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Mensaje por Invitado Lun Oct 22, 2012 1:31 am

Nombre: Ameya
Apellido: Norimizu
Apodo: Jaibo. La rosa azabache.
Sexo: Masculino
Edad: 15 años
Orientación sexual: Homosexual
Raza: Humano
Empleo particular: Esclavo
Personaje a cargo: Elliot Bacon

Descripción física:

- Altura: Metro setenta.
- Color de ojos: Castaño rojizo.
- Color de cabello: Castaño oscuro, casi negro.
- Tez: Pálida y suave.
- Contextura: Delgada.

Su cuerpo, a pesar de ser de una estatura media, está bien formado. Sus ojos castaños con toques rojizos hacen que su rostro se vea hermoso a los ojos de los demás. Estos son rasgados y con largas pestañas, en ocasiones usa rímel para realzar la longitud de sus pestañas. Su cabello castaño oscuro es liso y sedoso. Se alarga hasta la altura de sus hombros y las puntas están ligeramente hacia fuera. Su rosto es fino, tanto como el de una mujer. Aparenta exactamente la edad que tiene. No posee ninguna imperfección en su rostro o su cuerpo. De labios carnosos y atractivos. Suaves, los cuales suele adornar con un leve toque de carmín. Dedos largos y finos, con uñas pintadas con esmalte negro.

Normalmente viste con el uniforme de su antiguo colegio, el cual es negro y de cuello alto. Adornando su cabeza, una gorra de color negro con el emblema del club, es decir, una estrella justo en el dentro.

Descripción psicológica:

Es un chico amable, hablador y extrovertido. Siempre lleva una sonrisa en su rostro. Es muy activo, no para quieto en ningún momento, no soporta estarse quieto en ningún lugar. Es un culo inquieto. Siempre es muy atento con aquellos a quienes de verdad le importa. Es muy alocado, podría pasar perfectamente por un demente, cualquier tontería que se le pasa por la cabeza la dice, sin importar lo que los demás piensen de él. Ruidoso cuando se lo propone y también bastante bromista. Vamos, todo un guasón.

Muy expresivo, sus ojos siempre demuestran su estado de ánimo. Es sincero con lo que siente, si tiene ganas de llorar, llorará; si tiene ganas de romper algo, lo romperá; etc. Es muy apegado con ciertas personas, a pesar de lo ocurrido en su infancia confía en los demás. En varias ocasiones le han dicho que es un pegajoso pero es más porque le agrada sentir la calidez de un cuerpo –en especial un cuerpo masculino-. Mas si la persona a quien se pegue no le gusta demasiado el contacto, pues no le quedará otra que mantenerse al margen. Puede parecer una persona ignorante, pero para nada lo es, es más inteligente de lo que parece.

Es un pervertido de mucho cuidado, siempre buscará la ocasión para meterle mano a quien sea. Es muy provocativo. Adora el placer, es un ser sumamente lujurioso. Buscará su propio placer, y por supuesto, el ajeno también. Este comportamiento prevalece incluso cuando se enamora, que cabe destacar que es una persona enamoradiza. Cuando se encuentra en la intimidad buscará el placer, pero cuando se encuentra en público se comporta como una persona normal y divertida. Es muy frecuente en él las acciones afeminadas, incluso mientras habla. Suele pronunciar de una forma bastante graciosa vocablos como “Kyaha”. Un punto negativo que posee en el terreno amoroso es que es extremadamente celoso y posesivo, no concibe que su persona amada esté con otra persona, perderá el control completo de su cuerpo llegando a cometer cualquier locura.

No suele ser malhablado, pero cuando lo enfadan la mala bestia que lleva en su interior eclosionará. Es capaz incluso de agredir a la otra persona si es necesario, pero generalmente es una persona tranquila a su manera. Es muy protector con las personas que le importan, llegando al punto de dar su vida por ellos. Más por la persona a la que ama. Es muy sincero con todo lo que dice, si tiene que decirte algo a la cara lo hará sin cortarse un pelo. Suele meterse en muchos problemas, de algunos, con mente fría, logra salir, pero de otros sale escaldado.

Cuando alguien le rompe el corazón puede llegar a trazar un plan de venganza contra esa persona, llegando a límites insospechados. Pero a pesar de todos sus contras, en el fondo es un chico que busca el amor incondicional de una persona, que lo haga sentir uno más y no un mero objeto con el que obtener placer.

Es manipulador psicológico, buscará la forma de convencerte de algo que a él le convenga en ese momento. Digamos que te usa para su propia conveniencia, a menos que logre enamorarse de esa persona. Sí, puede que su carácter manipulador prevalezca, pero será para beneficiar a ambos. A veces, cuando alguien le hace daño, suele entonar una siniestra canción infantil. De vez en cuando la entona porque simplemente se aburre y le gusta cantar, nada más.

Historia:

Nació en Japón, en una familia situada más o menos bien económicamente. Su padre era médico, y aparte de eso poseían una pequeña tiendecilla donde vendían productos relacionados con la medicina. Ameya era un chico sin problemas –aparentemente-, siempre estaba mostrando una amplia e infantil sonrisa, totalmente inofensiva. No dejaba que nadie se percatara de su verdadero carácter. A muy temprana edad, Ameya y su familia se trasladaron a Alemania, pues a su padre le ofrecieron un puesto de médico en aquel país.

Hasta que cumplió los 10 años estuvo de residente en Alemania junto con su familia, claro que en ese tiempo aprendió el idioma, no como para considerarlo como su lengua natal, pero sabía defenderse cuando lo necesitaba. No ocurrió nada inusual en su tiempo de residencia en Alemania, todo fue completamente normal, sin ningún percance. El contrato de su padre terminó, era algo temporal, así que de nuevo prepararon las cosas para regresar a Japón y proseguir con su investigación.

Ameya tuvo una buena relación con sus padres, ni maltratos ni nada por el estilo, es más, cuando su padre no estaba en casa él adquiría el puesto de padre de familia. A veces se convertía en un chico bastante difícil de tratar, y todo fue desde que volvieron de Alemania. La madre pensó que fueron los niños de su escuela, ya que su hijo no era así, pero todo era mentira, Ameya ya iba cultivando aquel carácter desde pequeño. Estando ya en Japón lo inscribieron en un colegio y así ver si se enderezaba, pero ya no tenía remedio, ese carácter ya estaba forjado.

Nadie cayó en la cuenta de que poseía un pequeño cuarto, en el cual, invitaba a sus compañeros de clase y realizaba experimentos con ellos, se aprovechaba de ellos una vez sedados. Sus padres no sabían nada de eso, eran completamente ajenos a esa “afición” de su hijo. También se dedicaba a diseccionar animales en ese cuartucho, le robaba la instrumentación a su padre para poder realizar así sus “investigaciones”. Se lo pasaba en grande cuando sus padres no estaban en casa porque salieron a hacer unos recados. Desde pequeño era un chico muy avispado, que se daba cuenta de todo lo que ocurría a su alrededor. Jugaba a tener una apariencia dulce e inocente para después mostrarte su lado más macabro.

Cuando las clases comenzaron, todo el mundo procuraba alejarse de él ya que la apariencia que daba era un tanto siniestra y sus canciones infantiles con un toque macabro no ayudaban demasiado a que se acercaran. Un grupo de chicos comenzaron a hablar de un club, él se encontraba en el pupitre de detrás, escuchándolo todo, no dejándose un solo detalle. Sería curioso poder ingresar en ese club, pero dejó que el tiempo pasase para así ir recopilando información. A los pocos meses un joven fue transferido desde el extranjero y captó completamente su atención. Se veía solitario y serio, con incapacidad de hacer amigos. Sería perfecto. El chico llevaba gafas y un gracioso corte de pelo, de tono azabache. Definitivamente captó su atención, y eso sin tener clara aún su sexualidad, pero debido a eso ya estaba claro. El chico se llamaba Tsunekawa.

El tiempo fue pasando, el supuesto líder del club seguía hablando de éste, ya las ganas que le dieron de entrar en ese club fueron más fuertes que él. Entraría por cualquier medio. Se enteró de que Tsunekawa logró hacerse miembro de ese club. Perfecto, una oportunidad de oro para poder ingresar. En un descanso de clase, sentado al lado del pupitre de Tsunekawa comenzó a cantar una siniestra canción con una amplia sonrisa en su rostro, iba dirigida hacia ese chico. Entre ritmo y ritmo entonaba la palabra “zera”. Le comentó que sabía lo del club y quedaron después de clase para hablar de aquello. Allí le confesó que era bastante atractivo, el contrario lo tomó como homosexual pero apenas le hizo caso y tras varias horas de charla al final Ameya logró entrar en el club. Tsunekawa lo presentó como Jaibo y él mismo, gracias a la canción de éste se terminó llamando Zera.

Bien, su plan de llevar a pique ese club estaba saliendo bien, lo manejaría junto a Zera. Los demás integrantes no estaban de acuerdo con el nuevo integrante, pero no le quedaron más remedio que aceptarlo. Ameya iba a su bola, escuchando en su totalidad las actividades que llevaban a cabo en ese lugar. Al parecer hablaban de dominación mundial y de construir un robot, apenas captó algo, pero fue esencial. De nuevo era su turno. Cuando se encontró a solas con Zera se acercó a él y comenzó a hablarle de lo maravilloso que sería liderar el Hikari Club.

Imagínate siendo el líder de este club, todos estarían a tus pies, serías capaz de guiarlos hasta cumplir tus planes —comenzó a convencerlo con dulces palabras, a ambos les convenía: Zera conseguía saciar esa afición por ser el líder y Ameya lograba subir escalones en el club— ¿De verdad te conformas con ser sólo un integrante más? Podrías ser el rey… O mejor… El emperador.

Esas simples palabras bastaron para convencer a aquella persona. Todo estaba saliendo a pedir de boca. ¿Acaso podía pedir más? Ahora ninguno de los integrantes del club podría dirigirle una palabra más alta que otra o se las tendrían que ver con Zera. Era interesante cómo conseguía manipular aquellas mentes, mas uno de ellos al parecer se percató de sus planes. No le hizo caso alguno, a fin de cuentas eran sólo niños. Al día siguiente Zera se autoproclamó líder del club y Ameya como una especie de supervisor.

Pasaron los años, todos cumplieron ya los 13 años. El club continuaba con sus actividades, pero al estar liderado por el niño genio, el club adquirió un tinte pseudo-fascista. Sera estaba obsesionado con dominar el mundo, tanto que mandó a construir un robot invencible. Todos pusieron todo su empeño en que saliera como él quería. Zera deseaba para su máquina un ojo humano por lo que uno de los integrantes, siguiendo como un perro fiel a su amo se ofreció para el sacrificio. Su mejor amigo le dijo que no lo hiciera pero él estaba empeñado en ello y al final a la máquina se le otorgó un ojo humano. Ameya observaba todo con expectación, como si la cosa no fuese con él, todos ajenos al plan que se traía entre manos aquel chico que se había enamorado obsesivamente de Zera. Cada día le decía palabras dulces y estaba dispuesto a hacerle cualquier favor sexual que le pidiese. Todos estaban contentos, menos uno de ellos: Tamiya, el antiguo líder del club.

La tragedia azotó al club una noche lluviosa, Zera se empeñó en que el club tuviera una figura femenina. A Ameya no le hizo demasiada gracia, los celos estaban aflorando en su cuerpo, no quería que Zera se acercase a nadie más que no fuese él. Eso no se lo iba a perdonar en la vida. Al cabo de unos días lograron capturar a una hermosa muchacha, todos quedaron prendados de ella al instante, todos menos Ameya, el cual se lo comían los celos a cada minuto que pasaba. Su amor había caído en las garras de esa arpía.

Unos días de estar la joven en sus dominios, Ameya planeó llevar a cabo una traición en contra de su líder. Este, era un aficionado al ajedrez, cada pieza que tenía sobre el tablero se correspondía con un miembro del grupo. Hizo un movimiento e informó que uno de ellos lo iba a traicionar. Señaló a uno y dijo que era él. Ameya permanecía callado, sin decir una sola palabra al respecto.

Al día siguiente, por obra de Ameya, el rey apareció roto en el suelo. Zera tomó eso como una revelación hacia él, con la idea de que había sido aquel al que señaló el día anterior, ordenó a ejecutarlo de la forma más cruel que había. No desconfiaba para nada de su amante, el cual, para él sólo era un esclavo sexual.

Al final se descubrió el pastel, al cabo de un par de meses. Sin esperárselo, Ameya confesó. El líder le preguntó la razón, asustado por la reacción que podría tener el contrario ya que lo conocía.

¿¡Que por qué!? ¿¡Acaso estás ciego!? ¡Por culpa de esta mujer me has dejado en segundo plano!—las lágrimas brotaron de sus ojos y tomó a la joven por los pelos—. Y me da igual que todos los aquí presentes se enteren… Te amo Zera…Mi Zera…

Después de este incidente, estuvo a punto de asesinar a su amante, pero lo dejó porque el amor hacia él era demasiado fuerte, por lo que se terminó marchando de ese lugar, llorando desconsoladamente y con el corazón totalmente destrozado. Ya no quería verlo más, lo odiaba pero seguía amándole. Era una relación amor-odio. Su familia terminó por trasladarse a Australia, lugar dónde supuestamente vivirían tranquilos, más que nada Ameya. Pero las cosas se fueron torciendo a medida que los meses pasaban. Sus padres no hacían más que discutir a todas horas, pero parece que a Ameya no le afectaba para nada, continuaba siendo el mismo de siempre.

Un fatídico día, cuando el joven de cabellos morenos salió a dar una vuelta con la intención de alejarse de aquellas disputas entre sus padres, un hombre que parecía que lo estaba buscando, lo persiguió sin que el joven se diera cuenta de ello. El joven Ameya estaba absorto en sus pensamientos, ajeno a todo, tanto que terminaron por asestarle un fuerte golpe en la nuca que lo dejó inconsciente. Entonces fue cuando se lo llevaron a un lugar totalmente desconocido para él. Cuando despertó se hallaba desorientado y encerrado en una angosta habitación. ¿Qué hacía allí? Aporreó la puerta para que lo dejaran salir de allí, mas era en vano, no le hacían caso ninguno, por lo que terminó por desistir al cabo de una horas. ¿Qué intenciones tenían aquellos que lo encerraron? Al poco, la pregunta obtuvo su respuesta: sería vendido como un esclavo. Como un vulgar objeto.

Sus padres denunciaron su desaparición, tenían la esperanza de volver a encontrarlo, mas no tuvieron esa suerte. Pronto, a los pocos días de haber estado encerrado en aquella habitación, el joven Ameya fue vendido a un tal Elliot Bacon, el cual se encontraba en la academia Greenlight.

Extras:

•Gustos:
-Leer
-Escuchar música
-El sexo
-Los hombres, eso es indiscutible
-Diseccionar animalillos, ya muertos
-La naturaleza
-Los días lluviosos

•Disgustos:
-Las mujeres
-Las comidas amargas
-Que lo molesten cuando más tranquilo está
-El ser rechazado por la persona que ama
-La tormenta, lo asusta –o se hace el asustado-
-Que no le den los mimos que él quiere
-La infidelidad

----------o----------

-Sabe alemán, inglés y japonés.
-Tiene la manía de ordenarlo todo, y bonito el que se lo desordene.
-Tiene la manía de dormir semidesnudo, de vez en cuando se le puede ver dormido completamente desnudo.
-Estando en el interior del club adquirió la costumbre de aplicarse carmín en los labios, ya que era una de las reglas de éste.
- Tiene bastante mala suerte, sobretodo en temas amorosos.

Imágenes:
Spoiler:

Procedencia y nombre del físico:
Ameya Norimizu/Jaibo — Litchi Hikari Club


Última edición por William Lehner el Jue Mayo 15, 2014 3:14 pm, editado 1 vez (Razón : Primera edición de ficha con pago de puntaje.)
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Jaibo {ID} Empty Re: Jaibo {ID}

Mensaje por Greenlight Lun Oct 22, 2012 1:36 am

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