L.O.V.E is E.V.O.L {priv.Kahori}

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visto a Kahori y a Haru, sentía curiosidad por cómo estarían aunque siendo sinceros mi principal preocupación era Kahori. Desde navidad, sus comentarios aquella noche, me resultaba casi sorprendente que aquellas dos se hubiesen separado de tal manera.

Era estúpido, me podrían tachar de incoherente pues no iba a decir lo contrarío. A pesar de ser un demonio, de poder hacer lo que quisiese, de que podía matar, ahogar esos sentimientos asquerosos que sentía hacia cierta persona, no lo hacía. ¿Por qué? Pues eso era debido a mi gran estupidez, a la pequeña esperanza de que algún día alguien viniera a por mí, yo no era capaz de desechar todos aquellos momentos y sentimientos que una vez sentí. Estaba cansado de mi mismo, ¿Por qué tenía esperanzas en que las cosas cambiasen? Sabía cómo era aquella chica y, habiendo visto que prefería aquel sujeto antes que a Kahori…. Me dejaba claro que yo no tenía ni la más mínima oportunidad en volver con ella como en aquellos tiempos.

Mis pasos apaciguados, me guiaban con lentitud a través del edificio, no tenía un lugar establecido, siempre andaba de aquí hacía allí como un alma en pena buscando cobijo en algún lugar. ¿De qué me sirvió volverme demonio? De nada. Qué iluso había sido, ni tan siquiera ahora entendía el por qué de mis acciones aquel día. Podía haber descansado en paz, empezando otra vida de otra forma pero decidí terminar en el subsuelo, pactando algún que otro trato con demonios.

Al final termine donde siempre; en la azotea, contemplando el cielo raso mas en este no se podían contemplar estrellas, hoy era una noche perfecta en la que solo la luna alumbraba aquel manto oscuro, era como la única luz de esperanza que daba valor a los demás en los malos momentos.

Sin duda, hoy era una noche perfecta para desaparecer pues era lo que realmente quería, ser borrado de la faz del universo, no tener que regresar al infierno ni subir al maldito cielo, no tenía que recordar más aquellos momentos ya vividos siendo aún humano. Podría empezar una nueva vida tras el final de esta, podría correr libre, decir las cosas sin tapujos, actuar sin miedo. No más recuerdos, no más dolor por algo que nunca podría tener, no más miradas fugaces hacia esa persona, no más sentimientos de angustia, no más.

Ahora… solo quedaba encontrar a la persona que me hiciese ese favor.

Había desaparecido para casi todo el mundo desde navidad. Bueno, los compañeros de clase me veían cada día sin excepción, menos aquellos en los que tenía que compartir clase con Haru, pero estos no intentaban entablar una conversación conmigo porque, a decir verdad, jamás había intentado hacer muchas amistades. A pesar de que muchos dirían lo contrario pues siempre intento ayudar a los desconocidos, en el fondo era una chica muy tímida.
Lo cierto es que había desaparecido para todos sin siquiera darme cuenta. Mi principal meta era no ver a Haru bajo ninguna de las circunstancias, pero al parecer el asunto se me había ido de las manos pues incluso había desaparecido para el señorito Akira. Lo más seguro es que estaba avergonzada por mis actos. Me había visto llorando cuando odiaba llorar en público, le había explicado mis problemas y el cisma de mi amistad con Haru... Sin embargo, hacer eso era hacerle un feo.
El joven me había ayudado mucho y aún me estaba ayudando. Es más, estaba buscando una manera de llegar a completar mi misión sin tener que convertirme en ángel caído... era una gran persona. Jamás entendí por qué todos creían que los demonios eran lo peor que existía en este mundo... El señorito Akira era un ser bondadoso... al menos conmigo. Me sonrojé, pero ese mismo instante zarandeé mi cabeza de un lado a otro para que dichos pensamientos desaparecieran.
Quise remediar mi mala conducta con respecto al joven, así que quise regalarle algún detalle que podría gustarle. Desconocía sus gustos, era un joven muy misterioso, tan enigmático... tan bueno... Sonreí inconscientemente mientras sujetaba con más firmeza el paquete que contenía mi regalo.
Le había comprado una corbata. Era totalmente banal y yo era consciente de ello, pero de todos modos esperaba que le gustase. Era de color roja que creía que iban a juego con sus ojos y también, tenía entendido, era un color tradicional y se usaba bastante para las corbatas.
A pesar de que no sabía la posición exacta del señorito Akira, creía que lo más seguro estaba en la azotea. Por alguna extraña razón, siempre nos encontrábamos allí o siempre le encontraba allí. De todos modos, no quería fallar y estar rondando por la academia como una loca. Es más, podría encontrarme con haru y era lo último que quería hacer... Aquel día en el parque fue suficiente. Ya no la quiero ver más nunca en mi vida.
Llamé a las dos niñas que tan gentilmente me había prestado el señorito Akira. Al parecer ya sabían lo que les iba a pedir por lo que sin medir palabra me cogió cada una de una mano y me guiaron por los pasillos. Si lo pensaba, solo las llamaba para guiarme hasta el señorito Akira. No pude evitar sonrojarme. Por alguna razón que desconocía pensaba que las chicas se habían dado cuenta de que sentía... algo por Akira. Volví a mover la cabeza de un lado a otro para que desaparezcan estos tontos pensamientos.
Las niñas me guiaron hasta la azotea, como tenía asumido. Al salir pude distinguir al señorito Akira sin muchos problemas. Incluso si estaba de espaldas. Su larga cabellera era muy característica, a la par que su ropa... Por otra parte, incluso de espaldas era apuesto. Observé el cielo y me alegré de que fuera de noche... así si me sonrojaba, el joven no podría ver mi estupidez repentina.

–Buenas noches señorito Akira – Dije con una sonrisa mientras escondía la caja con el regalo tras la espalda. Tenía pensado hacerle una sorpresa.

La luna seguía alumbrando la oscuridad, como el único rayo de luz esperanzador entre las tinieblas. Al igual que éste planeta buscaba cobijo bajo la luz lunar, yo debía buscar a quien convertir en mi único rayo de esperanza. Quizás no me hiciese falta pero, si acababa con mi propia vida, volvería a renacer como lo que soy ahora y había decidido dejar la Tierra sin comprometerme con los habitantes del subsuelo pero tampoco con los que habitan en el cielo, odiaba a ambos por igual, unos te mentían a la cara mientras que otros disfrazaban sus crueles palabras con una sonrisa agradable.

A pesar de toda la oscuridad que se cernía sobre mí, a pesar de todos esos pensamientos arremolinados en mi mente, todos aquellos recuerdos dolorosos, alguien me pudo arrastrar nuevamente a mis cabales. Kahori. Sonreí al escucharla hablar. Era tan respetuosa, tan formal… tan agradable y sin embargo tan dolorosa su presencia. Consideraba a Kahori como a una hermana, la hermana menor que nunca llegué a conocer. Era extraño, siendo un demonio y sintiendo cariño familiar por un ángel.

-Buenas noches Kahori, parece que hice bien cediéndote a esas dos pequeñas.-Sonreí a la par que me giraba para toparme con mi pequeña albina. Sus ojos dorados cual oro lucían hermosos como siempre mientras que su pelo dejaba entrever destellos plateados a la luz de la  luna. ¿Me habría relacionado con ella si no fuese por acercarme más a Haru? Lo dudaba. Sí, era cruel pero ¿a caso eso no me hubiese afectado a mí también? Haberla conocido era como haber recuperado un poco de mi parte más humana, amansando al demonio que regía en mi interior, apaciguando el sentimiento que ejercía Haru sobre mí. –Una noche muy bonita ¿no crees?- Alcé mi mirada al cielo, contemplando la hermosura que nos ofrecían los escasos astros que titilaban tímidamente acompañando así aquella hermosa esfera blanquecina.

Al mirar a Kahori una gran clama invadía mi interior, dejándome pensar con claridad lo que haría, sin embargo… ¿Se habría arreglado ya con Haru? Sentía que sacar a flote ese nombre nos haría daño a ambos, tanto a Kahori como a mí. A pesar de eso ¿por qué seguía conservando como una reliquia aquellos sentimientos por aquel ángel? ¿Por qué debía quererla en esta vida también? ¿Por qué cargar con este dolor por más tiempo si ella ni me reconocía? Debía hacer dejado que mi vida humana llegase a su fin con el paso del tiempo, debía haber afrontado la muerte de Haru por aquellos entonces. ¿Quién podría conservar la calma cuando la persona a la que más amas es asesinada ante tus ojos? ¿Cómo reaccionarías si, tras años de venganza e insufrible dolor, volvieses a ver a esa persona y ésta no te recordase? ¿Qué harías si esa persona está con otro?

-¿Necesitas algo Kahori?- Observé a la joven mientras me preguntaba el por qué de su presencia aquí. Quizás tenía algún problema o deseaba que le diese más información sobre aquél al que andaba buscando. -¿Hay algún problema en el que pueda ayudarte?

Le dediqué una amplia sonrisa cuando me devolvió el saludo y mencionó a sus pequeñas ayudantes que me prestó. Les dediqué una mirada. Lo cierto es que eran chicas de muy pocas palabras, pero si hablaban, resultaba ser gracioso porque solían o bien decir las cosas a la vez o bien una empezaba la frase y la otra la acababa. A algunos le podría parecer algo tétrico, por el mero hecho de que así parecía como si se leyeran la mente, pero a mi me resultaba gracioso e incluso adorable.
Alcé la vista al cielo automáticamente cuando el señorito Akira lo mencionó. Lo cierto es que tenía razón. A pesar de que los astros eran escasos, la gran y redonda luna lo compensaba todo aunque debía admitir que las estrellas me gustaban más que la luna debido a que las susodichas formaban constelaciones y astros y me parecía más divertido observarlas a ellas que no a la luna.
Su pregunta me devolvió de mi ensimismamiento haciendo que bajara la vista del cielo al suelo y me sonrojara ligeramente recordando lo que escondía tras la espalda. Me sobresalté cuando mencionó si tenía algún problema o algo por el estilo lo que me hizo darme cuenta que siempre acudía a él cuando tenía algún problema. Debería remediar aquello y relacionarme con el señorito Akira de una forma más amigable, que si no, acabaría harto de mis problemas y mis tonterías. Reí algo nervioso.

–No, no – Mencioné tímidamente – No tengo ningún problema... – Dije pensativa – Es solo que... Solo quería...

¿Hacerle un regalo? ¿Agradecerle su ayuda? ¿Hacerle un detalle? Ninguna de las palabras que me venían a la cabeza valían. Todo me parecía banal y vacío, carente de sentimientos y emociones. Sin embargo, entregarle el paquete sin decir nada no era adecuado tampoco... y sí... y sí le confesaba mis sentimientos... Sería demasiado espontáneo y quizás fuera de lugar... pero por otra parte, quizás era el momento adecuado para ello.

–Quería... confesarle una cosa – Empecé.

¿Debía regalarle primero el regalo o primero confesarme? No tenía nada en claro... ¡¡Ni siquiera sabía si debía confesarme ahora o más tarde!! ¡¡Menudo dilema!! Llené los pulmones de aire para darme más coraje y entonces, hablé:

–¡¡Le he hecho este regalo!! – Exclamé sacando la caja que contenía la corbata dentro y se la tendí demasiado precipitadamente quizás – Quería agradecerle y... y... Bueno...

Vamos Kahori... Tienes que tomar valor y decirlo... pero... ¿era realmente necesario o debía esperar primero que aceptara mi regalo? Quizás incluso el regalo había estado fuera de lugar. Opté por callarme hasta observar las acciones del joven.