Experimentos, sangre y tendones [Kyouki]

Una de las cosas que mas me fascinan es mi propio cuerpo. No es que sea alguien que presuma constantemente de su físico, después de todo, por muy buen ver que tuviera, poco importaba si la gente me temía demasiado como para entablar conversaciones normales. A lo que me refiero es que este cuerpo está creado a partir de mis poderes y de la voluntad de un viejo sabio. No es el cuerpo de un demonio, es un cuerpo que puede morir, pero no tengo ni idea de cuales son sus cualidades. Puedo regenerarme, pero necesito saber donde están los daños para hacerlo. Y es intrigante que tenga que se así.

Es por eso que suelo experimentar conmigo mismo para descubrir cuanto puede aguantar este cuerpo con vida y para saber como funciona. Es mas bien un hobby, pero por desgracia, no podría volver a usar el laboratorio con tanta libertad como antes porque puede que vuelva a provocar un trauma a un alumno y eso no conviene. No es que la azotea sea el mejor sitio. Una ráfaga de viento y el material puede salir volando, me expongo con mayor facilidad a infecciones y es inevitable que la sangre vaya mas lejos de lo que debería. Por eso me hice con una esquina apropiada, refugiada de la mayor parte de las corrientes y que era poco probable que viese ningún alumno a no ser que estuviese buscando algo en concreto y de ser así, ya improvisaría algo.

Y me puse a ello, me inmovilicé el brazo izquierdo y después de un torniquete improvisado, me abrí la palma de la mano, pudiendo ver adecuadamente tendones y huesos. Miré un libro de anatomía que tenía al lado y empecé con la tarea mas difícil de todas: Contar los huesecillos de mi muñeca para comprobar cuanto difiere de un cuerpo humano. Algunos no tendrían la paciencia para ello o simplemente contaría dos veces el mismo hueso, pero en mi caso no era así. Iba sacando los huesos uno a uno y depositándolos cada uno apartado de otro. Aunque no era la tarea mas divertida que había hecho hasta el momento, inspiraba prometedoras torturas para el futuro.

Extrayendo por fin el duodécimo y último hueso de mi muñeca izquierda, traté de mover la mano. Lo conseguí, aunque veía como se desgarraban los músculos al hacer la fuerza sin el apoyo de la articulación. Moví los dedos un poco y entonces escuché como se abrió la puerta de la azotea. Se suponía que ahora había clases, pero siempre quedaba algún alumno que quería escaquearse y se venía a este lugar a hacer el vago. Era un tópico, un cliché sociológico muy típico, pero seguramente ese vago al que todavía no había visto, se lo pensaría dos veces antes de volver a hacer novillos.

Por lo normal, habría ignorado a cualquier infractor y este, al descubrirme, saldría por patas, pero en esta ocasión había espectáculo, quien salió a la azotea dio un buen traspiés y cayó de cara. Simplemente, no pude evitarlo, me reí a carcajadas, aunque esta risa, de lo tenebrosa que resultó, hizo eco y espantó a todos los pájaros que hubiese por los alrededores.

A pesar de mi fuerte carcajada, escuché lo que dijo, lo cual no hizo otra cosa que acrecentar mi risa, pero rápidamente paré y la miré con cierta hostilidad no pretendida. - Apostaría a que no es su clase, jovencita. Tiene suerte de que yo sea capaz de discernir verdades de mentiras, porque si no cualquiera creería que eso que acabas de decir no es mas que una pobre escusa para saltarte las clases...-Dije con una sonrisa siniestra en el rostro mientras guardaba en una bolsita de plástico los huesecillos de la muñeca y comprobaba que había una gran diferencia anatómica en ese punto. Un humano tenía solo siete huesos en cada muñeca y yo doce... Al menos en la izquierda, todavía tendría que examinar la otra. Regeneré lo que me auto-infligí y me quité el torniquete. Había bastante sangre en el suelo, lo que hacía que me planteara cuanta sangre tenía mi cuerpo, pero ahora eso no era importante.- No creo que llegue ya a tiempo a su clase. Pero si decide quedarse hasta que termine la primera hora y después dice que ha estado conmigo, cosa que sería cierta, no la reñirán. Por cierto, mi nombre es Deprip, Maestro de Tratos... Y Guardia de la academia.-Le guiñé un ojo preguntándome como de macabro podría resultar algo tan sencillo si lo hacía yo.

Aquella mujer me resultaba interesante porque no había huido a pesar de todo lo que estaba ocurriendo. Al mirar su alma vi el caos; Había manchas definidas, pero la mayor parte de su esencia era errática, incluso un poco mareante (Aunque también se podría deber a la pérdida de sangre), y sin embargo, reconocí a quien pertenecía esa alocada alma. Sonreí por ello, mas no añadí nada. Las cosas tendrían que desarrollarse naturalmente...

Aquella alumna resultaba interesante. Se distraía pisando el charco de mi sangre que se había formado por el experimento. No podía cerrar un trato con eso, pues había dado por perdida la sangre, así que ya no formaba parte de mí, pero aún así obtenía a cambio la diversión de verla actuar como lo hacía-- Me alegro que te diviertas pisoteando lo que alguna vez fue una parte de mí...- Le dije con hostilidad que no pretendida solo por observar como reaccionaba. Devolví la mirada resultando la mía ser aterradora, percibiéndose dentro de mis violáceos ojos la maldad que guardaba.- Te creo, pero posiblemente yo sea el único. Para un profesor eso es saltarse clases y punto.- Miré entonces por vez primera a los espíritus que la acompañaban, no porque antes no los pudiese ver, si no porque ahora tenían cierta relevancia. Hice un asentimiento educado a modo de saludo y no les dirigí ninguna palabra más. Ya me había presentado, así que si ellos no hacían lo mismo, deberían quedarse al margen de la conversación, y eso era precisamente lo que buscaba.

Sin duda sus reacciones recordaban a lo que a ojos de demonios corrientes era, una niña emocionada y un tanto indiferente con respecto a lo macabro. En todo caso, seguía resultando divertido... Y tentador, pero debía contener ciertos impulsos por el momento para que las cosas resultaran como debían.- No es por ser educado, es lo mínimo para una chica tan atractiva como tú.- Escuché su "nombre" y me resultó igualmente divertido. La locura podía definir bastante bien a la diablesa que tenía en frente, pero no creía que adoptase ese nombre... Ni que le diese por tomar de apellido pierrot, lo que lo hacía todo mas entretenido de observar desde la antesala.- Dueña del mundo ¿Verdad? ¿Como puede la dueña del mundo perderse por su casa? A no ser que te refieras a otro mundo. Hay muchos...-Dije tratando de hablar en un tono cordial y desenfadado pero resultando tener uno amenazador e hiriente.- Se refiere a alguien que protege algo o se encarga de que se cumplan ciertas normas o ambas a la vez. Aunque solo es un empleo, claro.- Expliqué con una sonrisa siniestra y me acerqué a ella un par de pasos. Mi sangre, en vez de chapotear como lo hacía con ella, se evaporaba con el más mínimo contacto que tuviese conmigo, manteniendo mi traje impecable.

La locura, tan enternecedora en algunos sujetos, capaz de sacar las mayores obras creativas en todas las especies. La genialidad viene acompañada de locura, y todo lo que es impresionante o memorable, sin duda tiene relación con ella también. No pude evitar reír macabramente ante su reverencia de disculpa, negando con la cabeza por su acción. -No tienes porqué hacer eso. Si realmente me molestase que pisases mi sangre, lo notarías... Créeme.-Le explique en un tono siniestro.

Sonreí de forma tétrica ante su simple felicidad y asentí a su pregunta. - Por supuesto, con solo dirigirle tres palabras de explicación, seguro que entrará en razón... O enloquece lo suficiente como para olvidarse de ti.-Reí entre dientes de forma despiadada. Ciertamente me sorprendió que me soltara una frase en coreano. Si bien era cierto que Australia tenía la sexta comunidad mas grande de surcoreanos fuera de corea, estos seguían siendo apenas unas ciento cincuenta mil personas. Estaba más que claro que las probabilidades de que un interlocutor cualquiera hablase coreano eran casi nulas. -"Así que eres coreana ¿Eh? Tengo entendido que allí sois muy respetuosos y os dan vergüenza un contacto físico leve, pero tal vez me equivoco".-Le dije en su idioma natal.

Reí nuevamente con el mismo toque espectral al ver su sonrojo. A decir verdad, cualquier persona capaz de sonrojarse en presencia mía por un piropo, merece más la medalla del valor que cualquier militar de poca monta. -Me han dicho en alguna que otra ocasión que no sirvo para bromear, así que no suelo hacerlo, aunque tiene su gracia que resulte sonrojarse y termine siendo más atractiva solo por ello.-Le comente con una media sonrisa que a cualquiera le habría significado una sentencia de muerte. De alguna manera consiguió tranquilizarse y trató de explicar porque se había perdido en su mundo, aunque en su caso era de lo más normal esa expresión.-En ese caso, mejor deja las cosas como están y acostumbrate al nuevo aspecto de tu mundo, porque poner las cosas como estaban sería agotador y seguro que, cuando terminases, te lo volverían a descolocar todo.-Dije, tratando un tono comprensivo que pareció más bien irritado. Me acerqué un poco más a ella por su pregunta y coloqué mi mano encima de la sangre que aún estaba bastante fresca (Cosa que tendría que estudiar luego), haciendo aparecer en las ondas de esta imágenes del infierno de diverso tipo. -Este, por ejemplo. El mundo que me vio nacer, el infierno.-Respondí con malicia en mi mirar, pasando seguidamente a contestar su siguiente pregunta. -En teoría, solo tengo que proteger esta academia y en la práctica no me hace falta ni intentarlo, mas bien me dedico a hacer lo que me viene en gana.-Me reí por su consecutiva pregunta y negué con la cabeza.-No me suele hacer falta pelear y prefiero solucionar las cosas con palabras. Aunque en las ocasiones en las que peleo, mi contrincante siempre se arrepiente de haber tomado ese camino.-Me relamí.

Para culminar, propuso la mejor pregunta de todas, la que me llevaba directamente al grano.-Hago mi "segundo trabajo", mi vocación y hobby al mismo tiempo. Hago tratos con aquellos que necesitan algo, haciendo un intercambio justo y cumpliendo los deseos de muchos... Y cuando no hago eso, simplemente me divierto a mi manera. A ti, por tu cara bonita, te haré descuento en todos los tratos que desees ¿Te parece bien, encanto?