Akai Wanshou no Arukatorazu {R.A.}

¡Bienvenidos sean a San Francisco! O, más precisamente, al instituto Alcatraz: la prisión privada que tiene dentro a los peores criminales en todo el mundo.
La Isla alcatraz fue utilizada como centro militar durante muchos años, pero tras esta implementación por parte del gobierno de los Estados Unidos de América, en 1934 pasó a ser una isla abandonada a una cárcel que contendría a los peores criminales del país, tal cuales fueron desde Alvin Karpis, Robert Franklin Stroud y hasta Al Capone.
Por supuesto, para la comodidad de todos aquellos trabajadores, se dio la libertad de que sus familia viviesen en la propia isla, por lo que no muy cerca de la prisión, a los costados, se encuentra el pequeño poblado de Alcatraz.
Lamentablemente la prisión de Alcatraz tan solo duró 29 años debido al gran gasto que representaba para el gobierno Estadounidense, pero durante esos largos años el único registro de fugas es el siguiente: “36 presos participaron en 14 intentos, dos personas lo intentaron dos veces; siete murieron y dos se ahogaron”, por supuesto nadie lo logró, lo que demuestra la alta seguridad que Alcatraz representó mientras estuvo en funcionamiento.
Nos situamos en 2017.
Quizá en el 2012 no hubo todos los acontecimientos estipulados bajo las profecías mayas o cualquier tipo de influencia religiosa que infundiera el pánico en los dos años anteriores, pero en definitiva lo que sí hubo fue una explosión del poder criminal.
Nadie lo anticipaba: que el único resultado del pánico que este año provocó a los humanos fuese el implemento de la violencia y un índice de crímenes superior al registrado jamás, propiciado inicialmente por agentes de la mafia, del mercado negro, contrabandistas o cualquier asesino serial. Nadie lo vio venir… excepto un hombre.
Su nombre era Anthony Lefebvre, un reconocido Juez proveniente de Italia con un único hijo que estudiaría derecho, sin dudarlo. Rico, por supuesto, pero con una curiosa obsesión por lo que sucedería en el año apocalíptico y teniendo en mente la única profecía verdadera, que era el desastre total en las calles. ¿Qué medidas tomó? Hizo que su mujer vendiera su propiedad más grande y con ese dinero compró al gobierno de Norteamérica su territorio más seguro. Una isla en el centro de la Bahía de San Francisco cuyo nombre era Alcatraz.
No pudo haber alguien más inteligente como él, a quien el gobierno acudió inmediatamente para poder tener un lugar cuando encontrasen a los criminales. Al Juez Lefebvre le encantó participar, pero todo bajo un módico precio–para él, cabe decir—.
Alcatraz reabrió sus puertas en el 2013 tras una asamblea con la ONU en la cual el único hombre que expuso sus ideas fue Anthony Lefebvre, invitando a todos y cada uno de los países a enviar a sus criminales a su prisión privada en América con la condición de pagar unos tantos millones por la seguridad otorgada por ex agentes de la mismísima SWAT anteriormente seleccionados por el señor Lefebvre.
Y así, todos los gobiernos decidieron ponerse en marcha para sacar a los peores criminales del país, enviándolos uno a uno a Alcatraz según los pudiesen atrapar, teniendo como amenaza el ir a esta prisión de alta seguridad.
Pero Lefebvre nunca fue lo que similó… sí, es verdad que de por sí ganaba grandes cantidades de dinero manteniendo en su territorio a los peores hombres de todo el mundo, pero también lo ganaría con estos.
Alcatraz siempre tuvo sus reglas y se mantuvo a raya de la ley. Al menos lo hizo ante los ojos del mundo. Y es que ellos no lo saben pero, día y noche, en las ruinas del faro se reúnen para los shows que la Matrona ofrece o para beber o para traer el contrabando. Los guardias son corruptos en su mayoría, Lefebvre recibe bonificaciones de sus peores prisioneros y aquellos en libertad condicional… probablemente sean inocentes metidos por algún tipo rico.
Los fuertes ascienden. Los débiles son aplastados tal cual moscas. ¿Qué se le iba a hacer? Dentro de una prisión no existiría mucho menos que el placer del pecado y Alcatraz solo representa una cosa para los peores criminales de la historia: libertad a un cómodo precio.
¡Bienvenidos a Alcatraz!