~Tradición&Poder

Cubría mis manos con unos guanteletes, quizás era algo exagerado, así que me los quite y me puse unos guantes de lana, era invierno, aunque no sintiera el frío como una persona normal, me gustaba la idea de cubrir todo mi cuerpo con ropa muy abrigadora. Estas fechas eran especiales para todo el mundo, puesto que se reunía toda la familia y todos se comportaban más bondadosos. Lamentablemente yo estaba a miles de kilómetros de mi amada familia; mi hermano ya no estaba más en la academia, dejándome completamente sola, y solo me quedaba con sus palabras “Te amo y quiero tu seguridad, si me amas a mí, entonces te quedarás” y aquí estoy, encerrada en esta academia con complejo de castillo acorazado.

Tenía que ser más fuerte, y para eso debía practicar mis habilidades, aunque me enojaba aceptarlo, yo era la más débil de mi familia y por eso estaba confinada en lo más recóndito de Australia, aunque ni tan secreto, muchos sabían la existencia de esta academia, después de todo era de gran prestigio. Debía buscar un lugar exclusivo para entrenar, y me vino a la mente el salón de los muérdagos, nadie estaría allí o quizás muy pocas personas, la verdad no creía que fuera frecuentado el lugar, puesto que había notado a muchos timoratos en la inauguración del salón.

En lo personal no creía que esa tradición fuera de poca moral, aunque el muérdago no era precisamente mi planta favorita, pobre Balder. Recientemente también había tenido pesadillas que atormentaban mi sueño ¿Significaría eso que iba a morir? Sonreí pesarosa y me olvide de ese pensamiento. Me abrí paso dentro del salón, según habían dicho que unas hadas se habían encargado de que el salón tomara la forma que el ocupante deseara, esa descripción me recordó mucho a la sala de los menesteres de uno de mis libros favoritos. Así que me quede ahí, inerte, esperando a que tomara forma, aunque en mi mente no tenía claro como quería que fuese el interior del salón.

Cerré los ojos, esperando la magia…

Un suspiro largo resonaba entre los pasillos. - ¿hadas he?...- musite riendo mientras rasaba mi nuca con los guantes de colores oscuros en las manos y arropado lo suficiente con el frio que hacía en esta época del año. – Me pregunto si será real todo eso…- Sonreí de nueva cuenta mientras me imaginaba mil y un cosas con respecto a “hadas”, sin duda algo me decía que esta escuela era de las más extrañas a las que pude yo decidir entrar para trabajar. Realmente avanzaba con una curiosidad más notoria con respecto a aquel salón.

Luego de caminar un par de momentos decidí permanecer justo enfrente de la entrada, mientras pensaba en los rumores de aquel lugar. – Su pongo que ya estoy aquí…- decía en forma de ánimos para cruzar la puerta de aquel salón en busca de algo que lograra despertarme la curiosidad. Mi mente se concentraba en un lugar completamente en silencio, con hielo por doquier y aquella sensación de víspera navideña y fue así como me adentre abriendo lo ojos en busca de aquella decoración en la que mis mente se había encargado en presenciar….

-¿Pero qué..?- musite mientras me quedaba boquiabierto al ver como el lujar era perfectamente igual a lo que tenía en mente, no sabía cómo algo dentro de aquella escuela podría tener algo como eso, intente permanecer calmado mientras me adentraba y buscaba una explicación lógica en efectos especiales, tecnología algo que me dijera que lo que estaba viendo se trataba de alguna ilusión óptica. Termine concentrando mi atención en una chica que vi de espaldas tranquila, callada y con un cabello muy poco usual. Camine sin hacer mucho ruido mirando por todos lados incrédulo sobre el gran salón que se podía ver.- Disculpa…- musite mientras me acercaba por detrás buscando su hombro para  poder cuestionarle el que hacia sola en un lugar así. – ¿Tu eres la encargada de esto?- pregunte al tocar su hombro de manera fugaz para luego bajar mi mano y esperar su respuesta. Sin duda alguna empezaba a notar que esta escuela no era para nada a una tranquila y común academia a cual yo pretendía dar clases.

Abrí los ojos, al sentir contacto físico en mi hombro, inmediatamente gire y me tope con un hombre de cabello revuelto, bastante alto, al menos 15 centímetros más alto que yo, para mí era una gran diferencia de altura; sus ojos verdes y brillantes lo hacían ver joven, pero sus rasgos faciales denotaban madures. Me pase un largo mechón de cabello por detrás de la oreja derecha y busque mantener su mirada del color semejante al de la hierba fresca con la mía del color del cielo sin nubes. —No. Musité en respuesta a su pregunta.

Estaba tan concentrada en escrutar su rostro, que ni me tome  el tiempo de ver si el salón había cambiado. Así que alcé la mirada y luego lentamente di una vuelta alrededor de mi eje; todo había cambiado, no había pensado exactamente en un lugar como el que visualizaban mis ojos en ese momento, pero, las haditas no habían hecho nada mal su trabajo. Mire nuevamente al joven y supuse que el había sido la mente maestra. —Debes tener frío. Dije, mientras quitaba de mi cuello una bufanda roja tejida con hilo de lana y que posteriormente coloqué sobre el cuello del chico de cabello alborotado.

—¿Crees en las hadas? Le pregunte ensanchando una cálida sonrisa en mis labios, la cual borre casi de inmediato y me apresure en colocar una mano sobre su boca para impedir que hablara. —Si no crees en ellas, mejor no me lo digas, si es al contrario solo asiente con la cabeza. Decían las malas lenguas que si las frase "No creo en las hadas" era pronunciada, instantáneamente un hada moría, si era verdad o mentira, no lo sabía, pero era mejor no arriesgarse.

Cuando volteo aquella chica, pude notar su rostro completamente pálido y unos ojos bastante frescos, realmente fue un poco incómodo cuando me miraba como si buscara algo en mi rostro o algo pasaba. Aclare un poco la garganta mientras soltaba un poco un suspiro cuando escuche que ella no andaba en ese lugar para cuidarlo, seguramente también pensaba por el rumor que rondaba sobre aquella sala.

Realmente me sentí más tranquilo cuando su mirada y atención ya no era hacia mi persona si no al salón el cual aún buscaba pensar en que era algún truco. Solté un pequeño suspiro mientras la observaba a ella mientras ella estaba fijada en su alrededor. Me tomo de sorpresa cuando regreso su atención hacia mí para quitarse la bufanda luego de decir sobre el la temperatura actual del lugar, antes de poder decir algo su bufanda se encontraba enrollada en mi cuello. Quede un poco mudo mientras la observaba y la forma tan maternal que poseía, ese olor de ella que estaba impregnada en su prenda logro hacerme sentir tranquilo, me gustaba mucho los olores pero este era profundamente cálido.

Sonreí para poder agradecerle por el hecho de haberme ofrecido su bufanda pero de nueva cuenta volvía a hablarme. - ¿had…?- mis palabras quedaron a medias cuando se le ocurrió poner su mano sobre mis labios evitando que pudiera hablar de nuevo, sin duda alguna me sorprendí pues no entendía el por qué hacía eso, ¿preguntarme para luego callarme?, comenzaba a creer que se trataba de una broma. Pero luego de escucharla no opuse resistencia y permanecí tranquilo escuchándola. Bien ahora solo podía decir un sí o un no…realmente no creía en si porque sabía que se trataban de cuentos pero no quería desanimarla así que asentí levemente de arriba abajo para dejar claro que si lo hacía para poder hacer que soltara mi boca para poder hablar o por lo menos agradecerle por lo que había hecho.

El muchacho asintió y entonces lo libere. Cruce las manos por detrás de la espalda mientras daba dos pasos hacia atrás y así hacer una ligera distancia entre los dos. Bajé la mirada un poco sonrojada, me había entrado la timidez ante ese bello rostro meramente inmaculado con el que me topé. Su piel llana y pálida hacían lucir sus ojos junto con esas pestañas que se le expandían con firmeza hacía arriba. —¿Cómo te llamas? Pregunté haciendo que mis labios rosados se estiraran formando una bonita sonrisa curiosa. —Mi nombre es Shelly Dije al final para no parecer descortés.

Fue entonces que recordé el porqué había llegado allí y aunque el salón estaba muy bonito, no me servía de nada para mí objetivo, necesitaba un campo de entrenamiento, para eso debía cambiar la decoración del salón, solo esperaba que el joven no tuviera algún inconveniente, incluso hasta me podía aventurar pidiéndole asistencia, no era un humano frágil así que si le pedía ayuda tal vez no me la negaría, aparte que en el lugar solo nos encontrábamos él y yo ¿a quien más le podría pedir el favor? Solo a él. —¿Te gustaría entrenar conmigo? Pregunté, mientras me mordía el labio inferior con algo de cohibimiento ya que aún no se me esfumaba la vergüenza, pero seguramente pronto entraría en confianza.

Sentí un gran alivio cuando por fin dejo de sellar mis labios para poder ahora si hablar o por lo menos agradecerle por la bufanda, aunque realmente que todo eso pasara solo por ir de curioso a visitar aquel salón. La note un poco extraña cuando me soltó, solté un suspiro mientras escuchaba lo que decía sonreí y decidí responderle. – Si, prometes dejarme hablar con gusto te podría decir mi nombre…- conteste bromeando un poco para mirar la bufanda. – Por cierto gracias, intente decirlo antes pero bueno…no se pudo…- seguía con una actitud bastante tranquila. – Soy, Saito Yagami un placer…- respondí sonriendo correspondiendo a su amabilidad por parte de ella.

-¿Entrenamiento?- cuestione algo confundido, realmente no tenía para nada pensado llegar a entrenar quien sabe quién con la joven, pero realmente me agradecido por el gesto que había tenido conmigo, así que solo me dispuse a contestar. – Bueno…sería bueno…pero…¿Qué se supone que entrenas?- cuestione en busca de que me aclarara un poco más la situación que me pedía. – ¿Puedo suponer que esa fue la única razón por la que estas a que, o es porque realmente te interesaba conocer el lugar?- preguntaba de nueva cuenta, sin duda tenía que aprovechar a hablar mientras podía antes de que se le ocurriera de nuevo taparme la boca, ante eso solo reí levemente recordando el momento.

Le mire de manera artera —¿Prometer dejarte hablar?... lo prometería, pero puede que te desgarre la garganta.— Sonreí de forma traviesa. —No me creas, solo bromeo.— Hice un rápido guiño con mi ojo derecho. —Y… De nada, yo no la necesitaba, porque no tengo frío.— Dije mirándole con penetrantes ojos.  La sensación de tener frío no era más que  experimentar la pérdida de calor y yo al ser un vampiro no tenía ese tipo de sensaciones, pues mi temperatura era de por sí ya muy inferior a la normal, así que no me importaba compartir algo que no me era realmente útil.

Saito Yagami era su nombre, todo en él me daba curiosidad, desde su actitud tranquila, hasta su aroma tan peculiar, me preguntaba qué clase de ser sobrenatural era, de donde provenía y demás. Su nombre y algunos de sus rasgos parecían orientales a parte que la mayoría de las personas provenientes de esa parte del mundo se caracterizaban por meditar y  tener una actitud serena, la verdad él me parecía bastante tranquilo, pero, que Saito fuera oriental solo era una suposición mía. —Saito… — Dije con voz suave, mientras caminaba hasta detenerme frente a un muérdago.

—… ¿sabías que hay una tradición de besarse bajo el muérdago?— Cuestioné sin dejar de mirar la planta y agregué. —También se cree que tiene poderes relacionados con la fertilidad y el poder de dar la vida.— Guarde silencio durante un par de segundos y continué, pero esta vez, mirándolo a él. —Dudo que una simple planta parásita sea capaz de tener esos poderes. El poder no es algo fácil de obtener, y menos con una plantita; se necesita esfuerzo, perseverancia, fuerza, responsabilidad. Por eso quiero, más bien, necesito entrenar, para así obtener poder.— Camine acercándome a Saito. —Tengo la habilidad de controlar el hielo, lamentablemente no es algo que domine del todo bien, y sí, estoy aquí por ese motivo, creyendo que estaría sola, pero estas tú.— Largue un suspiro luego de responder todas sus preguntas. —Aunque, no me malinterpretes, no me molesta que estés aquí, de hecho, me serías de gran ayuda. ¿Entrenaras conmigo? También esto puede beneficiarte a ti.— Finalice dedicándole una sonrisa.