Sing it!

por Invitado Jue Feb 13, 2014 5:36 pm

Sing it!

¿Qué mejor lugar para conseguir intimidad que una sala privada e insonorizada?

Y no una sala cualquiera, no. Cubriendo tres de las paredes internas de aquella habitación nos encontramos con un cómodo sofá continuo de suave tapicería y en toda la estancia una única sencilla mesa de aspecto robusto.

Sobre la mesa, un par de micrófonos apuntando directamente a la televisión de pantalla plana que preside la estancia, posiblemente atrayendo todas las miradas hacia sí, y una agenda de curioso acabado guardando un sinfín de canciones a elegir. Como detalle último, en el techo, una pequeña bola giratoria de suaves luces encendida. A pesar de lo que pudiera parecer, el lugar resulta casi acogedor, con una agradable temperatura contraste del frío exterior y un par de camareros dispuestos a atender a la más leve llamada a quienes ocupen la sala.

Resulta por ello en conjunto un lugar al que acudirían tanto jóvenes como adultos a desfogarse, a llorar las baladas que más les apasionaran o a simplemente pasar el tiempo con conocidos y amigos. Quizá, por ser el día de San Valentín, sean las canciones románticas las protagonistas centrales de la tarde, o quizá no lo sea sino el silencio de los emparejados pues, a veces, no son necesarias ni las melodías ni las palabras para unir a dos personas ya encontradas por el azar.

Reglas del evento

1) El tema que deberán responder antes que los demás que tengan será el del evento, porque tiene una fecha límite.
2) No se pueden abandonar los temas.
3) Al menos 2 contestaciones por semana.

por Invitado Sáb Feb 15, 2014 8:22 am

Citas a ciegas.

Era un nuevo concepto para él, mentiría si dijese que jamás había escuchado algo como eso, mas no había ido a ninguna. Por lo que sería interesante vivir de primera mano algo como aquello. Había oído hablar que era un encuentro con alguien completamente desconocido, que jamás habías visto. Por un lado no le disgustaba, mas por el otro la incertidumbre crecía en su interior.

¿Quién había sido el gracioso que lo había apuntado a traición? Se preguntaba internamente. Lo curioso es que se encontraría con la persona en cuestión antes que con aquel ser que tanto le había llamado la atención. Pero un encuentro pactado era un encuentro pactado. No se podía permitir el lujo de faltar o de llegar tarde.

Ya casi era la hora, por lo que debía comenzar a vestirse pronto para poder llegar a tiempo. La supuesta cita era en un karaoke, un lugar bastante extraño y que en ningún momento se le habría ocurrido ir si se tratase de otra ocasión. Quizás no estaba tan mal investigar un poco más los secretos que escondía el mundo humano.

En fin, se atavió con su habitual kimono de colores oscuros y para disimular el cuerno que le salía de la frente se puso una graciosa boina. No le hizo falta mucho tiempo para arreglarse, por lo que transcurrido varios minutos ya estaba andando por la calle en dirección al karaoke a encontrarse con su cita a ciegas. ¿Sería hombre o mujer? ¿Cómo sería? Mientas caminaba se hacía esas preguntas hasta que llegó a lugar indicado.

Preguntó amablemente al encargado del lugar que lo llevase hasta la sala que le correspondía. El muchacho, con la misma amabilidad que le mostró el demonio, lo guió hasta la correspondiente sala. Una vez allí miró todo a su alrededor, escrutando la estancia, percatándose de los micrófonos que reposaban sobre la mesa. Un lugar curioso sin duda, pero la persona a la que debía esperar aún no había llegado, por lo que tendría que esperar. Se sentó en el sofá a esperar. De vez en cuando le echaba una ojeada a su reloj de bolsillo para comprobar la hora.

— Espero que no se retrase demasiado —murmuró por lo bajo, cerrando la tapa del reloj de bolsillo, volviéndolo a guardar por el momento.

por Invitado Sáb Feb 15, 2014 11:20 am

¿Cómo será? ¿De qué hablará? ¿Estaba bien vestida? ¿Qué clase de comportamiento efectuará? Esa y un millón de preguntas más rodeaban tormentosamente a la inquieta Nevermind. De los nervios, Sonia apretaba el pequeño bolso que tenía en mano mientras daba vueltas de un lado a otro en su habitación. ¿Acaso estaba asustada? No podía saberlo, ni siquiera tenía una razón especifica para estarlo, era la primera vez que hacía algo tan... ¿Tan extraño? Tal vez para un joven común era mera costumbre, pero Sonia apenas exploraba el mundo y recién comenzaba a conocerlo, aun habían tantas cosas que desconocía, como aquel sentimiento que le agobiaba. Era fácil saberlo si eras una persona normal, pero Sonia, no tenía la menor idea de que eran ansias lo que le estaba afectando.

Estaba ansiosa por saber cuantas cosas haría en el lugar informado, por un lado haría uno de sus tantas investigaciones si le tocaba con alguien extraño, después de todo eso era la razón por la cual se había anotado, pero por el otro, estar con una persona común no sería nada malo. Ella lo era, bueno, no mental.

Como ya traía un vestido ligero blanquecino de tiros escuálidos y su bolso café, donde guardaba accesorios necesarios como su inhalador y sujetador de pelo para cuando le molestara el traerlo suelto. Creyó que con eso sería suficiente, hasta notar que sus pies estaban descalzos "¿Cómo pude haberme olvidado de ello?" Se agachó lo más rápido posible buscando bajo su cama, donde pudo localizar unos zapatos bastante sencillos del mismo color del bolso. En cuanto se los colocó, tomó una chaqueta para el frío y salió de inmediato de su cuarto cerrando la puerta con llave tras si.

Había cruzado unas cuantas calles, apenas salió del instituto y fue para dirigirse directamente al local marcado en una tarjeta, no era muy buena para las indicaciones, pero se esforzaba en ello. Llegó por fin al sitio, no era más que un karaoke, tan solo su exterior era precioso, ya se hacía ideas de lo maravilloso que sería su interior. Al adentrarse, con pasos cortos, llegó a la recepción, al cual Sonia le platicó acerca del evento. El buen hombre le guió hasta el sitio donde se encontraría con la dicha persona. Los nervios habían pasado, ahora se encontraba en la etapa de la emoción.

Entró a la acogedora habitación, lucía muy moderna incluso para sus ojos, Sonia sentía como si fuera a darle uno de esos ataques respiratorios pero esta vez de tanta conmoción. — ¡Wow! — Se exaltó ignorando por completo como el señor que le ayudó cerró la puerta al irse. — ¡Es muy lindo! — Cuando volvió a comentar de manera admirativa notó la presencia ajena. Por un momento sintió vergüenza, se imaginó que sería la primera en llegar pero al parecer fue la retrasada. — Oh... — Murmuró calmando el semblante. — Usted debe ser mi cita, ¿Cierto? — Indagó, dudando por un momento la respuesta.

por Invitado Dom Feb 16, 2014 9:45 am

La estancia sería tranquila si no fuera por el ruido de fondo que provenía de los altavoces de la televisión. Mas no era un ruido muy desagradable, al menos hacía amena la espera. No hay mal que por bien no venga. Había que encontrarle el lado positivo a todo, pero no le agradaba demasiado que sus acompañantes llegasen tarde a la cita acordada. Quizás fuese demasiado estricto, pero en fin cada uno es como es.

No cesaba de mirar el reloj de bolsillo, contando los minutos que llegaba tarde su cita. Cabía destacar que el demonio no buscaba el amor en nadie, era un pérdida de tiempo ese sentimiento, pero por una parte sentía una inmensa curiosidad por saber qué era lo que se sentía para que los demás actuasen de una forma completamente distinta a como eran en realidad. ¿Qué tenía el amor que cambiaba a las personas? No lo entendía, aunque tenía toda una eternidad por delante para poder averiguarlo... ¿O lo averiguaría dentro de poco? Quizás no fuese con esa persona, sino con otra. Nunca se sabe lo que el destino tiene preparado para cada uno.

Dejó escapar un largo suspiro, cerrando sus ojos por un sólo instante, sumiéndose en sus pensamientos. Los entreabrió, observando la pantalla que estaba encendida. En ella se podía ver el menú de canciones que allí ponían. ¿En serio la gente se divertía con estas cosas? Era algo muy extraño. Seguro que más de uno desafinaría y menos mal que las salas estaban insonorizadas, sino sería todo un problema. Poseía un tímpano mucho más sensible, pero no por ello su sentido de la audición estaba más desarrollado, sino que era más sensible a los sonidos estridentes y muy agudos.

Y por fin la persona con la que había quedado hizo acto de presencia. Al parecer no se había percatado de que estaba allí. Bueno, ya se dará cuenta, mientras no lo ignorase por demasiado tiempo estaba bien. A juzgar por lo que dijo le agradó bastante el lugar, mas él lo veía como algo demasiado normal, sin nada que destacar. Vale que era un lugar nuevo para él, pero no le llamó demasiado la atención, no repetiría, desde luego que no.

— Tres minutos... —murmuró en voz alta, no demasiado, se trataba de un comentario más para sí que para la joven que al fin se dio cuenta de su presencia—. No es mucho —continuó hablando consigo mismo, guardando su reloj y levantándose del sofá para ir a saludar a la joven. La educación era lo primero—. Creo que es evidente. De no serlo ten por seguro que no estaría aquí.

Mencionó con una voz grave y con un semblante totalmente serio y tranquilo. Sería bastante extraño que en sus labios se viese una muy sutil sonrisa y menos aún una amplia sonrisa. Nadie lo había visto y al parecer ese momento nunca llegaría. Además ¿Para qué sonreír? Había visto a mucha gente que sonreía de forma falsa a otros. ¿Qué sentido tenía eso? ¿Para qué fingir? Era mejor decirlo todo a la cara, aunque fuese doloroso. La verdad siempre duele y mentir podía ser beneficioso en algún momento, pero el demonio no estaba hecho para mentir.

— Mi nombre es Hozuki, mucho gusto —hizo una leve reverencia a modo de saludo, pegando los brazos a sus costados. Luego se irguió, observando a la joven—. Es la primera vez que acudo a una cita de este tipo, como también lo es el venir a este tipo de locales —mencionó, dirigiéndose hacia la mesa para coger uno de los micrófonos y examinarlo con la mirada y con el tacto.

por Invitado Mar Feb 18, 2014 8:17 pm

Sonia se sintió una completa desconsiderada al no haber notado inmediatamente la presencia del joven. Seguramente habrá pensado mal de ella al entrar de una forma tan poco, ¿Normal? Ha de decir. Se acercó a pasos cortos dispuesta a disculparse con una corta reverencia, puesto sus movimientos fueron interrumpidos en cuanto habló. Tuvo más razones para sentirse un tanto incomoda con ella misma, creyó que el hombre hablaba de ella, en cuanto mencionó acerca de los minutos, al parecer los que se había retrasado. "¿Será muy apegado a los acuerdos puntuales?" Tragó saliva al pensar aquello, si era de ese modo, esos tres minutos para él fueron los peores, pero aquello solo eran suposiciones de la Nevermind.

Como si lo siguiente dicho y pronunciado por él fue lo que desapareció el completo peso de la pena e incomodidad, por lo que provocó que Sonia suspirara de forma aliviada. Mencionó dando respuesta a su tonta pregunta acerca de que si era con quien tendría la 'cita', ¿Acaso no le gustaba visitar lugares como estos? Eso fue lo que le había dado entender, seguramente no sabía cantar y por tal no le agradaba o no es de los que suelen ir a estos sitios. Sonia por lo tanto desconocía los karaokes, solo sabía lo básico, se venía a cantar a tales sitios y no era por experiencia propia, había leído antes de ellos.

Salió de sus pensamientos al notarle en cuanto se había levantado del asiento, Su vergüenza al momento de verle más de cerca había desaparecido, remplazandolo por su ser curioso. Aquella persona traía una vestimenta bastante en particular, le agradó ver un estilo que no se veían todos los días, incluso llegó a dudar de que fuera de Australia. Sonia era fácil de sorprender y más cuando sus ojos captaban cosas interesantes.

Logró escucharle presentarse, ayudando a que sus dudas acerca de que si era Australiano desaparecieron, "¿Hozuki?" su nombre más le parecía de Asia además de que no había mencionado su apellido, más a tardar le preguntaría, solo esperaba no lucir impertinente. — El gusto es mío, Hozuki. Mi nombre es Sonia. — Se limitó a solo presentar su nombre, creyó que sería adecuado ya que él no lo hizo. Hizo una pequeña reverencia. En cuanto la terminó alzó su mano, pero él ya se había dado la vuelta. Sonia se sintió un tanto estúpida al ver su mano aun extendida por lo que la bajó de manera rápida, no quería que le viera de forma tan tonta ridiculizada.

No le sorprendió tanto el saber que no solía visitar sitios como los karaokes, ya se lo iba imaginando desde que mencionó lo anterior en cuanto hizo la pregunta tonta de que si era su acompañante.

Sonia se limitó a seguirlo solo que tomó el asiento que quedaba frente, observó sus manos en el micrófono — Yo por igual nunca tuve la oportunidad de visitar un sitio como este. — Informó suponiendo que con eso podría entablar una conversación adecuada. — Pero me alegra venir, ¡Seguro será divertido! — Se exaltó sin parecer muy exagerado, era muy común en ella esas expresiones un tanto fuertes. Se calmó para decidir platicar otras cosas, Sonia tenía tantas cosas por decir como callar y guardárselas para ellas.

por Invitado Jue Feb 20, 2014 10:00 am

En otras circunstancias la espera le habría resultado molesta, mas como estaba entretenido escrutando el lugar con la mirada, no se lo reprochó. De ahí que mencionara que no era mucho. ¿Acaso buscaba tranquilizarla un poco? No. El demonio no iba con esa intención, únicamente fue fruto de la casualidad. La situación jugó a favor de la joven de cabellos claros que se encontraba en el lugar, y que ahora se trataba de su cita. ¿Cómo lidiar con ese asunto? No le preocupaba en absoluto, casi siempre sabía controlar las situaciones, esa era la ventaja de haber vivido siempre en un entorno tan controlado y preciso. Algo aprendió.

Tanto sus palabras como sus acciones eran secas, apenas ponía emoción en ellas, se limitaba a realizar el protocolo de cuando uno se encontraba con un desconocido con el cual se empezaba a interactuar. Así de sencillo, aunque quizás más adelante todo cambiase. Quizás el demonio podía llegar a cambiar de parecer conforme avanzaba el día.

— Encantado, Sonia —respondió, demostrando algo de educación frente a ella. No se percató del gesto de extenderle la mano puesto que no lo llegó a ver debido a que se dio media vuelta para posar su entrecerrada mirada sobre los micrófonos que estaban sobre la mesa.

Alzó un poco la mirada del aparato, percatándose de la presencia frente a él de la joven. No soltó el micrófono, lo mantuvo en la mano, lanzándolo suavemente hacia arriba a escasos centímetros de la palma de su mano, pareciera que estaba calculando el peso del aparato o algo por el estilo.

— Pues me parece extraño que alguien como tú no haya visitado este lugar antes, siempre he sabido que los karaokes son el principal entretenimiento de grupos de jóvenes —mencionó desde sus conocimientos de las veces que había logrado permanecer por tiempo limitado en el mundo humano—. Pero bueno, cada uno es como es y hace lo que le parece.

Se encogió de hombros, dejando el micrófono sobre la mesa, yendo acto seguido hacia el sillón en el que se encontraba la joven. Evidentemente no que quedó de pie, sino que procedió a sentarse justo a su lado. Se cruzó de brazos y reposó la espalda sobre el respaldo del sofá, relajándose, aunque de fondo se podía apreciar la música que provenía de la televisión.

— Por el tono de tu piel, cabello y ojos puedo deducir que quizás no seas de Australia —mencionó con un tono tranquilo, posando su mirada en la joven—. Aunque quizás puede que me equivoque. Se han visto a australianos con pelo rubio. En todo caso, si no eres de aquí... ¿De dónde vienes?

Preguntó con cierta curiosidad, quizás le sería fructífera la cita, cualquiera sabe, a lo mejor conocería un poco más el mundo si se daba el caso de que no pertenecía a Australia. No hay mal que por bien no venga. Esa podría ser una forma de sobrellevar el asunto de la cita a ciegas. Nunca estaba de más conocer a otra persona que le pudiera dar información sobre las cosas que él no sabía aún a pesar de tener... Ya ni lo sabía, pero lo que sí sabía es que casi rondaba el siglo al menos

por Invitado Lun Feb 24, 2014 11:43 pm

Se supondría que normalmente debería sentarse al lado del joven, pero no lo hizo, prefirió quedarse desde un ángulo donde podría ver mejor sus pocas rasgos emocionales que ejercía ¿De verdad esa era la razón? En sí Sonia parecía más sumisa de lo normal, en otra ocasión le hubiera saltado con un millón de preguntas, pero extrañamente se sentía más cómoda así. No será porque estaba nerviosa, ella no era así en ciertos casos o… ¿Podría ser la minoría de los casos? ¿De verdad lo estaba? ¿De qué temería? “¿De qué?” Empezó a dejar a un lado aquellas preguntas, quería enfocarse nuevamente en saber acerca de su vestimenta, si que le había llamado la atención a primera vista.

Antes de decir algo, escuchó como platicaba acerca de los adolescentes y su frecuencia en estos sitios, Sonia le hubiera encantado empezar como cualquier otra persona, pero había sido privada de darse gustos como esos. — Sí. Claro, lo que les parece. Ya hubiera querido… — Inclinó de a poco su espalda hacia el frente, llevando sus brazos sobre la mesa, apoyando sus codos en ella y con sus palmas entre cerradas elevaban su mentón de manera en que torció sus labios con el ceño levemente fruncido. Aquel comentario lo había murmurado con desganas. No tenía la intención de ofenderlo con ello, ni siquiera estaba atenta de que pudiera escucharle, para su mala suerte, esa palabra no iba en el perfil familiar, no, más bien, si iba, a fin de cuentas era lo que le ‘parecía’ a sus padres.

Salió del pequeño trance en cuanto por acto reflectado notó que había dejado el micrófono en su lugar, su vista se enfocó en lo que hacía, sin dejar de ver sus acciones, ¿Qué hacía? Sonia parpadeó varias veces cuando dejó su cuerpo en el mismo sillón donde se encontraba, justo a su lado, y como si Sonia no conociera la palabra disimular quedó varios minutos observando el perfil de su rostro aun perpleja.

Si Hozuki no hubiera hablado, Sonia aun estuviera viéndole, en sí, estaba perdida y tampoco tenía una respuesta concreta del por qué quedó en tal estado, por lo que acto después de escucharle comentar, dirigió su vista de forma brusca hacia al frente, esta vez dejando sus manos en sus rodillas, formando puños, apretando con fuerza sus dientes y con los ojos bien abiertos. Nunca pensó que haría algo como eso, ni siquiera a ella le pasó por la cabeza sentarse a su lado. ¿Era la misma pena de antes?

Prestó atención una vez más a sus palabras. Negó con la cabeza, no se había equivocado, no pertenecía a Australia, y de serlo, hubiera sido lindo ser integrante de un país tan llamativo. — Me hubiera encantado ser de acá. — Curvó sus labios, tornando a una sonrisa soñadora, cuando la Nevermind se sumergía en sus pensamientos, era como navegar en un barco sobre mares de imaginaciones aleatorias. — Pero soy de Inglaterra. — Esta vez le tocó a ella explorar con sus manos el micrófono, pero no lo hacía con intenciones de saber, lo era más por jugar con él, siempre tomaba objetos cuando platicaba o se sentía nerviosa.

Miró de reojo a su acompañante, era tan difícil el poder descifrar su mirada, con lo curiosa y exploradora que era la Nevermind, ya para ella el mirar ajeno se le hacía como un reto. — ¿Y usted, Hozuki? —Siguió dándole la vuelta al objeto. — ¿De donde viene? — Dio un mínimo giro con la cabeza para verle. La vestimenta de él si que le había encantado, ya incluso en su mente se imaginaba con una prenda de ese estilo siendo portada por ella misma.

por Invitado Vie Feb 28, 2014 8:08 am

Por las palabras que la joven pronunció en respuesta a su comentario. Ese deje casi de trsiteza hicieron que se diera cuenta que era de esas típicas personas a las que le han negado la mayoría de las cosas, no permitiéndole así divertirse ni hacer lo que le viniera en gana. Se sintió identificado con ella en ese sentido. A él tampoco le dejaron hacer muchas cosas que él quería, todo eran normas y más normas. Pero eso ya había pasado a la historia, ahora iba a dónde quería y cuándo quería, sin ningún tipo de restricción. Aunque quizás las normas dentro de poco le serían impuestas. Sólo esperaba que no fueran demasiado duras. Una cosa normal. Al menos ya no tendría que volver al infierno forzosamente.

— Parece ser que no has podido hacer lo que has deseado por algún motivo —dedujo en voz alta, observando los actos de la joven de cabellos claros. Así su teoría podría estar equivocada o acertada, todo dependía de las palabras que la contraria pronunciara—. Pero no creo que sea demasiado agradable hablar de ello ahora, al menos no para ti —mencionó con una tranquila voz mientras se sentaba a su lado.

Su entrecerrada mirada se posaba discretamente sobre el rostro ajeno. Aquellos grises ojos escrutaban tanto el físico como las facciones de su rostro. No se perdía detalle alguno de su fisonomía, mas no porque estuviera interesado, sino más bien por curiosidad. Curiosidad que únicamente él entendía los motivos, nadie más. Eran sus cosas. Sus pensamientos.

Se percató de las reacciones que tuvo la joven cuando él se sentó a su lado. ¿Acaso estaba expresando nerviosismo? Esa era la pregunta que se hacía en ese preciso instante, sin perder detalle alguno. No pensó que quizás le incomodaba su presencia, al fin y al cabo muy agradable no era. No desprendía mucha amabilidad que se diga. Su semblante era serio y sereno. Y efectivamente no se había equivocado con la procedencia de la joven, aunque también era bastante evidente. Según la contestación que le dio, procedía de Inglaterra. Un país que no había visitado aún, por cierto. Algún día debía ir.

— Inglaterra —murmuró para sí, llevándose la mano hacia el mentón, quedándose por un momento pensativo— Un lugar a mi parecer interesante, aunque no haya tenido aún la oportunidad de ir.

Observó como jugaba con el micrófono que había cogido hace tan solo un momento. El lo examinó y luego jugueteó un poco con el aparato. No era la primera vez que se había topado con algo como aquello. Se acomodó un poco en el sillón, girando un poco la cabeza para encarar a la joven ahora que lo estaba mirando con más fijeza.

— Vengo de Japón —contestó a su pregunta, cruzándose de brazos y fijando su mirada en los claros ojos de la joven por un momento, para luego posar la mirad en el frente—. Me trasladé a Australia porque me pareció un lugar bastante agradable e interesante.

Más bien era porque adoraba los koalas, no era por otra cosa. La mayoría de las veces iba al zoo para poder acariciar a uno, aunque también tenía cierta predilección por el demonio de Tasmania. Le parecía encantador. Lo cierto es que cualquier animal para él era encantador.

— En fin... —dijo en un suspiro, estirando el brazo para poder alcanzar el micrófono que estaba sobre la mesa—. ¿No crees que si estás aquí deberías aprovechar para disfrutar de este lugar? —preguntó, haciendo el ademán de ofrecerle el micrófono más que nada porque ella ya tenía uno en la mano—. A no ser que prefieras tomar algo primero.

por Invitado Sáb Mar 08, 2014 4:15 am

Sonia detestaba pensar en ello, cuando sus padres eran sumamente estrictos. No se iba a morir, respirar un poco el aire exterior no la mataría, pero ¿Qué entenderían ellos? A fin de cuentas estaban cegados por la sobreprotección. Ya aquello estaba bien muerto y no lo permitiría revivir una vez más, estar presa era mucho peor que sus ataques de asma. Cuando le había escuchado, simplemente negó lentamente con la cabeza, la verdad, no quería ni imaginarlo. Sin querer había provocado una sonrisa desalentada en su rostro, aquello era como una clase de opresión contra lo que ella era en verdad. Levantarse a las cinco de la madrugada para practicar clases de piano, ir hasta la cocina y mejorar sus artes culinarias, hacer danzas cuando la tarde ya se hacía presente y lograr un sin número de actividades tediosas y lo peor de todo, era que todas se realizaban en casa. Tal vez por un lado, lo que le molestaba era el no poder conocer lo que afuera le esperaba, donde haría sus aventuras, siempre se pregunto si sus padres nunca llegaron a sentir lo que ella sufría.

La Nevermind despertó de lo más profundo de sus pensamientos en cuanto escucho a Hozuki reafirmar de donde venia. Sonia no pudo evitar lanzar pequeñas carcajadas al escucharle, era irónico que para ella su lugar de nacimiento fuera de lo más aburrido y a él le lucia interesante. — Podría llevarte si quieres. — Mencionó aun entre risas, utilizando tres de sus lánguidos dedos para obstruir sus labios.

Dio un suspiro cuando pausó sus risas, la incomodidad había desaparecido y la Nevermind ni siquiera lo había notado, seguramente ya se había acostumbrado al aura tétrica del pelo oscuros, a fin y al cabo, tratamos con Sonia Nevermind, una chica bastante entusiasta.

Dirigió su mirar hacia a él, prestando atención acerca de dónde provenía. Sonia más de una vez escucho de Japón, de hecho, tenía algunas historietas provenientes de allá, conocidos como manga. De vez en cuando se preguntó como seria ese lugar, las vestimentas que utilizaban tanto en la antigua como pocos en la moderna, le eran fascinantes, cuando más joven tuvo sus fantasías de vestir una yukata en esas fiestas de verano o en algún baño o un precioso kimono. — Japón debe ser un lugar excelente — Comentó mirando hacia el horizonte como si dentro de sus pensamientos pudiera experimentar en lugar. — ¡Ir de un lugar a otro, sí que debe ser una aventura! — Se exaltó de sobremanera, sumando mas fantasías en su cabeza.

Sonia dejo de imaginarse cosas en cuanto Hozuki habló, observo como sostuvo el micrófono restante. La pelirrubia se había olvidado que estaban en un karaoke, incluso se olvido del aparato que yacía en sus manos. “¡Oh no! ¿Qué canción podría cantar? ¡Ni siquiera sé hacerlo!” Sonia solo tuvo oportunidad de escuchar repetitivas veces el CD de cómo ser una buena dama gracias a su adorada madre.

— Hozuki… —Llamó con un hilo de voz sintiendo como si las mejillas fueran a incendiarse. — ¿Cómo le explico sin sonar estúpida? — Murmuró apenada. Volvió a jugar con el aparato, esta vez inclinando más el rostro. — No sé cantar… Ni siquiera me sé alguna música. — La última frase fue casi imposible de escucharse.

Mayormente en un karaoke, las personas que no sabían cantar, gracias por la pista de la canción, casi ni se notaba y si aquella persona no se sabía parte de la letra, la pantalla ayudaría a guiarse, el problema de la Nevermind era que no se sabía el ritmo de nada y de tan solo pensarlo se le hacia un nudo en su desafinada garganta. Debió elegir la idea de tomar algo.

offrol:

por Invitado Vie Mar 14, 2014 4:33 pm

Alzó una ceja en cuanto la escuchó carcajearse un poco al mencionarle que en algún momento quería ir a Inglaterra y que se le tornaba interesante. No lo comprendía demasiado bien, mas lo dejó pasar por el momento. Al parecer la joven estaría dispuesta a llevarlo a ese país. Si fuera capaz de esbozar aunque fuese una muy leve sonrisa, en ese preciso instante tendría una dibujada en sus labios, de eso no cabía la más mínima duda.

— Te lo agradecería enormemente —no era capaz de sonreír, pero al menos agradecía los gestos de los demás, educación no le faltaba. Su voz, como de costumbre, era seca y poco amistosa. Claro que a estas palabras le acompañó una leve reverencia hecha con la cabeza.

La incomodidad de la joven al parecer había desaparecido, ya estaba más tranquila junto a él. Tampoco es que le importase demasiado su estaba cómoda o no, pero era capaz de captar aquello. Él continuaba sentado tan tranquilamente en el sofá, junto a la chica de cabellos claros- Dos culturas completamente distintas habían coincidido en una misma habitación. Sus costumbres eran diferentes y se estaba pareciendo mientras conversaban. Le daba la sensación de que ella era más abierta hacia los demás, mientras que el demonio se cerraba un poco más, pero no demasiado. Además, no hacía falta mucho para que a nuestro demonio se le soltara la lengua.

— No te digo que no, sólo que la mayor parte de las veces es un lugar estupendo para visitar un par de semanas. Aunque todo depende de los gustos de cada uno, claro —comentó con tranquilidad—. Independientemente de ello, como veo que tienes intención de llevarme a Inglaterra, yo haré lo mismo con tu interés en ir a Japón cuando quieras y puedas —asintió con la cabeza ante las siguientes palabras que pronunció la joven—. No te falta razón, aunque llega un momento que se puede tornar cansino —se encogió de hombros con suavidad, le sorprendía el entusiasmo que le ponía a todo. Una ventaja en cierto modo.

Comentó aquello de al menos hacer lo propio en un karaoke, que era cantar infinidad de canciones, la mayoría de las veces desafinando, pero poniendo todo el empeño en ello. Observó a la joven cuando pronunció su nombre, manteniendo cogido el micrófono en la mano. Esperaba las siguientes palabras de la chica. Se imaginó que quizás no se sabía canción alguna. Y entonces, en un par de segundos de espera, recibió la respuesta, confirmando sus sospechas.

— ¿Estúpida por qué? —preguntó, cerrando los ojos y suspirando ligeramente, dejando el aparato encima de la mesa—. No todo el mundo vale para todo —se encogió de hombros como si nada. En ese instante le daba prácticamente lo mismo si se tomaba esas palabras a mal.

La musiquita que provenía de los altavoces retumbaba en la habitación, retumbaba en los finos oídos del demonio. Menos mal que había aprendido la capacidad de abstraerse de esa clase de sonidos estridentes y repetitivos, sino ahora mismo tendría que estar pagando por los altavoces. Se levantó del sofá y se dirigió hacia el aparato, apagándolo para que no molestara más.

— Si ninguno de los dos va a cantar entonces pidamos algo para beber —comentó con tranquilidad, quedándose de pie frente a la pantalla, encarando a la muchacha—. ¿Qué quieres tomar?

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