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I Walk Beside You
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I Walk Beside You
I walk beside you
El enorme cielo azul cubría por completo la ciudad. Las blancas y esponjosas nubes lo manchaban delicadamente. Alguna que otra presentaban curiosas formas, otras simplemente eran irregulares, como la mayoría de las nubes que pueblan el cielo. Los pájaros volaban libremente surcando el vasto firmamento, sin ninguna preocupación salvo encontrar el alimento que los mantendría sin vida. Ya, descendiendo de los cielos y posando los pies sobre la tierra, nos podemos encontrar con un extenso parque lleno de vegetación. Sus caminos de tierra dan a diversos lugares, como lo son un pequeño estanque en el cual nadan varios patos. Unos niños y ancianos dan de comer a nuestros amigos los plumíferos En sus rostros se ven amplias sonrisas.
Alejándonos un poco más del barullo de la gente en estas fechas tan señaladas, nos encontramos con un íntimo templete de estilo árabe por sus pilares y arcos adornados con suaves grabados. Se accede al lugar por medio de un pequeño puente, no demasiado largo. El templete está sobre otro estanque. El lugar está rodeado de numerosos árboles y arbustos, dándole un aspecto más romántico e íntimo. Por supuesto, más alejados de ese recóndito lugar, podemos encontrar edificios adaptados a las necesidades de los enamorados, como lo son mesas y sillas en las que poder tomarse algo caliente, o frío, todo a gusto de los consumidores.
¿No creen que es un lugar precioso para una cita?
Reglas del evento
• El tema que deberán responder antes que los demás que tengan será el del evento, porque tiene una fecha límite.
• No se pueden abandonar los temas.
• Al menos 2 contestaciones por semana.
Invitado- Invitado
Re: I Walk Beside You
Tenía la manía de siempre llegar a tiempo cuando se me citaba a una hora en específica, por lo que solía prevenirme con tiempo para poder realizar todos mis pendientes y de esta manera llegar lo más puntual posible. El único problema que podría encontrar a esto era que la mayoría de las veces solía llegar antes de la hora acordada. Aunque para mí no era un impedimento el esperar, de hecho me agradaba analizar y admirar mi entorno antes de tener que realizar aquello por lo que había sido citada, en esta precisa ocasión para encontrarme con un chico que no conocía.
No iba a negar que estaba sumamente nerviosa, había logrado pasar todos aquellos meses, desde mi padre me dejó en aquel lugar hasta ahora, de manera satisfactoriamente desapercibida. No, no era antisocial, ni tampoco tenía problema con relacionarme con los que me rodeaban; sencillamente prefería no llamar demasiado la atención y de esta manera conseguir la poca libertad que podría llegar a tener en la academia. Así podría centrarme en mis estudios y conseguir que mi padre, cuando volviera por mí, pudiera sentirse orgulloso de mí. Pero tampoco conocer a otras personas con las que tenía que compartir espacio y hacer un par de amistades en el trayecto me haría daño, y con esa idea en mente fue que al final decidí por inscribirme en aquel curioso evento. Sólo esperaba no desagradarle demasiado a mi futuro acompañante.
Terminé de cruzar el puente, sin poder dejar de mirar ni un instante a mi alrededor, anonadada ante tanta magnífica belleza brindada por la naturaleza. Sencillamente el lugar era hermoso. Me detuve frente al lugar específico donde debía encontrarme con mi cita a ciegas y volví a mirar el contenido de la carta que había estado sujetando todo este tiempo con mis manos. Deslicé la mirada por los renglones, verificando que no me hubiera equivocado y una vez hecho esto, guardé por fin el dichoso papel en mi bolso de mano y me encaminé hacia una hermosa banca de madera para poder tomar asiento, percatándome hasta ese momento que efectivamente me encontraba sola en aquel lugar, salvo por los patos que nadaban tranquilamente en el pintoresco estanque y las personas que se encontraban algo distanciadas, divirtiéndose sin preocupaciones.
-Al parecer volví a llegar temprano... -murmuré para mí misma, mirando a mi alrededor y encogiéndome ligeramente de hombros. De nada servía tratar de verificar la hora, yo nunca llevaba reloj y mi celular lo había dejado en mi habitación, pues había considerado que lo más cortés para el otro era que no llevara ninguna clase de distractor conmigo. Se merecía toda mi atención.
Aunque no había pensando en la posibilidad de que me dejaran plantada, ese detalle no lo consideraba un problema... al fin y al cabo, aunque mi cita no se presentara, bien había valido la pena el llegar hasta allí, pues no hubiera podido disfrutar de un panorama tan hermoso ni de un aire tan puro encerrada en el interior de la academia.
No me preocuparía por ello, disfrutaría del momento sin pensar en las cosas negativas, por lo que enfoqué mi mirada a la distancia, hacia la verde vegetación y permití que mi mente divagara hasta que alguien más hiciera acto de presencia.
No iba a negar que estaba sumamente nerviosa, había logrado pasar todos aquellos meses, desde mi padre me dejó en aquel lugar hasta ahora, de manera satisfactoriamente desapercibida. No, no era antisocial, ni tampoco tenía problema con relacionarme con los que me rodeaban; sencillamente prefería no llamar demasiado la atención y de esta manera conseguir la poca libertad que podría llegar a tener en la academia. Así podría centrarme en mis estudios y conseguir que mi padre, cuando volviera por mí, pudiera sentirse orgulloso de mí. Pero tampoco conocer a otras personas con las que tenía que compartir espacio y hacer un par de amistades en el trayecto me haría daño, y con esa idea en mente fue que al final decidí por inscribirme en aquel curioso evento. Sólo esperaba no desagradarle demasiado a mi futuro acompañante.
Terminé de cruzar el puente, sin poder dejar de mirar ni un instante a mi alrededor, anonadada ante tanta magnífica belleza brindada por la naturaleza. Sencillamente el lugar era hermoso. Me detuve frente al lugar específico donde debía encontrarme con mi cita a ciegas y volví a mirar el contenido de la carta que había estado sujetando todo este tiempo con mis manos. Deslicé la mirada por los renglones, verificando que no me hubiera equivocado y una vez hecho esto, guardé por fin el dichoso papel en mi bolso de mano y me encaminé hacia una hermosa banca de madera para poder tomar asiento, percatándome hasta ese momento que efectivamente me encontraba sola en aquel lugar, salvo por los patos que nadaban tranquilamente en el pintoresco estanque y las personas que se encontraban algo distanciadas, divirtiéndose sin preocupaciones.
-Al parecer volví a llegar temprano... -murmuré para mí misma, mirando a mi alrededor y encogiéndome ligeramente de hombros. De nada servía tratar de verificar la hora, yo nunca llevaba reloj y mi celular lo había dejado en mi habitación, pues había considerado que lo más cortés para el otro era que no llevara ninguna clase de distractor conmigo. Se merecía toda mi atención.
Aunque no había pensando en la posibilidad de que me dejaran plantada, ese detalle no lo consideraba un problema... al fin y al cabo, aunque mi cita no se presentara, bien había valido la pena el llegar hasta allí, pues no hubiera podido disfrutar de un panorama tan hermoso ni de un aire tan puro encerrada en el interior de la academia.
No me preocuparía por ello, disfrutaría del momento sin pensar en las cosas negativas, por lo que enfoqué mi mirada a la distancia, hacia la verde vegetación y permití que mi mente divagara hasta que alguien más hiciera acto de presencia.
Invitado- Invitado
Re: I Walk Beside You
Me encontraba emocionado por el evento que se había planeado en la academia por San Valentín. Era intrigante que se fomentase la relación entre estudiantes de aquella manera, cuando lo normal en las escuelas era todo lo contrario. Llevaba la carta que había recibido unos días antes plegada en el bolsillo trasero de mis tejanos, solo por si mi memoria me fallaba y no recordaba exactamente el lugar al que tenía que ir, cosa demasiado probable. No me había planteado quién sería mi cita, dado que el papel de inscritos voló del tablón de anuncios y no pude ir a revisarlo para ver quién se había apuntado. Solo esperaba que al menos fuese agradable a la vista, cuanto más mejor… o, bueno, esa era mi segunda prioridad. La primera que fuese majete, de lo contrario no sabía ni de dónde sacaría conversa para un momento que se planteaba incómodo a todas luces.
Miré la hora en el reloj que llevaba, dándome cuenta que iba a llegar tarde a una cita. ¿Desde cuándo me permitía aquellos errores? Pobre de mi cita; luego tendría que darle permiso para azotarme y… no, no. Aún me tomaría por un pervertido soltarle algo así. Aunque no iría demasiado mal descaminada, reí de mí mismo. Aceleré el paso y entré en uno de los tantos parques que habían por allí. Lo cierto era que nunca había estado por aquella zona, así que me quedé un poco bastante muy sorprendido al visualizar el entorno. Joder, la administración se lo había currado, ¿no? El lugar era ideal para dar un paseo tranquilo y romántico, sin contar que aquel lugar confería una gran intimidad a cualquier pareja que pasase por allí. Una pena que el clima no fuese el más adecuado y que, aunque no lloviese y el sol resplandeciese, un poquito más de calor no iba a matar a nadie. A menos, claro, que mi cita fuese un muñeco de nieve. Entonces tendría un grave problema…
Divagaba demasiado, ciertamente. Tenía que ponerme un poco más serio —como si eso fuese posible— y tratar de no tomármelo todo a la ligera. Con aquello en mente llegué al lugar para encontrarme con que ya había alguien allí. Larga cabellera rubia, delgadita y alta y… no, Dereck, no le mires el culo, no por favor. Salúdala primero, al menos, y discúlpate. Y así, siguiendo la órdenes de la sensatez, me acerqué a ella por detrás y le puse una mano en el hombro. —¡Hey! —saludé animadamente— ¿De Greenlight Academy, por lo de la cita a ciegas? —pregunté con una divertida sonrisa en mi cara, más que nada porque podría haber sido una paseante casual que se hubiese detenido por casualidad allí y yo todo fail le hubiese empezado a hablar como si fuese mi cita. —Ojalá que sí… —añadí.
Miré la hora en el reloj que llevaba, dándome cuenta que iba a llegar tarde a una cita. ¿Desde cuándo me permitía aquellos errores? Pobre de mi cita; luego tendría que darle permiso para azotarme y… no, no. Aún me tomaría por un pervertido soltarle algo así. Aunque no iría demasiado mal descaminada, reí de mí mismo. Aceleré el paso y entré en uno de los tantos parques que habían por allí. Lo cierto era que nunca había estado por aquella zona, así que me quedé un poco bastante muy sorprendido al visualizar el entorno. Joder, la administración se lo había currado, ¿no? El lugar era ideal para dar un paseo tranquilo y romántico, sin contar que aquel lugar confería una gran intimidad a cualquier pareja que pasase por allí. Una pena que el clima no fuese el más adecuado y que, aunque no lloviese y el sol resplandeciese, un poquito más de calor no iba a matar a nadie. A menos, claro, que mi cita fuese un muñeco de nieve. Entonces tendría un grave problema…
Divagaba demasiado, ciertamente. Tenía que ponerme un poco más serio —como si eso fuese posible— y tratar de no tomármelo todo a la ligera. Con aquello en mente llegué al lugar para encontrarme con que ya había alguien allí. Larga cabellera rubia, delgadita y alta y… no, Dereck, no le mires el culo, no por favor. Salúdala primero, al menos, y discúlpate. Y así, siguiendo la órdenes de la sensatez, me acerqué a ella por detrás y le puse una mano en el hombro. —¡Hey! —saludé animadamente— ¿De Greenlight Academy, por lo de la cita a ciegas? —pregunté con una divertida sonrisa en mi cara, más que nada porque podría haber sido una paseante casual que se hubiese detenido por casualidad allí y yo todo fail le hubiese empezado a hablar como si fuese mi cita. —Ojalá que sí… —añadí.
- Off.:
- Sieeeento la enorme tardanza!
Invitado- Invitado
Re: I Walk Beside You
Tan absorta estaba en mis propios pensamientos y en la contemplación del panorama que tenía enfrente, que fui incapaz de percatarme que ya no estaba sola y que otra persona se acarcaba por detrás de mí. Fue inevitable lanzar un ligero respingo, mitad sorpresa y mitad susto, ante la repentina acción del contrario.
Mi cita ya había llegado.
Volteé a verlo por encima del hombro con asombro e instantes después le dediqué una amigable, y un tanto nerviosa, sonrisa. Con un fugaz vistazo a la expresión de su rostro supe que se trataba de alguien por lo general amigable, por lo que me permití respirar con alivio y tranquilidad.
Hubiera temido que se tratase de alguien al que fuera difícil de sacar conversación, pues no hubiera sabido qué hacer en lo que restaba del día en compañía de alguien hermético. Pero al parecer este no parecía ser el caso, aunque ciertamente no se podía juzgar a un libro por su portada. Por otro lado, mis corazonadas nunca fallaban.
Le observé con atención mientras el otro hablaba, sin saber muy bien que responder, al tiempo que mis mejillas se teñían de un suave tono rosado. Aún no podía hacerme a la idea de que aquel evento era efectivamente una "cita a ciegas". Me olvidé de este hecho y me fue imposible no reír con suavidad ante sus últimas palabras.
-Así es, vengo por lo de las citas a ciegas -afirmé con una sonrisa radiante, para después mirarle a los ojos sin pena alguna y, sin dejar de sonreírle, presentarme:- Soy Jimena Durán -me aparté de él lo suficiente para poder tenderle mi mano, a la espera de que me la estrechase- Es un placer.
Mientras esperaba a que él se presentara, me dediqué a observarle con evidente interés, pero sin ser descortés en ello.
Seguía dándome la misma impresión del principio: amable y divertido. Físicamente era agradable a la vista, aunque muy pocas veces me fijaba en esta cualidad de las personas; de facciones varoniles y de expresión que lograbra tranquilizar.
Seguramente sería una tarde divertida.
Aunque aquel día no fuera de mis favoritos precisamente, por el simple hecho de que para mí era como cualquier otro, el pasarlo acompañada de otra persona y no sólo encerrada en mi habitación, podría resultar una experiencia sumamente grata. No me costaba sociabilizar con la gente, me gustaba llevar una convivencia sana con todos los que me rodeaban, ya que me desagradaban de sobremanera los conflictos. Pero le había dado tan poca importancia a la tarea de buscarme amigos en aquella academia, que sería mi hogar temporal hasta que terminara los cursos y mi padre volviera por mí, y me había centrado demasiado en mis estudios, que no había tenido oportunidad de conocer a otras personas que no fueran con las que me relacionaba superficialmente día a día. Esa había sido una de las razones fundamentales por la que me inscribí en ese evento: poder conocer a alguien nuevo y, ¿quién sabe? Un nuevo amigo.
Tampoco podía tachárseme como una chica aburrida y corts de ideas. Por lo general lograba encontrar maneras de pasarlo bien, además de ser también flexible ante las ideas y sugerencias de los demás. Pero por alguna extraña razón, probablemente por lo riguroso del lugar y del evento en sí, me sentía un tanto desorientada y sin idea de qué era lo que debía de hacer a partir de allí.
Le dediqué una breve mirada a mi compañero, sin ocultar mi verdadero sentir respecto a lo perdida que me encontraba, pero sin borrar tampoco mi sonrisa amable. Deseaba hacerle ver que quería que se encontrara a gusto en mi compañía.
Mi cita ya había llegado.
Volteé a verlo por encima del hombro con asombro e instantes después le dediqué una amigable, y un tanto nerviosa, sonrisa. Con un fugaz vistazo a la expresión de su rostro supe que se trataba de alguien por lo general amigable, por lo que me permití respirar con alivio y tranquilidad.
Hubiera temido que se tratase de alguien al que fuera difícil de sacar conversación, pues no hubiera sabido qué hacer en lo que restaba del día en compañía de alguien hermético. Pero al parecer este no parecía ser el caso, aunque ciertamente no se podía juzgar a un libro por su portada. Por otro lado, mis corazonadas nunca fallaban.
Le observé con atención mientras el otro hablaba, sin saber muy bien que responder, al tiempo que mis mejillas se teñían de un suave tono rosado. Aún no podía hacerme a la idea de que aquel evento era efectivamente una "cita a ciegas". Me olvidé de este hecho y me fue imposible no reír con suavidad ante sus últimas palabras.
-Así es, vengo por lo de las citas a ciegas -afirmé con una sonrisa radiante, para después mirarle a los ojos sin pena alguna y, sin dejar de sonreírle, presentarme:- Soy Jimena Durán -me aparté de él lo suficiente para poder tenderle mi mano, a la espera de que me la estrechase- Es un placer.
Mientras esperaba a que él se presentara, me dediqué a observarle con evidente interés, pero sin ser descortés en ello.
Seguía dándome la misma impresión del principio: amable y divertido. Físicamente era agradable a la vista, aunque muy pocas veces me fijaba en esta cualidad de las personas; de facciones varoniles y de expresión que lograbra tranquilizar.
Seguramente sería una tarde divertida.
Aunque aquel día no fuera de mis favoritos precisamente, por el simple hecho de que para mí era como cualquier otro, el pasarlo acompañada de otra persona y no sólo encerrada en mi habitación, podría resultar una experiencia sumamente grata. No me costaba sociabilizar con la gente, me gustaba llevar una convivencia sana con todos los que me rodeaban, ya que me desagradaban de sobremanera los conflictos. Pero le había dado tan poca importancia a la tarea de buscarme amigos en aquella academia, que sería mi hogar temporal hasta que terminara los cursos y mi padre volviera por mí, y me había centrado demasiado en mis estudios, que no había tenido oportunidad de conocer a otras personas que no fueran con las que me relacionaba superficialmente día a día. Esa había sido una de las razones fundamentales por la que me inscribí en ese evento: poder conocer a alguien nuevo y, ¿quién sabe? Un nuevo amigo.
Tampoco podía tachárseme como una chica aburrida y corts de ideas. Por lo general lograba encontrar maneras de pasarlo bien, además de ser también flexible ante las ideas y sugerencias de los demás. Pero por alguna extraña razón, probablemente por lo riguroso del lugar y del evento en sí, me sentía un tanto desorientada y sin idea de qué era lo que debía de hacer a partir de allí.
Le dediqué una breve mirada a mi compañero, sin ocultar mi verdadero sentir respecto a lo perdida que me encontraba, pero sin borrar tampoco mi sonrisa amable. Deseaba hacerle ver que quería que se encontrara a gusto en mi compañía.
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