Necesito aire fresco. (libre)

Unos pasos débiles resonaron por las escaleras, un tenue sonido del abrir de las puertas, para que luego sonase un portazo. Una brisa helada acarició la piel del pálido muchacho, quién mantenía sus ojos cerrados, con una expresión de mera tristeza mezclada con confusión; caminó lentamente hacía el barandal que yacía frente a él, una vez lo suficientemente cerca como para poder tocarlo lo hizo, apoyando sus manos cubiertas con unos guantes sin dedos, abrazó el frío metal con fuerza y gentileza, como si de la rama de un árbol se tratase.

"Me duele la cabeza." Acercó su mano derecha a su rostro, sobó con brusquedad partiendo desde la sien hasta llegar a su boca, todo este acto ocurriendo una vez que pensaba dichas palabras.

Se encogió lentamente posando sus brazos en la baranda, miraba al piso fijamente, deseando saltar, imaginando qué ocurriría si lo hacia; probablemente, mucha gente se preocuparía al ver que había saltado, no obstante estaria ileso. Apoyó su cabeza en sus brazos, cerró los ojos y se dejó inundar por pensamientos, palabras, imagenes y sonidos, cosas que deseaba olvidar en ese intante, sin embargo, se le hacía imposible, ¿cómo podría?, tantos años con la misma gente, en el mismo entorno, todo había cambiado debido a su curiosidad.

" Dejame tranquilo. " susurró agobiado debido a los pensamientos, se tomó la cabeza con ambas manos y enderezó, luego se dió vuelta y se sentó apoyando su espalda en el metal que sujetaba el barandal. Alzó el rostro cerrando los ojos, dejando que su mente fluyera junto a la brisa invernal, deseando olvidar aquellas imagenes que tanto le herían.

Era la clase de chica que le gustaba que le gustaba estar sola algunas veces ya que no sabia como entablar una conversacional con algunos de mis compañeros de clases así que siempre me encontraba escondida en la azotea de aquel lugar jugando con mi pequeño zorrito sem el cual siempre me acompañaba a cualquier lugar que yo quisiera ir menos el baño de chicas de la academia.

En aquel lugar siempre hacia un enorme frió así que tenia mi bufanda negra y mi cabello recogido en dos colitas para no regresar con el cabello como un espanta pájaros sabia que nevaría así que le puse a sora un traje de conejito si era raro que un zorro usara ese tipo de traje pero a sem no le importaba con tal de permanecer a mi lado y jugar con la pelota, mientras jugábamos escuche la puerta abrirse de repente y fue como si algo fuera mal al escuchar el portazo mi corazón dio un vuelco parecía que no sabia que al cerrar la puerta de ese modo podíamos quedar encerrado sin ningún modo de escapar y eso no era nada cómodo en realidad mi cuerpo comenso a titiritar no del frió si no del miedo de aquel pensamiento [s....sem que hacemos.. susurre para el nada mas mientras la pelota comensaba a rodar hacia aquel chico sin darme cuenta.

Si nos quedamos acá la nevada nos atrapara a los tres... seguia susurrando pero la pelota choco con el zapato del chico y sem fue a buscarla y no pude evitar que el fuera ya que era mas rápido y yo bueno era mas torpe que una mona vestida suspire y mire escondiéndome detrás de un montón de cajas dejando nada mas visible que mi cabello siendo odiando por el gélido aire de aquel momento, sem mientras corría por su pelota choco contra el zapato del chico quedando patas arriba pero la pelota en su boca como reclamando una victoria muy grande para el y al escuchar el golpe puse mi mano en el pecho pensando que avía tropezado el y la persona que estaba en aquel momento aplanado a sem o algo peor puré de sem pero mi timidez y miedo no me dejaba salir así que solo deje salir mi voz de un modo angelical pero temeroso de que algo hubiera pasado S..se en..encuentran.. b...bien .. hay ... dije esperando una respuesta de aquella persona o de sem.

El muchacho mantenía los ojos entrecerrados, carecían de toda vida, era realmente algo que no deseaba que nadie viese, por ello había subido a la azotea, lugar que debía estar vacío debido al frío invernal. Pero, como estamos hablando de Mikuo Hatsune, la persona con la peor suerte del mundo, justo en ese momento, con dicho clima, se encontraba una muchacha, de la cuál presencia no había prestado atención, si no hasta que este pequeño animalito había llegado a sus pies.

Una vez percatando la prescencia del ser vivo, el muchacho no logró sacar sus ojos de él, ¿Qué hacía dicha criatura en el techo?, y ¿Por qué vestía un traje de conejo?, incógnitas que el muchacho ignoró en seguida, le observó fijamente, al notar que era un zorro esbozó una sonrisa amable, se le acercó y dijo entre susurros "no creí que habría otro, buenos días, pequeño zorro." , se tiró hacía atrás y dejo salir sus orejas de zorro, cerró los ojos con un tono de cansancio en su mirar.

Una voz débil y quebrada interrumpió el esquemático silencio que el muchacho de cabellos verdes adoraba, volteó la mirada y logró destacar de entre unas cuantas cajas vacias, unos mechones de cabellos negros azabache, en seguida el muchacho esbozó una sonrisa, pretendiendo que nada había pasado. En su mente parecía haberse escondido todo rastro, todas las imagenes y recuerdos que tanto le molestaban diariamente. " Todo bien por acá, ¿y por allá?" comentó con cordialidad, se sentó como "indio" y azomó para intentar captar un poco del rostro de la tímida muchacha quién se escondía de él. "¿por qué tan oculta?" preguntó aguantando una pequeña carcajada. " No muerdo, pequeña." agregó luego de un rato, nuevamente tiró su cabeza hacía atrás para admirar el cielo, cerró los ojos en espera de la reacción de la muchacha.

Mientras estaba oculta recordé lo de la puerta pero escuche la voz de aquel chico y solo deje ver mis ojos rojizos como uno zafiros a la mista de aquel chico mientras tomaba fuerzas para poner responderle de la manera mas dulce y educada aunque como ya lo avía dicho no soy para nada buena en tratar de entablar una conversación sonreí levemente al escuchar sus palabras y mi pequeño zorrito puso la pelota en los pies de aquel joven para dirigirse hacia a mi para darme al menos un poco de aliento para seguir S..si por aquí estamos bien...dije dulcemente yo tome a mi zorrito para salir del escondite haciendo una leve reverencia ante el chico para luego  fijarme en su apariencia.

En realidad no era la típica chica que hacia eso pero debía de admitir que eres muy guapo y de un parecido amigable aunque nunca me confiaba de eso o eso era lo que mi abuelo me decía cada vez que que miraba a un chico o chica pero bueno que se le iba a hacer creo que ya era como que muy grandecita para dejar que me asustara un chico d..de verdad no muerdes.. no estas mintiendo dije con una leve sonrisa apegando mi zorrito a mi pecho en busca de alguien o algo que me calmara y siendo sem el único en ese momento bueno lo hacia muy evidente.

Mis ojos estaban fijados en aquellos hermoso ojos del chico aunque nunca lo avía  visto por estos lugares y aunque si era sincera aunque tratara de ocultar aquello que lo incomodaba avía vestigios de aquello en sus ojos ya que como dicen los ojos son las puertas al alma pero no iba a remover eso de sus ojos si de los míos no avían removido las escenas de las muerte de mi madre y la de mi padre y muchos menos mis propias , moví mi cabeza de un lado a otro negando aquellos pensamientos  para no dejar de mostrar mi sonrisa antes los ojos de aquel joven. Mi pequeño sem puso sus patitas en mis mejillas y yo las infle para tranquilizarlo sabia que avía notado el cambio de humor en un momento  de verdad agradecía que estuviera a mi lado en un momento como este.

Mikuo simplemente quedó observando a la muchacha, tenía que descubrir con quién o qué trataba en estos momentos, por lo que empezó a analizar cada pequeño detalle que su personalidad, forma de actuar y rasgos le pudiesen dar. Decidió iniciar por la raza, ¿Qué podría ser?, no se veía como un simple humano, no obstante, tampoco se veía como algo muy extravagante, el muchacho no tenía idea que podría hacer, el olor de la joven le descartó en seguida la opción de que fuese otro zorro, inclusive un lobo, dos opciones menos, tres, contando a los humanos, pero de ahí venía una infinidad de opciones posibles, demasiadas para descartarlas en poco tiempo, ahí se rindió, esperó a conocer un poco más de la muchacha para ello. Continuó con lo que ocurría con ella, nadie que estuviese completamente bien sicológicamente podría salir a ese frío ambiente, ella debía querer distraerse, refugiarse en su soledad, ¿qué pasaba en su cabeza?.

Partió por sus ojos, unos orbes de color que Hatsune Mikuo no lograba diferenciar con seguridad, un gran tamaño que le hacía ver como alguien llena de vivencias y misterios, ojos que demostraban una melancolía inminente, que a su vez prefería anteponer un gesto de alegría, con el fin de no preocupar a quienes le conociesen. Tantos misterios en una sola joven, misterios que por su puesto Mikuo podría reconocer, y este era el caso, la mirada de la chica le demostraba una que era muy familiar para él, la mirada que le mostraba su madre cada vez que el muchacho volvía de sus andanzas a una hora no muy razonable, la diferencia eran esas bolsas rojas que eran consecuencia de un miedo terror a perderle, también le recordaba el reflejo de su mirada aquella noche que viajaba en tren a una tierra que él no conocía, dejando atrás todos sus recuerdos, amores, y familiares, esa noche en la qué su familia decidió negarle el afecto, esos recuerdos que él quería borrar.

"No muerdo, lo juro." comentó el joven con aquella sonrisa piadosa y muy inocente que le caracterizaba, ese gesto lleno de mentiras, esos ojos llenos de historias nunca contadas, recuerdos nunca vividos, emociones que nunca se sintieron, palabras nunca dichas, alegrías nunca gritadas, memorias que él había creado. "Soy Mikuo, y tú, ¿Quién eres?" cuestionó a la joven con inocencia y pura curiosidad.