó por la cabeza al acercarme a Yuri fue que se había dormido sentado, pero además de que eso era un poco difícil, tardó tan poco en abrir los ojos que comprendí que estaba meditando. Sin embargo, parecía tan sorprendido y confundido, incluso después de explicarme, que mi siguiente convicción fue que me había equivocado de persona... y esa forma de llevarse la mano a la frente me lo confirmó. ¡Dios mío, qué vergüenza!

― ¡Aaaah! ¡Me he equivocado, ¿verdad?! ¡Es eso! ¡Oh, Dios mío! ¡Perdóooooon! ¡Lo sientooo! ―me disculpé muy exageradamente, roja como un tomate, sin saber dónde meterme y pensando cómo explicar mi ENORME torpeza―. Es que le pregunté a un camarero, y me señaló hacia aquí y yo te vi y lo di por hecho, y por eso me he confundido, y… ¡Perdón!

Afortunadamente, gracias a las palabras del chico pude deducir que en realidad no me había confundido… ¡Ay! ¡Entonces me he confundido en lo de confundirme y la he liado mucho sin necesidad! ¡Jooo! ¡Qué corte!

― ¡S-sí! ―confirmé aún sonrojada, pero esta vez por la segunda metedura de pata―. Como me apuntaron sin mi consentimiento, se puede decir que también me han “obligado” a participar. Y sí, me han enviado aquí también ―asentí poquito nerviosa.

Vamos, Kish, tranquila. Un fallito lo tiene cualquiera. Mira el lado positivo: le han obligado a participar, así que está claro que no buscaba nada más que charlar. Tu miedo a acabar haciendo daño a alguien acaba de perder todo su sentido, y eso es un buen pro, ¿no?

― ¡Lo mismo digo! ¡Yo también me alegro mucho! ―sonreí, ya bastante más tranquila, ante su comentario―. La verdad es que me daba miedo con quién me fuese a tocar… Creo que si hubiese sido un vampiro o un íncubo habría salido corriendo nada más darme cuenta ―comenté tapando levemente mi boca mientras reía―. Además, hemos tenido muchísima suerte con el sitio. ¡El cielo desde aquí se ve precioso! ¡Y las vistas de la ciudad… son…

Había ido bajando el volumen en esa última frase, llegando al punto de no terminarla. Había estado tan nerviosa con lo de la cita y con quién me tocaría que no había reparado en un pequeñito y diminuto detallito sin importancia…

Estábamos muy arriba. Probablemente, en la mayor altura que haya subido en mi vida. Yo no soy tori. No sé volar.

Me senté despacito en el sofá donde antes estuvo el chico, evitando mirar por el balcón más cercano, asegurándome de tener la mano siempre en contacto con el posabrazos más cercano. Vale. Ya está, no pasa nada. Mientras esté sentada, todo irá bien… No sé cómo haré para bajar luego de esta azotea, pero mientras esté sentada, todo irá bien… Tras un suspiro, me disculpé por mi reacción.

― Perdona, es sólo que… no me había dado cuenta de que estábamos tan arriba. ¡Pero no me asustan las alturas! ―me defendí instintivamente, casi como si me hubiese acusado de algo―. Lo que pasa es que… no quiero caerme. ¿Y a ti? ¿Te gusta estar tan alto?

Vale, admito que desde el gran descubrimiento he vuelto a estar nerviosa. ¡Pero es que hay que tener cuidado! ¡¿Por qué nos han hecho venir aquí?! ¡Los sitios altos son peligrosos!

Spoiler: